Capítulo 37: "Manos frías"

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Si tan sólo hubiera algo que yo pudiera hacer con el hueco quemado dóndeestaba mi corazón. Sí pudiera dártelo, pero ya lo tenés, mi corazón ya no lo guardo yo. 

Entonces siento que ya no puedo regalarte más nada.No puedo dedicarte galaxias, bajarte la luna o enseñarte sobre mis astros favoritos, pero en su lugar puedo ofrecerte cada uno de mis lunares, la laguna de mis llantos.

Puedo entregarte mis deseos reprimidos, mis caricias silenciosas y mis impertinentes ganas de besarte.He tenido incontables vidas, cuerpos anteriores a este, pero mis ojos han sido siempre los mismos y su único objetivo era buscarte, encontrarte, tenerte. 

Te doy mis pensamientos ahogados, mis latidos nerviosos, mis susurros indistinguibles.

 Bañada de rojo, con su miel de rosas, te había soñado incluso antes de conocerte, con la esperanza rota y vistiendo la tristeza de Ofelia. Adornada con el manto del añoro y el broche del abatimiento, cantando en voz baja con el agua del arroyo llegando al cuello, apagando mi fuego y apaciguando las últimas lágrimas. 

Con mis manos congeladas y los labios azules, las mejillas partidas sin saber decirte si era por el frío o por la sal que resquebrajaba mi piel, la mirada desvanecida y el viento que arrulla el cuerpo inmovilizado, ya incapaz de salvarse.Inhalando el aire de nicotina que sale de tus gélidos labios con tu corazón lleno de tabaco y el mío de melancolía. 

Intentamos esconder pecados provocativos debajo del perfume de las magnolias, con mi energía sol alumbrando arduamente y mis ojos desteñidos del cansancio. 

Sueño delirante, incontable, inaudible. Memorias perdidas, sensaciones vividas, amores irremplazables.El cielo y el alba han sido testigos de mis tormentos, de mis innumerables llantos, ácidos amaneceres seguidos de amargas noches llenas de su inocencia. 

Tus cálidas manos contrastan las mías, y le dan equilibrio a mi indiferencia, a mi distancia. Tu cercanía le demuestra a la mía que cargar con heridas es una elección, que la indiferencia es sinónimo de agotamiento y la desconfianza, resultado de lo recibido.

Las acciones despejan más que las palabras y mediante las tuyas puedo leer un sinfín de párrafos llenos de ternura, una dulzura interminable. Un amor inquebrantable, un dolor soportable, apacible. 

 31-1-23 2:27 A.m.

Cosas que nunca dijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora