Ya había llegado la noche. Todos fueron a cenar como siempre, pero había una chica que no. Luego de decirle a sus amigas que las vería después, Pansy se qeudó sentada en su cama, todavía acariciando la mejilla donde horas antes cierta joven castaña de Gryffindor le había dado la bofetada de su vida.
Nunca, nunca había permitido que alguien además de sus padres le pusiera una mano encima. Muchos lo intentaron. Ginny Weasley, Angelina Johnson, Hannah Abbott... pero nunca Hermione Granger. De todas las mujeres en el mundo, Pansy creía que Hermione sería la última en ponerle una mano encima. Le sorprendía ver ese lado salvaje y rebelde de Hermione. Desde el primer año, Pansy la tuvo en el concepto de una chica buena e idiota. Incluso pensó que debería estar en Hufflepuff o en Ravenclaw. Pero nunca pensó que Hermione fuera a demostrarle alguna vez la razón por la que el sombrero la había mandado a Gryffindor.
Pero lo que definitivamente no acababa de creer era que la bofetada no le había desagradado del todo.
Se acariciaba la mejilla sin dejar de pensar una y otra vez en lo que había pasado. No le sorprendió tanto que Hermione la desafiara a un duelo mágico, pero sí que la haya desafiado abiertamente y la haya humillado frente a todo el mundo. Esa actitud, lejos de desagradarle, le había agradado a Pansy. Respetaba a las personas que se defendían y no se dejaban de los demás. Claro, Astoria era la excepción, pero era su amiga porque siempre había sido buena con la pelinegra. Sin embargo, más que respeto Pansy estaba admirada por la rebelión de Hermione.
Sí, definitivamente le gustaba esa nueva actitud de la castaña. Sólo que no sabía que hacer con esa sensación. ¿Cómo debería tratar a Hermione ahora para demostrarle su admiración hacia ella? En realidad, conocía la respuesta a esa pregunta. Pero no se le daba muy bien eso de respetar a los demás, mucho menos a los de Gryffindor, y muchísimo, muchísimo menos a Hermione. Pero bueno, podía aprender. Poco a poco, pensó, se acostumbraría a tratar mejor a Hermione. Si hubiera pensado ese tipo de cosas en el pasado, se hubiera reído de si misma, se hubiera asqueado de si misma. Sin embargo, no entendía porqué, no se sentía así ahora.
Con todos esos pensamientos confusos en mente, tomó su bufanda verde de Slytherin y salió de su sala común.
Hermione se sentía feliz y satisfecha con la humillación que le había hecho pasar a Pansy. Hasta que Harry le reclamó por meterse en problemas que no valían la pena.
-De todas las personas, Harry-dijo Hermione mientras se alejaban del Gran Comedor-, creí que tú serías el último en reclamarme algo por desafiar a Pansy.
-No estoy diciendo que no se lo merecía...
-¿Y yo sí me merecía todas las cosas horribles que me hacía?
-¡Tampoco dije eso!-se defendió el azabache-Pero no vale la pena meterse en problemas por esa asquerosa serpiente.
-No me importa, Harry-dijo Hermione firmemente-. No me arrepiento de nada. Perderé con mucho gusto todos los puntos de Gryffindor como Pansy me siga molestando y yo tenga que volver a humillarla.
-¡Hermione!-Harry la escuchaba incrédulo-¡¿Te estás escuchando?! ¡No hablas en serio! ¡¿O sí?!
-¿Y qué si lo hago, Harry?-preguntó Hermione-¿Qué harás al respecto? ¿Detenerme? ¿Detener a tu mejor amiga de defenderse?
-No, no lo haré-dijo Harry-. No digo que no te defiendas, Pansy se merece todo lo que has hecho el día de hoy y cosas mucho peores. Pero no es la manera de hacer las cosas.
-¡¿Entonces que debería hacer, Harry?!-preguntó Hermione perdiendo cada vez más la paciencia-¡¿Ir de soplona con un maestro como tu noviecita?!
Esta vez fue Harry el que perdió la paciencia.
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Por accidente.
Fanfiction¿Qué tienen en común una Slytherin y una Gryffindor? ¡Acertaron! Nada. Hermione Granger y Pansy Parkinson están lejos de detestarse: se odian a muerte. Desde el primer día, Pansy le ha hecho la vida imposible a la princesa de Gryffindor por ser una...