Primer encuentro

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7 de Diciembre de 1941

Jack Conway:

Cambie de posición en la cama por décima vez en toda la noche, pero una vez más, no conseguí dormir.
Desde hacía varias noches que no lograba conciliar el sueño. Los entrenamientos y la constante probabilidad de entrar en la guerra me mantenian despierto las pocas horas que se me permitía descansar.

Resignado a sumar una noche más a mi racha de insomnio giré mi cabeza en dirección al reloj en la pared justo enfrente de mi cama, marcaba las 5:38 am; había pasado más de siete horas tumbado en el incómodo colchón volteado de un lado hacia a otro esperando a que aquello me ayudara a encontrar el cansancio acumulado y así por fin cerrar mis ojos para reponer energías, pero no lo logré.

Tarde unos cinco minutos más en aceptar mi derrota y ponerme en pie para dirigirme a las duchas de la base. Cuando llegué aún no había nadie a excepción de dos chicos, probablemente novatos, que ya estaban completamente arreglados para iniciar el día a pesar de faltar más de una hora para comenzar con el itinerario de hoy.

No tardé demasiado en tener mi uniforme, cabello y gafas completamente arreglados, listos para otro día en el infierno. Miré el reloj en mi muñeca antes de salir camino al comedor, 6:09 am, tenía exactamente 51 minutos para desayunar, lo justo y necesario.

Me encamine al comedor común sumido en mis pensamientos, el día de hoy se supone que tendríamos simulacros en caso de ataques, según había oído las probabilidades de que Estados Unidos dejara de ser neutral ante los problemas que estaba causando Alemania eran cada vez más altas, y aunque me costaba admitirlo, me causaba cierta inquietud saber que en caso de declarar la guerra, yo sería de los primeros en ser mandado a las trincheras.

Unas voces al otro lado del pasillo me regresaron a la realidad. Normalmente habría pasado de largo si no fuera por el tono inquieto del comandante Scott

—¿Lograron hundirlo?— Le preguntó a otro hombre, no logre recordar su nombre, pero sabía que formaba parte del control naval.

—Así es, seguimos sin saber cuales eran sus intenciones pero de momento esta controlado— A la lejanía su porte parecía tranquilo, pero su voz demostraba lo contrario.

No pude evitar sentir curiosidad, hablaban de hundir algo y fuese lo que fuese, por como estaban las cosas, aquello no podía significar nada bueno.
Me acerqué a paso tranquilo a los dos hombres, dude un momento en preguntar por lo que estaba pasando, podría quedar como un entrometido, aunque a estas alturas, lo que pensaran de mi era lo que menos me importaba.

—¿Se puede saber que esta pasando?— Ante aquellas palabras me gane la mirada de ambos. Hicieron un rápido intercambio de miradas y finalmente el comandante Scott habló —Coronel Conway— Hizo un saludo militar, me hizo sentir un completo idiota al notar que había olvidado las formalidades y simplemente me acerque como si fueran mis colegas de bar, de alguna manera la inquietud por un posible ataque enemigo me habia puesto nervioso. Rápidamente le devolví el saludo y una disculpa en voz baja que estoy seguro logró escuchar pero ignoro y continuo hablando —Hace unos minutos recibimos la alerta de un submarino japonés con posibles intenciones de atacar. Afortunadamente logramos hundirlo y la situación parece estar bajo control. Aún así estaremos alerta—

En todos mis años de servicio había visto y oido cosas horribles, pero ninguna me había hecho sentir como la sangre se helaba de un momento a otro. Fue como un balde de agua fría, trate de mantener la postura pero podía apostar que mi rostro estaba completamente pálido —Me mantendré alerta, comandante— me despedí de él de la misma forma en la que lo salude y continúe mi camino con una nueva preocupación en mente.

Volverte a ver {Intenabo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora