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Tomé mi mochila, mi chaqueta y arma. Me cercioré de que todo estuviese en orden. Sonreí para mí misma pues, mi plan ese día debía salir a la perfección. Caminé hasta la cama, observando a Joel ocupar todo el espacio. Me acerqué y deposité un beso en su frente. Joel se removió sobre la cama, apenas abriendo los ojos.
—¿A dónde vas tan temprano? —Preguntó somnoliento. Se inclinó un poco sobre la cama restregándose las manos sobre los ojos. —Llevas mochila...
—Descuida, voy y vuelvo. No tardaré mucho. —Aseguré. Sin embargo, Joel tomó de mi brazo. Me miró inquisidor. —Joel, cariño...
—Ayer viste lo que les hicieron a los que salieron de la ZC. —Me recordó. Asentí. Bien sabía qué sucedía si salíamos de la ZC, pero mi plan debía seguir en pie. Estaba decidida, ningún militar me detendría.
—Joel, tranquilo, ¿sí? Sabes que soy como un ratón...
Joel bufó.
—Espero no ver al ratón colgado del cuello por violar las reglas del juego. —Espetó.
Carcajeé divertida. Joel tenía un sentido del humor bastante peculiar. Deposité un último beso en su frente, asegurando que nada malo me pasaría. Sali del departo y caminé con confianza a mi destino, fuera de la ZC.
Ver la ciudad destruida me causaba tristeza. Cuando salí por primera vez lloré al ver todo en ruinas. Los militares se habían tomado muy enserio bombardear las ciudades para terminar con la gente infectada por el Cordycep. Grandes socavones se podían presenciar en las calles de Boston tanto como autos destruidos y restos humanos que ya se podían ver adheridos a las calles, convirtiéndose en polvo.
Caminé por las calles de Boston, el perímetro que los militares lograron "salvar". Entre la multitud, observé atenta a mi alrededor para desviar mi camino y emprender mi viaje fuera del lugar. Me fundí entre la gente para poder llegar finalmente hacia una reja enorme, donde se podía ver la ciudad del otro lado. Miré tras de mi y me arrodillé, pasando por un pequeño hueco del alambre que días atrás, había preparado para salir de la ZC.
Joel y yo solíamos salir a explorar los alrededores, hasta que para presenciamos la muerte de tres personas que intentaron escapar del régimen militar. Joel comenzó a ver el peligro que corríamos si seguíamos explorando más allá de los muros. Muchas veces le propuse irnos de allí, sin importar el qué. Pero ambos temíamos a lo que podríamos encontrarnos en el camino. FEDRA nos mencionaba que fuera era un caos. Que los infectados corrían por todas partes buscando una victima a quien devorar. Pero, hasta el momento ninguno de los dos había visto tal cosa. Pero aún así, veíamos posible el echo de que todo lo que dijese FEDRA, fuese verdad.
Caminé con mi arma en manos, pasando entre los autos que se encontraban abandonados. Me impresionaba ver la naturaleza pues, bien tomaba su curso en cuanto a apoderarse de lo que era suyo. En si la vista era triste, pero el vegetal saliendo entre las ruedas de los autos y adornando los edificios abandonados, me causaba una sensación de paz.
