Cada día me siento más hundido y perdido, siento que no tengo un verdadero propósito aquí. Hace mucho tiempo me siento fuera de lugar.
Mis amigos no son los mismos que antes, mi familia solo me harta, la escuela me tiene hecho pedazos. Ya no soporto más, simplemente quiero desaparecer de mi casa, de mi escuela, de mi vida... de la vida."Porque dejaste esa nota en mi lugar?"
"Te sientes bien? Me tienes preocupada"
"¿Quieres hablar? Te he visto mal últimamente"
"¿Porqué no fuiste hoy? ¿Todo OK?"Los mensajes empiezan a llegar, pero no me siento con ganas de responder, tal vez lo haga más tarde, no sé
Estoy encerrado en el baño de mi habitación, me siento muy débil para siquiera intentar levantarme. Mis padres llegarán en una hora más o menos, me gustaría verlos otra vez
Ver el bello rostro de mi madre, los fuertes ojos de mi padre. Quisiera volver a sentirlos, a verlos como cuando era niño.
Quiero volver a ser un niño. Quiero volver a vivir. Quiero volver a sentir.Cierro mis ojos poco a poco, me siento mareado. ¿Cómo llegué a este punto? Tal vez mi corazón es demasiado débil, más de lo que yo pensaba, mucho más.
Me recuesto sobre el piso frío, creo que las pastillas empiezan a hacer efecto. De igual forma llego a sentir los suaves cortes que provoca el vidrio rojo sobre mi piel.
Creo que golpeé el espejo, ya no recuerdo si lo hice a propósito o si solamente ocurrió.
Arde, mi piel me picas y tengo unas inmensas ganas de vomitar. También quiero llorar, pero no tengo fuerzas ni para eso. Solo me queda recordar.
Recuerdo cuando era niño y me sumergía en muchas aventuras, era feliz. Recuerdo a mi papá alzándome por los cielos, pidiendo que confiara en él. Recuerdo a mi mamá curando cada herida que me hacía cuando jugaba. Recuerdo el tacto de mis manos y piernas con el pasto cada vez que corría y también el dolor que sentía cuando tropezaba.
Recuerdo muchas cosas con amor, pero todo eso se va volviendo borroso con el paso de los minutos. Empiezo a ver todo negro y antes de por fin perder la conciencia la veo. Aquella tienda que parecía un sueño, que se veía Mágica cuando era apenas un pequeño niño. La recuerdo tan perfectamente que parece irreal.
La tienda de mi abuelo, un lugar tan mágico, donde pasaba horas jugando, investigando, viviendo aventuras sin igual. Como me gustaría volver ahí, era un lugar lleno de paz y tranquilidad. Como me gustaría ver a mi abuelo de nuevo y encerrarme en un gran abrazo de oso. Como lo extraño.
—Querido niño, ya despierta —. Escucho a alguien decir.
Me mueven con tranquilidad, con unas manos tan ásperas que me pica el rostro, pero tan cálidas y familiares que no me molesta.
Abro los ojos lentamente, no se donde estoy, no reconozco el lugar, pero es muy bonito, esta repleto de macetas colgando por los techos, lamparas que van de pared en pared y libros por doquier.
—Pequeño bicho, ayuda a este pobre anciano y levanta los juegos que cayeron de aquel lado —. Volteo hacia donde señaló y hay un bonche de juegos de mesa viejos, amontonados y desparramados en una esquina del cuarto.
Me levanto lentamente en el intento de no marearme más, escucho nuevamente al señor —Bueno, parece que ya no eres tan pequeño, ¿o si bichito? —Suelta una calida risa —. Has crecido demasiado desde la última vez que te vi, y estas tan guapo como yo en mis buenos tiempos. Aunque no lo creas este viejo montón de piel y huesos era todo un rompecorazones. Siempre supe que te parecerias a mi, desde chiquito con tus grandes ojos y rojos labios, sabía que serias idéntico —. Guardó silencio unos segundos mientras me observaba, como queriendo ver a aquel niño que describía —. Espero que sea lo único que te haya heredado. No estás enfermo ¿cierto? No esperaba verte tan pronto aquí —. Chasqueo la boca —. Como sea. Apúrate con eso y ven a darle un fuerte abrazo a tu viejo.
—Un abrazo de oso —. Susurré sin comprender que es lo que sucedía.
—Sí, un abrazo de oso mi pequeño bicho.
Mi abuelo, era él. No estaba entendiendo absolutamente nada, pero lo abracé, para nunca soltarlo, no otra vez, nunca más.
No hablamos mucho del hecho de que yo estuviera en un lugar desconocido junto a él, pero me dijo tantas historias que ya me es difícil recordarlas.
Como una vez que me contó sobre un par de chicos que vivían en un reino mágico, rodeados de criaturas sorprendentes y pociones de cualquier tipo, viviendo bajo la Luna más brillante que alguna vez podría ver.
O cuando me relató miles de veces las historias más romántica mente melancólicas que se le pudieron haber ocurrido. Yo, de primera mano me enteré de tantas vidas, supe de tantos amores felices e imposibles, conocí mundos secretos y verdades no contadas.
El conocimiento con el que mi abuelo me llenó fue simplemente mágico, el tiempo con el que contábamos era infinito, o eso parecía, hasta aquel amanecer en el que llegamos a ese lugar, era una especia de ventanal al que le brotaban las rojas más rojas por sus orillas, era una vista espectacular.
—Mi pequeño bicho, me temo que hasta aquí es a donde yo te puedo acompañar, a partir de este punto lo que suceda con tu vida será decisión tuya y de nadie más, solo quiero que sepas que eres una persona especial, escucha la melodía en ti, hazle caso a ti corazón aunque creas que esta equivocado. Vuelve a encontrar aquella gran galaxia mágica que yo se que llevas dentro —. Me abrazó. Fue tan fuerte que creí que me uniría completamente a él. Ojalá así fuera —. Jungkook no pierdas las esperanzas y vive.
Vi su cara una última vez y luego caí, no podía ver hacia donde, pero sentía miedo, en algún momento iba a sentir el duro suelo contra mi espalda, pero no fue así, en cambio, caí gentilmente sobre cientos de pétalos caídos de un cerezo que estaba cerca mío.
—¿Qué se supone que tengo que hacer? Necesito ayuda, necesito a mi abuelo —. Lloraba, como hace mucho no lo hacía y de nuevo fui un niño, incidentes y lleno de esperanzas, libre.
—Hijo mio, mi pequeño Kookie, ¿Qué es lo que quieres hacer? —Preguntó una mujer que me alzaba en brazos para secar mis lágrimas. Ella era un ángel, el más bello de todos.
—Mami, quiero ir contigo —. Enrollé mis brazos en su cuello.
—Mi pequeño hijo, ¿Qué quieres hacer? —Repitió.
No entendía la pregunta, solo me quería ir con ella, siempre entre sus brazos y desaparecer.
—Llévame mami, a donde tu vayas yo quiero ir.
Me sostuvo contra su pecho mientras avanzaba, en el camino se unieron unos fuertes brazos que tomaron mi mano mientras colgaba de la espalda de mi progenitora.
Esto es lo que quería, paz. Ellos me dan paz, ahora puedo volver a ser feliz, lo sé, creo que siempre lo supe. Espero poder darme cuenta antes de esto en mi próxima vida.
Cruzamos una puerta, me bajaron y finalmente volvía a ser yo, pero... diferente. Era mejor así, me sentía mejor.
Recorrí el lugar con la mirada. Todos estaban ahí, todo aquel a quien llegue a amar estaba ahí. Mis amigos, mis padres, mi abuelo, incluso aquella mascota que tuve en mis años más tempranos.Alguien se acercó a mí entregandome una caja con una cámara adentro —. Revisala —. Dijo. La cámara contenía mis memorias desde la primera vez que vi a mi bella madre, hasta la última cuando tenía su rostro lleno de lágrimas rogando porque no la dejara, pero la desicion ya estaba tomada, sí que cerré la cámara, suspiré.
Finalmente me sentí en casa.
Volví a ver a las personas presentes y dije:—Bienvenidos a mi tienda mágica —. Porque en cierto punto siempre supe que todo aquello me pertenecía a mi y a nadie más, este sería mi secreto eterno.
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La Tienda Mágica.
FanfictionLa Tienda Mágica, aquel lugar a donde llegan las personas sin esperanzas, donde se van a curar, a cerrar sus cicatrices. Un lugar lleno de cerezos, rosas florecientes, un lugar donde desaparece el miedo y las cadenas se rompen. El lugar donde te lle...