Al otro lado de la isla.

Alerta roja.

Observamos a una chica prepararse para salir, ella está lista para disfrutar su estadía en el famoso parque Jurásicc World, pero tiene un presentimiento que no sabe interpretar, la joven se dirigió a desayunar antes de embarcarse a las aventuras en la isla, mientras de gustaba sus alimentos ella pensaba sobre todo lo que había vivido y el como fue a dar de vacaciones en ese fantástico lugar, pues recordaba que solo algunos días antes de su viaje había terminado con su novio con quién había estado durante bastante tiempo como para haberle dejado un dolo en el alma.

Ella pensaba que con esas vacaciones podría olvidar y liberarse, pues no solo tenía ese pendiente, hace algunos meses había abandonado la casa en la que creció persiguiendo sus sueños, persiguiendo lo que le fascinaba, pues sus padres no estaban de acuerdo con su relación con su novio y no solo eso, también desaprobaban la carrera universitaria y el curso que su hija había decidido para su vida, así que estaba sola, pues nadie sabía que ella estaba ahí.

Paso el tiempo de desayunar, y se disponía a asistir al coliseo de los pachycephalosaurus dónde estaría por la tarde, y todo parecía ir como estaba predestinado, hasta que una alarma del parque durante la tarde empezó a sonar, está anunciaba que el aviario había sido destruido y que los visitantes del parque debían buscar refugio y entre todo el disturbio había quedado a la interperie dónde sería marcada por un pteranodon que en picada se lanzaría a atacarla y en un momento de shock no se daría cuenta que sería salvada por alguien que al empujarla la desviaria del camino del pico del reptil volador, y aunque agradecida por salvarle la vida ella no se daría cuenta que aquel sujeto que la salvo ya no estaba, así que con paso veloz empezó a correr al hotel donde se alojaba y se daría cuenta que no habia nadie, que al parecer todos habían dejado sus pertenencias y habían evacuado, siendo así que dispuesta a escapar de la isla caminaría con paso acelerado, buscando personas que aún no se hayan ido, pero se daría cuenta que la mayoría ya habían subido al Ferri camino al puerto dónde estaban los barcos, es ahí donde sin darse cuenta alguien la observaba y viéndola sola le diria:

- no deberías estar aquí.

Ella al voltear se daría cuenta que era el mismo sujeto que antes la salvo.
Y con un tono cálido hablaría:

- si, lo sé, al parecer estamos atrapados aquí y es peligroso quedarse aquí.

El poniéndose de pie le explica:

- si, ambos regresamos por nuestras pertenencias, y eso al parecer nos dejó varados, deberíamos intentar irnos en el siguiente Ferri, pero te advierto que no son solo los pteranodones el único problema, por cierto me llamo A, y tú eres?

- Jules, me llamo Jules, pues dime A, que debemos hacer.

- Correr.