Una fría lluvia azotaba el pavimento, y fuertes estruendos de rayos capaces de iluminar toda una ciudad, solo eran mero escenario ante la vista de unos ojos que se iban apagando.
El viento movia las hojas con violencia, y las ramas de los árboles golpeaban todo lo que estuviera a su paso y, entre los muros de un pequeño y solitario callejon, yacia un delgado y frío cuerpo tirado en el suelo, mojado, casi inerte, apenas y visible gracias a las luces que alumbraban aquel triste lugar.
Frente a su cuerpo, se encontraba él; ojos oscuros, los cuales reflejaban el vacio que poseía en su alma, un rostro de facciones duras, tan difícil de leer. Sus grandes manos llenas de sangre, apretándose con fuerza hasta enterrar sus uñas en la carne de su palma, desgarrandola, y un arma de fuego recién disparada a un costado suyo.
¿Cómo habian llegado a ese punto? ¿No tenían ellos acaso, una relación perfecta? Pues al parecer, nada de lo que se ve, es lo que es.
LuHan era un chico ingenuo, dulce, con un gran corazón, mientras que SeHun, él era un tipo pretencioso, egoísta, con un temperamento volátil, difícil de controlar. ¿Cómo es que ellos habían siquera pensado en que aquello iba a funcionar? Ambos debían estar locos, lo estaban, y LuHan sabía que estaba hundido en la mierda la primera vez que SeHun soltó un puñetazo en su mejilla, logrando que una cantidad considerable de sangre brotara de su nariz y boca.
Mientras permanecía en el frío suelo, podía ver imágenes de su vida pasar frente a sus ojos. Desde aquella primera vez que recibió un obsequio por sus buenas calificaciones, la primera vez que viajó con su familia, la primera vez que asistió a un funeral, la primera vez que observó a SeHun, la primera vez que lo besó, la primera vez que él lo violentó, la primera vez que su cuerpo sangró.
Estaba acostumbrado a esto ¿Por qué lloraba? ¿Qué era lo que lo hacía tan diferente a otras veces? SeHun se encargaría de curar la herida, tal vez inventarian una mala excusa y volverían a hacer de su vida lo que habitualmente hacian. Con la única diferencia de que esta vez, ninguno seguiría con vida.
Un llanto desgarrador se escuchó a lo lejos, seguido de varios susurros que pedían perdón. Ese era SeHun, lo reconocía, aún si se encontraba al otro lado del vecindario, LuHan lo escucharía.
— Perdóname, por favor, perdóname, pero todo esto es por tu culpa, es tu culpa. —
Escuchó, pero ¿Qué era realmente su culpa? En toda esta situación, LuHan no había sido más que una víctima pero, ¿Realmente era una? Coquetear con el entrenador del equipo de fútbol para que este lo dejara entrar, no era ni por asomo, una broma divertida. Tal vez para los amigos incitadores de LuHan lo era, pero para SeHun, bueno, la respuesta es obvia.
Un escalofrío aterrador recorrió todo su débil cuerpo, y la sangre salió a borbotones de su boca cuando SeHun apretó con fuerzas su cuello, hundiendo dolorosamente sus dedos. Su terrible llanto vibraba por todo su ser, y un par de golpes a puño cerrado fueron a parar en el rostro de LuHan, haciéndolo sentir mareado, todavía mas cansado, pero nisiquiera esto era suficiente para hacerlo quedar inconsciente o simplemente morir.
El cantar de las sirenas se oía cada vez más cerca, y aquellas molestas luces propias de las patrullas, podían verse parar cerca de aquel lugar, tal parece que, un vecino curioso dió aviso a las autoridades sobre tal atrocidad y ahora ya se encontraban ahí.
— ¡Arriba las manos! ¡Da un paso en falso y te disparamos! — Dijo un oficial de policia, quien apuntaba al pelinegro. — Ahora, quédate quieto, no se te ocurra moverte. — Agregó, mientras un paramédico se acercaba a ayudar a aquel pobre moribundo, pero ninguno de los que iba a auxiliar contó con que SeHun estaba totalmente perdido, y que si LuHan ya no estaba más en esta vida, él tampoco lo haría.
A continuación, desesperado y, dado a que SeHun sabía, su final estaba cerca, trató de llevarse a su amado con él en un pobre intento por tomar el arma a su costado y posicionar la misma contra el pecho ajeno y disparar, para dar fin a la vida de aquel a quien amaba, sin embargo como ráfaga, un par de balas atravesaron el cuerpo de SeHun, hasta que este cayó sobre el suelo, con los ojos bien abiertos, mismos que observaron con atención al magullado LuHan, hasta que estos se cerraron finalmente. Él había muerto, SeHun lo había echo.
Los cuerpos de emergencia auxiliaron rápidamente a LuHan y lo sacaron de aquel sucio callejón, luchando por mantenerlo despierto camino al hospital, pero todo intento había sido completamente en vano pues, apenas bien ingresó al hospital, su corazón dió su último latido, y por más que lo intentaron, su cuerpo ya no respondió. Él habia perdido demasiada sangre, y lamentablemente no llegaron a tiempo para salvarle.
Poco después, el pasillo del hospital se convirtió en un espacio de lloriqueos, gritos, lamentos y maldiciones. El pequeño Lu se había ido, su familia y amigos estaban desconsolados, aterrorizados ante la sola idea de que aquel que proclamaba amar a Han, había sido el mismo que habia atentado contra su vida.
¿Ellos eran una bonita pareja? ¿No era así como se veían? Pues al parecer, nada de lo que se ve, es lo que es. Ellos no eran nada de lo que aparentaban ser, ellos eran una relación tóxica, enfermiza, donde ninguno podía zafarse del otro, donde los celos abundaban, al igual que el odio y los golpes.
Debido a ello, así es como su codependencia, su toxicidad y demás, le pusieron fin a las vidas de dos jovenes que tenían todo un futuro por delante.
Así es como terminó todo, que lamentable.