Otra vez. Mis pies se sienten pesados, quieren parar, pero mi mente manda órdenes sin cesar para que mis extremidades sigan moviéndose. No me detengo ante nada, ni ante una roca grotescamente grande que se encuentra ante mí, impidiéndome avanzar. Pongo mi pie derecho sobre el suelo, obligándome a clavar más adelante el otro pie para poder frenarme. Apoyo mi mano sobre la superficie porosa de la inmensidad de la roca. No es una montaña porque podría escalarla. Esto es una roca de unos componentes macizos, los cuales no dejan traspasar ni la más dura de las herramientas que el ser humano ha creado hasta el momento. ¿Cómo llegó hasta aquí? ¿A caso la puso alguien? ¿Por qué aquí?
De pronto, un sonido espeluznante hace que mi bello se erice. Miro hacía todas las direcciones en las que la oscuridad de la luna llena me permite divisar árboles y hojas colgantes. Otro ruido, esta vez viene de una dirección diferente que la anterior. Corro alrededor de la roca, esperando que acabe alguna vez, pero el milagro no llega.
- ¡Glenn!
No oigo respuesta alguna. Le llamo otra vez, pero sigue sin aparecer.
Mi mano no se ha despegado de la roca desde el momento en que la posé allí, pero ahora toco algo más húmedo y pegajoso. Me llevo la mano a la nariz para oler de que se trata. Huele a una mezcla de excrementos, hierba y carne podrida. Aparto la mano lo más rápido que puedo y puedo ver cómo, literalmente, el suelo se mueve a mis pies.
Esta anocheciendo, pero todavía puedo ver los vestigios que dejó el atardecer. Como se pudo atrever el Sol a dejarme solo ante esta situación.
Ahora, llevo mi mano pegajosa de aquel mejunje a mi pecho y me la limpio. En cuanto termino no puedo mover ni un músculo más. Sé que están aquí, conmigo, a mi lado, encima de mí.
Otro sonido desgarrador y mi amigo sigue sin aparecer. No sé si le volveré a ver alguna vez. Mis brazos cuelgan como el péndulo de un reloj mientras que el pelo de mi cabeza se balancea de un lado a otro, sin parar, gracias a la brisa que corre a estas horas del día. Las hojas pendientes de las ramas se balancean al unísono que mi cabello, se oye como el viento hace sisear a las hojas, como se burlan de mí por estar en esta situación. Impotencia es lo que siento, por no haber esperado a Glenn, por no haberle salvado. Aun no quiero creer que haya muerto, pero no me queda otra que afrontarlo antes de que vengan a por mí. Mi mano no se mueve, sin embargo, puedo notar como una superficie peluda pasa por ella. El pelo está sucio y pastoso, lleno de hojas secas y tierra mojada. Solo pienso: "Ya están aquí".
Mi puño se cierra, provocando que mis uñas llenas de mugre se claven en la palma de mis manos. No moriré en vano, no sin antes luchar.
Levanto los brazos y los llevo a mi espalda. De allí saco dos sables de doble filo. Uno de ellos incorpora pequeñas pestañas que hacen que parezca una sierra, mientras que la otra esta lisa y afilada. De la manga de la chaqueta saco una navaja y me la coloco en la boca, abierta y lista para ser usada en caso de emergencia. Sacudo mis piernas haciendo que el tejido de mis pantalones gire de lado, como si fuera piel que se ha convertido en unas escamas acorazadas. Adopto una posición de espera y respiro hondo.
Los atacantes no paran de rodearme, tanto por arriba, como por el sur, por el este, en definitiva, por todos lados. Noto como uno pasa por detrás mía y me roza el talón, aunque sigo sin moverme, no sea que los altere más. Ellos sacan sus dientes a relucir mientras me miran con ansia e impaciencia, esperando que dé un paso en falso para poder arrancarme las extremidades. Muevo mis dedos en torno a mis armas y cierro más la boca en torno a la navaja. ¡Hora de actuar!
Llevo mi espada derecha de sierra al frente, justo donde un coyote espera mi ataque. Astutamente se aparta hacia la derecha, pero inmediatamente choca contra un camarada suyo y caen al suelo sin poder evitarlo. Me abalanzo sobre ellos y les corto el cuello a los dos de una sola estocada. Uno más grande y aterrador se me echa encima y consigue desequilibrarme antes de haberme podido ponerme de pie. El coyote me mira con los ojos llenos de hambre y expectación, entonces es cuando puedo notar como un muro de mi mente cae sin explicación alguna.
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Sobrenatural
Acción"Huye Duft, huye". Piensa el muchacho mientras está siendo perseguido por coyotes que desean su búsqueda y captura. Entonces pasa, y se da cuenta de que su cuerpo ya no le pertenece a él. Obra guardada en Safe Creative. Código:1505264178056 PROHIBID...