Primera Carta

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"Es difícil para mí recordar cuándo exactamente ocurrió todo, si fue durante el preescolar o escuela media. Lo único que sabía en ese entonces era que tu sola presencia alegraba mis días y cada vez que nos separábamos, ya ansiaba volver a verte.

Era ingenuo, inocente, apenas sabía leer un reloj analógico así que mucho menos sabía lo que me estaba ocurriendo. Pero tampoco es que me molestara, simplemente disfrutaba y vivía el día a día sin preocupaciones como el niño que era.

Nuestro primer encuentro fue de todo menos aburrido...

Era sábado por la mañana, el sol a esa hora no era tan dañino, así que su madre le permitió salir al jardín un rato. Su misión principal era regar las crisantemo que su abuela le regaló en su cumpleaños. No era alguien fanático de las flores en primer lugar, pero tampoco iba a despreciar el obsequio que con tanto corazón su abuela le dio.

Pese a que la razón principal de salir al patio fue la anterior, su atención fue dirigida hacia una de las tantas macetas que su madre exhibía con tanto orgullo en su jardín. Con la curiosidad que lo caracterizaba a esa edad y, con cautela ante lo desconocido, se acercó a pasos lentos a aquél lugar para no alertar al intruso. Allí, camuflado entre algunas hojas, se encontraba una oruga. Para HyunJae fue una completa sorpresa, era la primera vez que veía una en la vida real y no se parecían para nada a los libros de cuento que les enseñaban en la escuela. No tenían ojos saltones ni tampoco una gran sonrisa de oreja a oreja, sino que poseían un color verde con franjas negras y su forma de andar le daba un poco de asco.

De cuclillas frente a la maceta, observó con detenimiento al bicho que se paseaba sin preocupación alguna sobre un tallo. Incluso de cerca pudo ver que era mucho más verde y más feo que de lo que alguna vez imaginó, pero según su maestra, aquella cosita fea podrá convertirse en una linda mariposa luego de un tiempo.

—Vamos, Jae, debemos saludar a los nuevos vecinos —insistió exasperada una mujer castaña hacia su hijo.

—Pero no quiero —respondió de forma molesta, sin embargo, la mirada que recibió de parte de su madre hizo que cambiara de opinión en ese mismo instante y respondiera mansamente—... Está bien, mami.

Tomó la mano de su madre y caminaron hacia la salida donde vieron un camión de mudanzas descargando múltiples cajas y muebles, los trabajadores entraban y salían de aquella casa, era todo tan ajetreado que no le dieron ganas de acercarse al lugar, pero nuevamente, él no era quién para ir en contra de la voluntad de su madre.

Se acercaron a una mujer que estaba de espalda a ellos y su madre llamó su atención, aquella mujer se dio la vuelta y reconoció a su ahora nueva vecina. Intercambiaron cortésmente saludos y se presentaron.

—Oh, ¿éste es tu hijo? —preguntó con curiosidad y alegría la señora Sohn notando la presencia de HyunJae.

—Sí, su nombre es HyunJae —presentó su propia madre hacia la vecina, dándole un pequeño empujón a HyunJae para que saludara, quien obedeció a regañadientes.

—Qué maravilla, veo que ahora no tendremos que preocuparnos si YoungJae encuentra a alguien con quien jugar —la mención del tal YoungJae hizo arquear una ceja al mismo HyunJae, y como si fuera por arte de magia, un niño vino corriendo hacia donde estaban ellos.

—¡Mamá! ¡Makki me empujó al lodo! —chilló el niño, siendo seguido por un sapsali que ahora mismo HyunJae se estaba preguntando si su pelaje era marrón o si también estaba sucio.

Este nuevo personaje se acercó a ellos y la señora Sohn tenía una expresión de estupor al observar a su hijo cubierto de la cabeza a los pies de la mezcla semilíquida. Después de unos segundos soltó un largo suspiro, indicando así que no era la primera vez que a su hijo le pasaba tales cosas.

—YoungJae, es de mala educación no saludar a los vecinos —regañó la señora Sohn, dando a entender que era su turno de presentarse.

El tal YoungJae dio una reverencia presentándose y les dedicó una sonrisa, a HyunJae le sorprendió como incluso cubierto de lodo su sonrisa podría ser tan brillante. Algo dentro de él se agitó, quizás fue hambre, o tal vez ganas de ir al baño, pero estaba seguro de que sus mejillas se sentían tibias y no tardó en esconderse detrás de su madre.

Y a buena hora lo hizo, porque no mucho después el perro comenzó a sacudirse, enviando gran parte del lodo de su pelaje hacia ellos. YoungJae rio con júbilo mientras las dos mujeres mayores trataban de cubrirse torpemente de las salpicaduras en sus ropas. Desde atrás de su madre notó como la cara de la señora Sohn, que parecía en primera instancia una dama dulce y bondadosa, se volvía roja como un tomate y sus facciones se transformaban rápidamente en enfado antes de gritar:

—¡Makki! ¡YoungJae!

HyunJae ya estaba ansiando ver qué travesuras más le depararía su vecino junto a su perro.

...Te presentaste tan despreocupadamente a pesar de estar completamente sucio. Si yo hubiera hecho lo mismo, mamá me hubiera regañado hasta el día de hoy, y a pesar de que la señora Sohn te regañó en aquel entonces, tú seguiste mostrando aquella sonrisa tan tuya encontrándole sentido de humor a algo tan absurdo.

Creo que fue allí donde comenzó a desarrollarse todo.

Entonces sí, Eric, lo primero que amé y siempre amaré es tu sonrisa".

—Lee HyunJae

Tinta Dedicada al Olvido | ²ᴶᵃᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora