1. La brisa de otoño.

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El sol se estaba ocultando y la luz artificial de los faroles en la calle empezaba a brillar, las hojas de los árboles empezaban a teñirse de un color amarillo y caían lentamente con la brisa fría; anunciando que el verano llegaba a su fin.
Un día habitual, ya bastante acostumbrado a lo que era mi rutina. Me encontraba sentado frente a mi escritorio, ya había prendido la luz de mi lámpara para seguir estudiando para mi examen del viernes; cuando la vi.
El señor Lee había llegado en su viejo Cadillac, ese que tanto cuidaba; en compañía de su esposa y su sobrino. Obviamente me había percatado de la presencia de la chica que jamás había visto; su cabello era oscuro y largo, llevaba unos shorts cortos y desgastados como si los hubiera deshilado a propósito con sus propias manos, una blusa de color negro que terminaba justo en su cintura para dejar ver la tersa piel de su abdomen, sus piernas eran largas y delgadas, llevaba unos converse viejos y sucios que pareciera que estaban a punto de romperse en cualquier segundo. Ella era un contraste bastante llamativo a la casa blanca y pulcra de los señores Lee, incluso su sobrino Heesung combinaba bien en esa casa; pero ella... ella era diferente a todo lo que conocía.
Ella era un torbellino. Desde su llegada ella se las arregló para arrasar con todo lo que cruzara su camino.
Esa noche baje a cenar después de haber visto cómo Heesung y el señor Lee bajaban del coche todo el equipaje que pareciera ser de ella, la señora Lee y la chica de cabello oscuro entraron a la casa y llegaron a lo que sería su habitación. Esa que quedaba justo frente a la mía, donde, si por algún descuido ella dejaba su ventana abierta yo podría verla perfectamente a ella y a su alrededor.
La noticia se había hecho llegar como tema de conversación durante la cena, al parecer la señora Lee le había informado a mi madre que ella llegaría para quedarse a vivir con ellos mientras estudiaba la universidad, tal y como lo hacía Heesung.

"La señora Lee dijo que ella entrará a la universidad de Seúl, justo como tu" mi madre se dirigía hacia mi mientras cortaba el pedazo de carne con su cuchillo de plata. "Estudiará actuación"
La cara de mi madre era neutral, no sabía a qué quería llegar con su comentario y aportación de información sobre la llegada de la nieta de los vecinos.

"Debe ser muy hermosa para decidir estudiar eso" mi hermana Lea hizo presente su opinión con un tono despectivo, tal vez estaba celosa porque ella siempre quiso estudiar actuación pero mis padres nunca la dejaron. "Solo las mujeres bonitas logran ser exitosas en esa industria" repitió las palabras de mi madre, esas palabras que le robaron el sueño hace un par de años.
Como sea, el tema de la misteriosa nieta de los Lee perdió interés y mi padre cambió de tema drásticamente.

"Mañana irás a la oficina, hay una junta importante a la que quiero que asistas" mi padre se dirigía a mi. Ya hace tiempo que voy y vengo de su trabajo, un simple intento de mi padre para involucrarme más para después de que yo termine la universidad empiece a trabajar de su lado; hasta que sea mi turno de tomar el completo mando de la empresa.
No podía quejarme, simplemente asentí y todos continuamos con la cena, tal y como la rutina marcaba.

Cuando termine de cenar me retiré de la mesa y me despedí de mi familia. Llegue a mi cuarto para preparar todo para mañana y por fin irme a dormir.
Eran aproximadamente las 10 de la noche, recogía mis libros y apuntes de mi escritorio para guardarlos en mi mochila cuando la ví; su ventana estaba abierta, la luz cálida de la lámpara a lado de su cama dejaba ver su figura distorsionada.
Ella estaba desempacando su ropa de una maleta y la guardaba en el closet frente a ella; sacaba ropa a montones hasta que saco un objeto que no alcanzaba a distinguir, lo dejo sobre su cama y se dirigió a ponerle seguro a la puerta. Se paró en medio de la habitación y sostuvo el borde de su blusa para quitarla sobre su cabeza, dejando su pecho expuesto.
Sentí un tirón en mi entrepierna y automáticamente cerré la cortina, me di la vuelta y me dirigí a mi cama.
Estaba mal, no fue mi intención verla de esa manera pero mi curiosidad me dejó con un sabor de boca amargo.
No debí de haberla visto, simplemente no estaba bien. Seguramente el mismo diablo vendría por mi esa noche mientras dormía pacíficamente. Pero en definitiva no fue así.

Never call meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora