Habías llegado al lugar de ubicación. Ciertamente no sabías que esperar, viendo una pequeña choza entre la cumbre de los árboles y muy cerca del accidente era cuando estabas atando cabos. Soltaste un suspiro tembloroso mientras sostenías tu celular contra tu pecho y caminabas hasta la puerta, asegurándote de alzar la mano para tocar la puerta de madera.
Estabas ansiosa, ¿Realmente estaba sucediendo todo ello? Lo creías imposible, pero cortaste el hilo de pensamientos cuando la puerta fue abierta y una mujer de avanzada edad apareció.
—¿Buen día? Disculpe la visita, pero el día de ayer en la noche me llegó un mensaje desde el celular de mi esposo, me avisaron que estaba aquí.—Prendió la pantalla y señaló los últimos mensajes enviados desde su celular.—¿U-usted sabe algo al respecto?
—Oh, muchacha. Te estámos esperando, mi hijo fue el encargado de mandarte el mensaje una vez que logró prender el celular, adelante pasa.—Abrió en totalidad la puerta y dudaste un segundo antes de pasar, observando el lugar a detalle.
No era un hogar grande, el olor a comida empañaba todo el lugar mientras observabas las decenas de fotografías colgadas en las paredes. Había una cortina que daba poca vista a otra habitación, la cual salió un muchacho con duda en sus ojos ante la repentina visita a la casa. Cuando conectó su mirada con la tuya, logró reconocerte por el icon del perfil y se apresuró a llegar hacia ti para tender su mano.
—Hola, te estaba esperando. Soy Josh, fui la persona que logró comunicarse contigo, lo hice tan pronto como cargué el celular. Sé que pueda parecer confuso todo, pero me aseguraré de explicarte todo con calma, ¿Gustas de algo de tomar? ¿Quieres tomar asiento mientras te explico como sucedieron las cosas?
—Solo quiero verlo.—Pediste con un tono bajo, tus ojos yendo sobre su hombro hacía la habitación desconocida donde había salido.
Él asintió en comprensión, dando media vuelta.—En estos momentos está dormido, por lo que es recomendable que esté tranquilo. Se está recuperando de todos los golpes que recibió por el impacto, es un proceso lento debido a que realmente no hay ninguna clínica cerca y además su vida ya dependía de que pudieran atenderlo, era mejor tratar de estabilizarlo antes de dejarlo tirado en el asfalto.
Caminaste detrás de él con incertidumbre, tus manos aferrándose al celular contra tu pecho mientras dudabas en tu siguiente paso. Él se precipitó y abrió por completo la pequeña cortina que tapaba tu vista, revelando la habitación que tanto temías entrar.
Retuviste un jadeo en cuanto lo viste acostado sobre la cama, sobrepensando la imagen que estaba frente tuyo. Su rostro presentaba diversos hematomas que adornaban principalmente sus mejillas y frente, uno de su brazos se encontraba vendado al igual que una de sus piernas; te percataste que a la orilla de la cama estaban todas sus pertenencias con manchas oscuras, lo que supusiste que se trataba de la sangre seca del accidente. Te detuviste en el marco de la habitación y lo seguiste viendo hasta que una mano se posó sobre tu hombro, girando para encararlo.
—Te cuento acá, no quisiera que despertara y se alterara al no reconocer en dónde está. Sígueme.—Pidió con un tono bajo y suave, guiándote a un pequeño sillón.—Sé que es demasiado por digerir, así que trataré de tomarlo por pausas.
—¿Cómo lo trajeron acá?—Cuestionaste una vez que tomaste asiento.
—Escuchamos un ruido muy fuerte, inclusive nos espantamos porque se escuchaba muy cerca y la verdad es que es raro que transiten por aquí. Mi hermano menor y yo fuimos a ver de dónde provenía, para ese entonces vimos el auto volcado y le dije que llamara a los demás familiares y que pudiéramos hacer algo. Esta calle es poco transitada como te digo, el otro auto había desaparecido y solo se encontraba el suyo volcado, él aún estaba consciente cuando lo sacamos a rastras de ahí antes de que pudiera alcanzarlo el fuego a causa de la gasolina. No sabíamos que hacer con él, la clinica se encuentra retirada y no disponemos de un auto o algo para trasladarnos, tampoco una comuicación eficiente para poder pedir un taxi así que entre mi madre y abuela se ofrecieron a tratar de curar sus heridas aunque se vieran graves Trajimos todo lo necesario de los alrededores para curarlo y mantenerlo estable; hubo noches en que la fiebre era demasiada, los golpes no parecían sanar y sus heridas abiertas temiamos que se infectaran en cualquier momento. Los primeros días solo nos dedicamos a él, la verdad no pensamos en siquiera buscar alguna identificación porque queríamos primero asegurarnos en salvarlo, hasta que los días decisivos pasaron y pudimos intuir que estaría mejor fue cuando se me ocurrió buscar entre sus cosas alguna identificación o algo que pudiera darle nombre. Su celular no prendía, además de la pantalla rota, pensé que se encontraba descargado y estuve intentando hacer que prendiera.—Tendió el celular en tu dirección, tomándolo entre tus manos temblorosas.
Viste con dolor el celular, viendo como la pantalla se prendía y las notificaciones abarcaban toda la barra. Tus ojos se nublaron por las lágrimas al ver su fondo de pantalla, siendo una foto de ustedes dos juntos, sus mejillas estaban juntas mientras hacías un pico hacía la cámara y él cerraba los ojos como si estuviera disgustado pero su sonrisa lo delataba.
—Tus mensajes constantemente entraban y no sabía como darte la noticia, junto con otras personas que aún querían comunicarse con él. Nunca leí más allá de sus conversaciones, realmente no toqué su celular más que para prendernlo y dar aviso de su estado, no quisiera que mis intenciones se malinterpretaran porque todo lo hice para que supieran de su estado, imagino que pasaron momentos muy delicados pensando lo peor de ello.
Asentiste, limpiando las lágrimas de tus mejillas.—Nadie nos decía nada con certeza, tanto su familia como yo queríamos respuestas, pero nadie sabía lo que había sucedido. Solo supimos que se reportó un accidente, su auto fue lo único que encontraron o lo que quedó de él. Ningún responsable, ninguna otra víctima, sin cuerpo... No tuvimos nada, no sabíamos que hacer al respecto, ya estábamos desesperados y en el peor de los casos resignados.
—Entiendo, por el momento es mejor que esté aquí hasta que siga mejorando. Es poco recomendable que lo lleguen a mover mientras se sigue recuperando, pero no tienen que preocuparse porque nos aseguraremos de todo su cuidado. Podrán venir a visitarlo sin problema alguno las veces que quieran, al final de cuentas es una persona muy importante para ustedes a lo que opino.—Mostró una expresión empática, sonriendo.
Ibas a responder cuando la señora que te abrió la puerta solo unos momentos atrás volvió a aparecer, señalando la habitación.—Acaba de despertar.
No esperaste ninguna indicación, por lo que sintiendo la necesidad de ir detrás de él, te levantaste y te apresuraste a la habitación. Te encaminaste a su lado con cuidado, observando como entreabría sus ojos y enfocaba todo el lugar con el ceño fruncido. Intentó levantar su brazo pero soltó un pequeño quejido por la venda que lo cubría, dificultando su movimiento.
—Cuidado, estás recuperándote aún.—Habló Josh al entrar, tomando lugar a su lado mientras lo empujaba suavemente de vuelta al colchón.—¿Cómo te sientes? Debes de estar desorientado, pero estás mejor en lo que cabe. Justo vino alguien a verte, apuesto a que te alegraras de verla.
Cuando te indicó que te acercaras, tomaste lugar con cuidado a su lado, sonriendo y tragando el nudo en tu garganta junto a las lágrimas que amenazaban en salir.
—Hola, cariño. Me da gusto poder verte otra vez, te extrañé demasiado.—Confesaste, tratando de agarrar su mano pero sorprendiéndote cuando él no se inmutó con tus palabras.
Se dedicó a observarte aún con el ceño fruncido, con una expresión desconcertada mientras maquinaba su mente. Josh los veía a los dos sin entender aún su comportamiento, no era lo que pensaba que sucedería tan pronto como se vieran.
—Perdón, pero ¿Quiénes son ustedes?—Aclaró su garganta cuando terminó de preguntar, mirándolos con confusión.
Tu mano se detuvo a medio camino en busca de tocarlo, sacándote de la coherencia al no comprender su pregunta, ¿De qué se trataba todo ello?
—Amor, ¿Te sientes bien? Y-yo soy tu esposa, estamos casados desde hace más de cuatro años. ¿T-tú no me reconoces?—Trataste de sonreír para aligerar el ambiente, anhelando que solo se tratara de una confusión, que terminara de orientarse, acaba de despertar después de semanas y era comprensible, pero...
—Lo siento, pero no sé a qué te refieres.—Murmuró, inspeccionando todo el lugar.—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué estoy aquí? ¿Dónde está mi familia?
Y si creías que tenías una mínima esperanza de que la pesadilla terminara y seguir anhelando la vida perfecta que tenían como pareja, solo te dabas cuenta que la parte mala estaba por empezar apenas.