Capítulo 13

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-A veeeer.- Rodó los ojos la cantante.- ¿Qué ha pasado ahora?

-Nada.- Bufó.- Si vienes a cachondearte ya te puedes ir yendo.

-Madre mía el mal humor que llevamos hoy encima.- Se sentó a su lado, extendiéndole una cerveza.- Cuéntame, anda. Hace muchos días que no ves a Alba, seguro que ha pasado algo.

-Pasa que nunca puede quedar.- Abrió la cerveza y le dio un par de tragos.- Todo el rato tienen cosas que hacer esos dos.

-Esos dos tienen nombre y los adoras tanto como a su madre, Natalia.- Suspiró. Una vez más las dudas.- ¿Y no has pensado en acoplarte a esos planes?

-No, si ella no hace por quedar conmigo, yo con ella tampoco.

-Madre mía, pero si la que tiene tres años eres tú.- Rodó los ojos.- Me desesperas, Natalia.- Se terminó la cerveza, levantándose a por otra. Les esperaba una tarde larga.

-Me da igual.- Bufó.- Estoy harta de tener que ser yo siempre la que vaya detrás de la otra.

-¿Ha pasado algo más?- Alzó una ceja.- Porque lo otro no lo veo para tanto.

-Ha pasado que la Mari se casa.

-¿María se casa?- Sonrió emocionada, aplaudiendo por unos segundos. Nunca se habían visto en persona, pero se podría decir que ya eran amigas después de las miles de videollamadas a las que se había acoplado.

-Sí, y, ¿sabes qué?- Sonrió irónica.- Que resulta que no va acompañada.- Bufó.- Yo quería decirle que fuese como mi acompañante.- Se cruzó de brazos, aunque enseguida cambió el gesto y miró a su amiga.- Vienes tú conmigo.

-¿Qué? No, ni de coña. Todo para montar jaleo con la rubia.- Negó repetidas veces con la cabeza.

-Tampoco sería la primera vez que se cree que estamos liadas.- Le guiñó el ojo.- Por favor, por favor.

-Joder.- Apartó la mirada.- Es que esa cara me puede, Lacunza.

-¡Bien!- Celebró, abrazando a la de rizos con fuerza.

-¿Natalia?- Sonrió María al otro lado de la línea.

-Oye, que te llamo para decirte que iré con alguien a la boda.

-¿Cómo?- Frunció el ceño.- Natalia Lacunza Sanabdón, te prohíbo rotundamente que vengas con alguien.

-¿A mí por qué?

-Porque viene Alba. Alba Reche, ¿te suena?

-Bueno, pues bien por ella, Mari. Sabes de sobra que ya quise pasar página, y en ello estoy.- Mintió.

-Te odio, me caes fatal, joder.- Bufó, frunciendo el ceño a pesar de que la otra no podía verla.

-Gracias Mari, te quiero, adiós.- Le colgó antes de que dijera cualquier otra cosa.- ¡Alice! Ya se lo he dicho.- Asomó la cabeza por la puerta del comedor, con una sonrisa inocente.- Eres la mejor, gracias.

El timbre, poco después de que se abrieran otra cerveza, sonó. Cuando Alice abrió y vio la cara de enfado de Alba, supo que lo mejor era desaparecer de allí, por lo que puso la primera excusa que encontró y se marchó.

-¿Qué haces aquí?- Alzó una ceja, mirándola desde el sofá sin intención de levantarse.

-¿Qué te pasa conmigo últimamente? Casi ni me respondes.

-Nada.- Apartó la mirada, dándole otro trago a su bebida.

-Nat...

-No me llames así cuando me pasa algo contigo.- Musitó.

Dos primaveras// AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora