Capítulo 1.

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Jessica esperaba en la puerta de su casa, ansiosa. Aún no le había visto y ya le temblaban las rodillas.

No le extrañó.

Jax solía tener ese efecto en la gente, en los hombres porque le respetaban y en las mujeres porque con una simple sonrisa, le abrían las piernas sin pensárselo. Pero con ella, él se comportaba de un modo muy diferente. Era la primera chica en mucho tiempo con la que quería tener mucho más que un polvo. Y por suerte para sí misma, Jess se había dado cuenta, lo cual no le resultó difícil porque lo conocía de unas cuantas cenas que las familias de ambos habían compartido desde que eran pequeños.

El sonoro motor de la Harley inundó toda la calle residencial del bonito barrio donde se encontraba la lujosa casa de sus padres. Jax apareció montado sobre ella, con el casco y las Ray.Ban Wayfarer. Aparcó frente a ella y le sonrió de inmediato. Jess no pudo por menos sonrojarse. Habían salido unas cuantas veces, en teoría como simples amigos, ya que no había sucedido nada que indicara lo contrario. Porque por muy amigos que fueran de los Teller y por mucho cariño que le tuvieran a Jax, sus padres no aprobarían ningún tipo de relación entre ambos que no fuera meramente de carácter fraternal. No aprobaban la estrecha relación del motero con los SamCrow y mucho menos que perteneciera a los Hijos de la Anarquía. A pesar de que, por lo que los Willeher sabían, ellos simplemente iban juntos en moto por las carreteras de California.

Robert y Maryse Willeher salieron a saludar al muchacho, mientras Jess hacia un gesto de fastidio que provocó una sonrisa en Jax.

-Buenos días señores Willeher, hace un mediodía precioso.

Ambos rieron, por supuesto con esa simple y amable frase ya los tenía en el bote.

-Cierto Jax. Dinos, ¿a dónde vais tú y mi hija hoy, chico?

-Al lago, hace un tiempo demasiado bueno para desaprovecharlo.

Jessica volvió a ponerse colorada, igual que había hecho cuando Jax le había preguntado la noche anterior si le apetecería darse un baño con él. Solo la idea de verle sin camiseta ya le provocaba un cosquilleo por ciertas partes bastante sensibles de su cuerpo. Pero al mismo tiempo tenía vergüenza de quedarse en bikini frente a él. Jess sabía, y no por arrogancia sino porque sus amigas no paraban de decírselo, que tenía un buen cuerpo, uno muy deseable para una jovencita de dieciocho años. Pero aun así, no podía evitar tener sus momentos de inseguridad y más con él.

Entonces se percató de que la estaba mirando directamente y una sonrisa apareció sin permiso en sus labios.

-Pues pasadlo bien y tened cuidado con las zonas de corrientes.

Jess se volvió hacia sus padres para darles un beso de despedida en la mejilla.

-Adiós papá, adiós mamá.- Se acomodó bien la mochila con motivos étnicos y se subió a la intimidante Harley. Notó como Jax se tensaba cuando le pasó las manos por la cintura, siempre le ocurría lo mismo cada vez que le tocaba, pero se relajó de inmediato para ofrecerles una sonrisa amable a los Willeher.

-Tened cuidado en la carretera y no corráis, ha habido muchos accidentes últimamente.- Jax se inclinó hacia atrás, rozando la cintura de Jess con el brazo, notando como la muchacha se estremecía con su simple toque; para poder coger el otro casco que tenía enganchado a la parte de atrás de la moto. Una vez que se lo hubo pasado, se volvió hacia Robert Willeher.

-Tiene mi palabra de que Jessica estará a salvo. Nunca corro cuando llevo a alguien conmigo. Además, a esta hora no habrá demasiado tráfico.

El hombre alargó la mano para estrechar la del joven, asintiendo firmemente con la cabeza.

La inocencia no dura eternamente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora