capítulo 8

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— Habla.—dije después de un extenso silencio. Nos encontrábamos sentados en la mesa del comedor frente a frente.

— Cuando decidí hablarte fue... Fue porque había peleado con Zoe y te usé como una manera de molestarla.—bajé la mirada al escucharlo, ya lo había pensado.— Pero me gustó hablar contigo, disfrutaba las conversaciones que teníamos, en verdad. Luego Zoe volvió a comportarse como cuando comenzamos a ser novios y no sé, comenzó a molestarme que me hablaras, me parecía mal que coquetearas conmigo mientras yo tenía novia...

— No estaba coqueteando...—hablé no muy convencida, ¿estaba coqueteando? ¿Qué específicamente es coquetear?

— Yo lo sentí así... 

— Pero aún así, simplemente pudiste decirme que ya no querías hablar conmigo, no tenías que ser grosero.

— Lo sé, lo siento... Sé que fui un asco de persona y me arrepiento totalmente.—suspiró pasándose las manos por el cabello y soltó una risa.— ¿Sabes algo gracioso? Después de comenzar a hablar contigo, inconscientemente comencé a comparar a Zoe contigo, tú siempre me respondías con ternura y me mirabas con tanto amor pero ella... Sólo me veía como alguien patético, alguien con el que estaba por lástima, le daba vergüenza tomar mi mano en clases... Un día soñé contigo, tú eras mi novia en ese sueño y no te avergonzaba abrazarme o darme la mano frente a los demás.—lo miré sorprendida cuando sus ojos se llenaron de lágrimas.— Me hacías sentir amado pero no podía dejar de tratarte mal, sentía que no merecía tu amor así que te alejé... Estaba confundido, me molestaba que me hablaras pero a la vez me gustaba, me gustaba que me buscaras con tanta insistencia, si eso tiene algo de sentido

— Lo tiene, supongo...—todo lo que decía confirmaba lo que Jisung creía, que yo le rogara lo hacía sentir bien porque se sentía menos por culpa de Zoe.

— Cuando te fuiste de Australia y cuando me enteré del engaño, me sentí tan solo y comencé a extrañarte, te busqué en redes sociales pero me habías bloqueado en todo.—se acomodó en la silla y volvió a reír como lo había hecho antes, como una risa sarcástica.— Todas las noches leía nuestras conversaciones, patético, ¿verdad?

— Bueno, yo hacía lo mismo... Pero no era sano, sólo me estaba lastimando así que dejé de hacerlo. Borré todo, quería borrar mis recuerdos de ti...—miré la taza de café que tenía en mis manos y le di un sorbo. Se sentía liberador hablarlo con él, lo había hablado con mis amigos pero decírselo a la persona por la que me sentía así se sentía... Sí, liberador.

— Tú querías olvidarme y yo quería volver a hablarte, qué cosas, ¿no?—sonrió mirándome, no dijo nada más por unos instantes mientras me miraba.— Hera, estoy enamorado de ti.—me quedé estupefacta por sus palabras.

— No estés bromeando, no es gracioso, Jaeyun.

— No estoy bromeando... Me di cuenta hace mucho, poco después de que te fuiste. Creí que te olvidaría en unos meses, que sólo necesitaba salir con más chicas pero seguía pensando en ti, en cada momento. Así que dejé la universidad y vine a Corea a buscarte, pero, ¿cómo te iba a encontrar si no sabía nada de ti? Ni siquiera sabía si estabas en Seúl, por lo que decidí dejar que el destino nos reuniera y así fue. El destino me trajo hacia ti.—tomó mi mano y dejó un beso en ella. No pude responder nada, estaba demasiado sorprendida y desconcertada.

Aparté la mirada y comencé a reír quitando mi mano, me había dado un ataque de risa pero no sabía exactamente porqué. Todo eso parecía un chiste de mal gusto. ¿Jake enamorado de mí? Imposible. 

— ¿De qué te ríes?—Jake me miraba entre ofendido y confundido, y eso sólo me hizo reír más.

— Me río de ti, de mí, de toda esta situación en general... ¿El destino? El destino no existe, tú hiciste que esto ocurriera, tú hiciste que nos volviéramos a encontrar, te pudiste haber quedado en Australia pero no lo hiciste, no digas que el destino nos juntó como si no hubieras tomado la decisión de venir.—me puse de pie para dejar la taza en el fregadero.— Y dudo que me ames, estás enamorado de la atención que te daba, del cariño incondicional que te ofrecía. No sabes nada de mí, no me conoces y nunca te interesé... Así que olvidemos todo esto, yo olvidaré todo lo que dijiste para que la convivencia no sea perturbada más de lo que ya está.

— Tú tampoco me conocías pero estabas enamorada de mí, ¿tus sentimientos si son válidos pero los míos no? No me parece justo.—por alguna razón su comentario me enojó.

— Estaba enamorada de la persona que creí que eras y principalmente de tu apariencia. Por eso quería conocerte, para que mis sentimientos no fueran solamente algo vacío, algo superficial. Pero al final no me gustó la persona que eras.—le di una mirada arrugando el entrecejo.— ¿Y qué esperas con confesar tus sentimientos? ¿Que salte a tus brazos y te diga que sigo enamorada de ti? Pues no, no te confundas, te traté bien cuando llegaste aquí para que las cosas no estuvieran incómodas... 

— Ya veo. Es bueno saber que eres igual a todas las demás.—él también parecía molesto. Resoplé dándome la vuelta.

— Sí, lo que digas.—me fui a mi habitación y apenas cerré la puerta las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.

Esa confesión era algo que había soñado desde que tenía doce años pero cuando por fin fue realidad lo único que sentí fue enojo. Me enojaba porque lo había dicho tan fácilmente después de decir que me usó para hacer enojar a su novia, después de aceptar ser un idiota porque lo hacía sentir bien, como si esperara que lo correspondiera como la tonta adolescente que fui en el pasado.

Y me enojaba también porque estaba enamorado de la Hera de diecisiete años que necesitaba su atención para ser feliz. 

Ya no era esa tonta, la vida me había enseñado una lección.

Roommates | Jake SimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora