Capítulo Tres

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| 𝟶𝟹 Run Away and Don't Look Back

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Lo poco que Cariba logro dormir, pronto se vio en vano ante lo cansado que resultaba abstenerse de preguntas

Al despertar sus padres se hallaban afilando y puliendo sus armas, ella se acercó e intentó ayudar preocupada ante lo diferente que resultaba el ambiente

Pawlup le prohibió estrictamente ir a su árbol, pues desde allí se podía ver lo terrible que era el daño que continuaba por esa gran estructura.
Lo que claramente la tenía nerviosa y sin poder evitarlo se la pasaba mirando al horizonte en aquella dirección.

—iré por provisiones — dijo de repente Tora'ka luego de intercambiar repetidas miradas con su pareja, lo cual Cariba sabía que significaba una especie de comunicación no hablada entre ellos

—espera, no es peligroso? — se levantó confusa deteniendo a su padre del brazo

—estará bien ma'ite — tranquilizó la mujer haciendo una seña para que se acercara
—se mantendrá oculto  — terminó, pero sonó como una pretensión a su esposo más que palabras confortantes para su hija 

—no vayas al árbol y no toques a los ikranes — le advirtió a la chica levantando uno de sus dedos, muy consciente de la confianza y sumisión que las criaturas le tenían.
Pronto le envió una pequeña sonrisa besando su frente
—volveré antes de que lo noten — se despidió, llamando a su ikran mientras se aseguraba de llevar en mano su arco

Para Cariba, no pasó desapercibido que su padre iba tan cargado de armas que parecía ir a un campo de guerra, aún así se acercó a su madre la cual se encargó de distraerla con algo que afilar

Pero a pesar de los intentos de Pawlup por distraerla de la preocupación que ella misma también cargaba, las horas pasaban y eran contadas minuciosamente por la pelinegra; la cual estuvo por escaparse a su árbol de no ser porque tenía a su madre al lado

—iré por algo de comer — murmuro la mujer luego de suspirar exhausta de continuar con la tarea

—esta bien, ya casi termino — se dedicó a crear más flechas en el transcurso del día, sin embrago la madera recolectada para ello ya se acababa

Pawlup estuvo por desaparecer de su vista, hasta que se devolvió con una mirada imponente

—donde se te ocurra escaparte, dile adiós a Kala — advirtió y luego de un asentimiento frustrado de la humana volvió a caminar

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