Capitulo 7

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Era raro que Janet pudiera tener algún sueño agradable últimamente. Sin embargo, en este en particular, trataban a Hannah a tiempo y podía recuperarse. Se iban juntas a casa y la vida parecía llena de esperanza.

Todo estaba siendo bastante agradable hasta que el sonido de su teléfono la devolvió a la realidad, haciendo que la chica se levantara de la cama y mirara aturdida a su alrededor.

Luego de unos minutos, finalmente recordó que estaba casada y suspiró profundamente, reacia a adaptarse a este gran cambio.

Tan pronto como abrió la puerta del dormitorio, su mirada se posó en Ethan, quien estaba acurrucado en el sofá, abrazando una almohada. Debido a que el sofá era demasiado pequeño para su enorme cuerpo, sus piernas colgaban y se había cubierto con una manta gris. Entretanto, los rayos del sol se colaban por la ventana, iluminando sus hermosos rasgos de dios griego.

Janet se alegró al pensar que Ethan no se había sobrepasado con ella la noche anterior y decidió bajar la guardia con él.

Una vez en la cocina, Janet revisó la nevera y encontró huevos, tocino y algo de pan. Además, parecía que en esta casa no conocían las especias, porque son intactas.

Luego de ponerse un delantal, ella empezó a preparar el desayuno.

El tocino chisporroteaba y el delicioso olor a mantequilla flotaba en el aire.

De pronto, Ethan se despertó, frotó sus ojos y miró a la mujer ocupada en la cocina.

Esta escena le trajo fuertes recuerdos del pasado, sintiendo cómo un profundo sentimiento de nostalgia lo envolvía.

Por un momento, incluso pensó que era un sueño, pues su madre siempre preparaba el desayuno antes de que él se levantara cuando era un niño.

Mientras se pasaba una mano por el cabello, Ethan respiró hondo y se dio cuenta de que esta chica era nada más y nada menos que su esposa.

Al verlo sentado en el sofá, Janet preguntó casualmente: "¿Quieres desayunar? El pan está casi listo. Si quieres, báñate primero".

Con lo que encontró en la nevera, ella había preparado un desayuno sencillo que consistía en sándwiches y sopa.

De hecho, Janet era tan buena cocinera que Hannah le había sugerido una vez que abriera su propio restaurante.

Pronto, Ethan salió del baño, acercó una silla de madera y se sentó. En cuanto vio los sándwiches humeantes, se le hizo agu

a la boca y tomó uno sin dudarlo.

Su corazón se detuvo por un segundo y no pudo evitar recordar los momentos que había compartido con su madre en esta misma mesa durante su niñez. Él había comido todo tipo de platillos en múltiples restaurantes carísimos, aunque nada parecía estar a la altura de lo que preparaba su madre. No obstante, este desayuno que había hecho Janet estaba tan delicioso que lo llevó de vuelta al pasado desde el primer bocado.

Con los ojos brillando de emoción y una sonrisa en los labios, Ethan dijo de repente: "Esto es realmente exquisito, ¡sabe exactamente como lo que mi madre solía cocinar para mí cuando era niño!".

Janet abrió la boca pero no supo qué decir. Ella solo le había preparado un desayuno sencillo con los ingredientes que estaban en la nevera, pero la gratitud y alegría en los ojos de Ethan la habían dejado sin palabras.

"Vaya, ¡de verdad me halagas! ¿Podrías lavar los platos cuando termines de comer? Tengo que ocuparme de algo urgente".

Sin dejar de disfrutar su desayuno, Ethan asintió con la cabeza.

Poco después, Janet se colgó su bolso al hombro y salió a hacer sus pendientes.

No mucho después de que ella se marchara, un Bugatti negro se detuvo frente al patio y un hombre

con un traje a rayas se apresuró hacia la casa.

Al escuchar el golpe en la puerta y pensando que era Janet, Ethan abrió la puerta y preguntó: "¿Se te olvidó algo?".

Sorprendido, Sean Johnson abrió mucho los ojos ya que Ethan sonaba extrañamente amable. '¿El jefe está realmente feliz con este matrimonio?', se preguntó él.

"¿Por qué te quedas así, eh?", Ethan frunció el ceño y miró hacia afuera antes de hacerle una seña para que entrara, "Adelante".

"Jefe, ya le traje la comida del restaurante que me dijo".

Ethan era demasiado quisquilloso y solo comía en ciertos restaurantes donde cocinaban específicamente algunos de los mejores chefs. Sean era su asistente personal y se encargaba de este tipo de detalles.

"Ya desayuné", Ethan se encogió de hombros con indiferencia y continuó: "Si quieres, cométela tú y luego lava los trastes, ¿entendido?".

Sean estaba más atónito que antes, ¡no podía creer que el hombre frente a sus ojos en verdad fuera su jefe! '¿Es posible que el matrimonio pueda cambiar tanto a alguien?', pensó estupefacto.

Una novia afortunada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora