Apolo y Dafne [DRACO MALFOY]

Capítulo 7

Pasé días estudiando para una ridícula prueba del profesor Snape quien desafortunadamente ahora daba Defensa contra las artes oscuras. Era demasiado estricto y eso me presionaba demasiado.

—Profesor —elevé la mano antes de que diera por concluida la clase.

—No tengo tiempo para preguntas tontas Leclair.

Me valió y aún así hablé —¿Y Malfoy? ¿No se suponía que todos tenemos que hacer la prueba ya que de lo contrario se reprueba la materia?

—Es cierto.

Agradecí a aquella chica Gryffindor que me apoyaba.

—No es de su incumbencia señoritas —me miró fijamente. —Ahora salgan todos ya mismo.

—Se suponía que era obligatorio, de lo contrario usted se está contradiciendo.

Sentí como me ganaría con aquello un tremendo castigo pero la verdad es que tenía toda la razón y él profesor lo sabía.

—Salga de mi clase ya mismo o a quien le anularé la prueba será a usted.

—¡PERO ES INJUSTO! —me levanté de golpe y todos me miraron —¡Todos nos esforzamos como para que el muy malcriado llegue y apruebe todo sin mover ni un solo dedo!

—¡BASTA! —los pasos rápidos que dió hacia mi banca realmente me erizaron, llegó en menos de tres segundos desde el frente de la clase hasta mi banca que se encontraba casi al final del aula —Se queda conmigo, la llevaré a detención y su prueba ya está anulada, parece que eso es lo que quería.

—¡¿Y MI ESFUERZO?!

—Usted misma lo acaba de lanzar a la basura, parece que la malcriada es usted.

¡¿Cómo se atrevía a hablarle así a una estudiante?! ¡Eso debería estar prohibido!

—Si se va del aula me encargaré de que su estancia en mi clase sea muy agotadora.

Quería lanzarle miles de insultos y gritarle a la cara como lo odiaba. Mi maldito esfuerzo valió pura... ¡Agh! En serio lo odiaba y aún más por cubrir a Malfoy, seguro sabía perfectamente en dónde se encontraba.

—Lo siento Léa —dijo Hermione pasando a mi lado —cualquier cosa puedes decirme.

Le sonreí, al menos tenía amigos, de lo contrario creo que estaría perdida, quizá ni siquiera tendría la fuerza de voluntad para hablarle a Snape cómo lo había hecho.

Todos habían salido del aula, todos excepto yo y el profesor que me veía con una mirada realmente asesina. —Lastimosamente no es de mi casa, de lo contrario ya tendría bien pensado su castigo, quizá podría negociar un tanto con Minerva y puede que le apliquen.

No se si con eso intentaba intimidarme o darme una lección que no necesitaba, pero para nada lo logro, al contrario me aburría tanto escucharlo que quería levantarme y pasar de sus chorradas.

—Acompañeme al despacho de la profesora McGonagall.

Lo seguí por los pasillos, muchos me miraba, algunos se reían y otros me miraban con asombro. Llegamos al despacho y no hizo falta tocar más de una vez para que McGonagall nos diera la orden de pasar.

—Profesor. ¿Puedo ayudarle en algo?

Snape me tomó de la túnica y me jaló con fuerzas hacia dentro para que la profesora pudiera entender mejor de lo que se trataba.

—¿Pasa algo Léa? —preguntó McGonagall.

—¿Pasó algo Leclair? —un jalón más me tomó por sorpresa.