Quiero volver a casa.

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Capítulo corregido.

27. Quiero volver a casa.


P.V. Hermione.

Lo primero que sentí al asentar los pies en el suelo fue la punta de una varita en mi garganta, consiguiendo que mi cuerpo, automáticamente se tensara. Con fuerza apreté a Rose contra mi cuerpo e intenté volver mi cabeza para buscar a Draco. Si era una broma, lo era de muy mal gusto.

-Ni lo intentes -murmuró una voz grave a mi espalda, deslizando la varita a lo largo de mi cuello, consiguiendo que se calentara la zona- Está noqueado, como el pequeño engendro -volvió a murmurar la voz, consiguiendo que mis ojos se nublaran por las lágrimas- Y ahora, vas a dejar a la mocosa con ese maldito traidor, y te vas a venir conmigo sin dar guerra. ¿Verdad, Hermione? Ahora, deja la varita junto al traidor de Malfoy.

-Si -susurré, intentando agacharme al lado de Draco sin caerme, dejé a Rose a su lado junto con mi varita, y luego besé la frente de los tres, consiguiendo que mi niña se removiera inquieta. Abrió levemente sus ojos y yo, con la mirada le supliqué con la mirada que no se moviera, cosa que debió funcionar, puesto que volvió a cerrar los ojos y no se movió. Dejé el bolso con el regalo de las miniserpientes, las medicinas de Rose y mis escasas pertenencias junto a Draco, deseando con todas mis fuerzas que tardara poco en despertarse.

-Bueno -murmuró el hombre cuando nos desaparecimos, dejándome en el suelo cubierto de césped, mientras se encaminaba hacia una pequeña cabaña de madera en el mismo centro del claro en el que nos encontrábamos- Te recomiendo que entres a la casa. No sabemos que hermosas criaturas pueden acechar de noche.

Con una ceja alzada, vi como el tío se alejaba. ¿Enserio me iba a dejar así? Miré a mi alrededor y no vi nada extraño, por lo que corrí a la lindera de los árboles que nos rodeaban, pero en el momento en que mi pie tocó el suelo pocos pasos antes de salir del claro una fuerza me tiró de nuevo hacia el centro del circulo despejado. Con un gruñido me agarré un lateral de la cabeza, ya que me había dado un fuerte golpe contra el suelo y me comenzaba a palpitar la zona. Visto que por aquel lateral no podía escapar corrí en dirección contraria, pero sucedió lo mismo. Con frustración golpeé el suelo con mis puños e intenté retener las lágrimas de miedo que pedían escapar de mis ojos. ¿Es que no iba a poder ser feliz de ninguna manera? ¿Es que siempre tenía que haber alguien que por una razón u otra me alejaba de lo que yo quería?

-¿Has decidido ya que vas a dejar de hacer el bobo y vas a venir dentro? -se oyó la voz del hombre desde dentro de la cabaña- Te puedo asegurar, que si hubiera algún método para escapar, no estaría aquí tan tranquilo, esperando a que escaparas, querida Granger.

Con un resoplido me crucé de brazos y piernas y me decidí a esperar. Fijé mi vista en la pequeña casita de madera y dejé que las lágrimas corrieran a su gusto. ¿Estarían bien? ¿Me encontrarían pronto?

-Claro que te van a encontrar... -rio el hombre a mi lado, consiguiendo sobresaltarme. Por fin pude verle la cara, ojos grandes y negros, cabello al igual que la barba que adornaba su mandíbula cuadrada negro adornado con algunas canas, señalando su avanzada edad- Quizás demasiado tarde, pero te van a encontrar... Y ahora, entra a la casa.

Sin decir nada me levanté, limpiando mis ojos y caminé hasta la casa, seguida de cerca por el hombre, que cada cierto tiempo soltaba alguna que otra carcajada haciéndome temblar de miedo. Una vez dentro, observé la estancia, adornada con una gran chimenea de piedra, una mesa de madera y un sofá, cuya tela a cuadros estaba desgastada en su mayor parte.

-Aquel es el cuarto de baño -gruñó, señalándome una puerta a mi derecha- Esa la cocina y aquella tu habitación. Y espero, por la buena marcha del negocio, que no me des problemas.

Dejamos el Pasado Atrás.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora