Flores

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NARRA PEDRI

La maldita lesión me tenia de los nervios.

Un jodido mes sin poder jugar, yendo a rehabilitación.

Estaba cabreado.

Y la había cagado.

Maddy había venido a ver como estaba y yo la había echado.

Amuleto de la mala suerte, eso mismo la había llamado.

Joder.

Pepi, eres gilipollas.

Ella se había pasado la cena riendo con Gavi y Pablo, hablando con Frenkie y con todos los demás como si yo no estuviese ahí y joder como me había escocido eso.

Llegué a casa un rato después y di un portazo, alertando a mi hermano que estaba sentado en el sofá.

- Alguien viene cabreado, ¿cómo estás? -preguntó al verme.

Me tiré a su lado y le levanté la pierna, envuelta en una venda de mierda.

- Puedo caminar, pero no jugar. -me quejé.

- No solo estás así por la pierna, no me mientas. -bajó el volumen de la tele y me miró.

- Eché a la chica de la enfermería cuando vino a verme. -murmuré.

- ¿A la de los ojos de hielo? -preguntó sorprendido.

Le había hablado de ella.

La misma noche que la había visto le había enviado un mensaje.

- Se llama Maddy y no quiere volver a verme. -aseguré.

- Pero perdiste la apuesta y eres su chófer, ¿no? aprovecha eso. -propuso Fer.

- ¿Qué parte de no quiere verme no has entendido, Fer? -pregunté cansado, pasándome las manos por el pelo.

- ¿Tu eres tonto? espabila. -me dio una colleja y yo me quejé.

- Mañana intentaré arreglarlo. -me encogí en el sofá.

Fer volvió a poner volumen y nos quedamos los dos un rato viendo la tele hasta que estuve lo suficientemente cansado para irme a dormir.

Y esa mañana, me levanté temprano, no tenía entreno por culpa de la lesión así que decidí arreglar lo que había jodido.

Salí en busca de algo para que me perdonase y encontré una caja de bombones y un ramo de rosas blancas que me recordaron a sus ojos de hielo.

Joder, ¿podía dejar de pensar en esos ojos?

Me metí en el coche y sin saber muy bien que decir me encaminé hasta casa de Frenkie, donde sabía que seguramente estaría ella, sola.

Frenkie tenía que estar en el entrenamiento y Mikky trabajando.

Llegué y toqué el timbre, con el estómago en la garganta, nervioso.

El ramo de rosas y los bombones a mi espalda, escondidos.

Maddy abrió unos segundos después, llevaba una camiseta enorme que le llegaba hasta las rodillas y mi mente pensó en si llevaría algo más debajo.

El pelo alborotado y los ojos algo achinados.

Se acababa de levantar.

- ¿Qué haces aquí? -gruñó con la voz de recién despierta.

Me moví y pude entrar en la casa.

- Siento mucho haberte tratado así ayer. -admití.

Saqué las rosas y los bombones y se los tendí.

Ella no los cogió.

- ¿Ahora lo sientes? ¿estás seguro de venir a disculparte con tu amuleto de la mala suerte? capaz con solo venir te rompes también el brazo. -sonrió de forma falsa.

Era dura.

No iba a perdonarme fácilmente.

Pero yo no iba a irme tampoco tan fácil.

- ¿Tienes un florero? para meter las flores. -comenté moviendo el ramo entre mis manos.

- Sí claro, love. -se movió deprisa hacia la cocina y pensé que se estaba ablandando.

Hasta que apareció con el cubo de basura en las manos, una sonrisita y una ceja levantada.

- Tengo esto, creo que también cabes tu. -dijo de lo más tranquila dejando el cubo en el suelo.

Mi cara debía de ser un poema.

- ¿Es enserio, Maddy? -pregunté mirándola sin creerme lo que acababa de hacer.

- ¿No te gusta este cubo? puede que haya otro en el patio. -sonrió y yo casi me caigo de culo.

Maldita niña.

Me mordí la lengua, intentando calmarme.

- He venido a disculparme. -gruñí.

- Y yo acepto tus disculpas, pero no te perdono, no me vale un ramo de rosas, love, aunque los bombones me irán bien para cuando vengan los Pablos a pasar la tarde conmigo. -comentó cogiendo la caja de bombones y moviéndola.

- ¿Qué tengo que hacer? -pregunté, exhausto.

- Creo recordar que dijiste que a mi me suplicarías cualquier cosa. -se hizo la pensativa, rascándose la barbilla.

Hija de puta.

- Yo no le suplico a nadie. -gruñí de nuevo.

Ella se movió muy rápido y cuando quise darme cuenta, su pecho tocaba el mío y sus ojos de hielo estaban atravesando los míos.

- Suplícame que te perdone, love. -ronroneó, su dedo moviéndose por mi pecho.

Sentí como mi entrepierna se endurecía y la tensión de la habitación caía en picado sobre nosotros.

Joder, ¿ella no notaba esa tensión? tenía que sentirla al igual que yo.

- La que va a suplicar vas a ser tu, de rodillas, amor. -susurré acercándome a su boca.

Sentí como su respiración se descolocaba un poco.

- En tus sueños. -gruñó y se alejó.

Solté una risita y me fui hacia la puerta, no iba a discutir más.

- Si necesitas ir a algún lado ya sabes a quien llamar, puede que te coja el teléfono si suplicas un poco. -sonreí y ella cogió un cojín del sofá, tirándomelo.

Cerré la puerta detrás de mi antes de que me diese.

Y me fui hacia el coche riendo.

Ella quería jugar y yo ahora tenía todo el tiempo del mundo.

Y no me gustaba perder.

Recordé que esa misma tarde había quedado con los Pablos y no dudé en llamar a Gavi para preguntarle que harían.

No iba a librarse de mi tan fácilmente.

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OS HE SUBIDO UN TIKTOK QUE SI LLEGA A LOS 5 MIL LIKES, OS SUBO EL ULTIMO FINAL DE ¿AMOR? QUE TANTO ME PEDÍS ESTA SEMANA!!!!

Strangers +18 - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora