Los gritos y reproches llegaban a los oídos de esa pequeña niña, ocasionando que su vista se nublara cada vez más. Las lágrimas que se iban acumulando de poco a poco en sus ojos comenzaron a resbalar por sus adorables mejillas rosadas. Esa noche ella tenía algo en claro... Escaparía de ese lugar.
Dentro de su mente había ideado un plan; un plan de huida.
(¿O de vida...?)
Los humanos, su propia especie... Su familia... Por años la habían tratado como un monstruo. Fue abusada, utilizada y maltratada durante todo lo que llevaba de su corta y miserable vida, solo por ser diferente al resto de niños humanos. Solo por el color rubí de sus ojos, que se asemejaban a los de aquel demonio de esa vieja y estúpida profecía.
"Oh, sí, la profecía..."
"La leyenda dice que un demonio perteneciente del pequeño pueblo cerca de la cima del monte, va a descender y les dará la libertad a los monstruos, tras romper la barrera..."
...
—Semanas antes de mi caída yo fijé un objetivo...
La tachaban de ser un monstruo... Un demonio. Aún sin tener pruebas contundentes sobre ello, entonces... ¿Por qué no mostrarles que en verdad podría ser uno? Uno que acabara con su felicidad, con sus deseos... Con sus vidas.
¿Por qué no convertirse en ese demonio que tanto despreciaban...? Ese demonio que ahora ella quería ser.
Uno colmado de crueldad.
Uno con insaciable sed de venganza.
Uno con un alma... Uno renacido por la determinación.
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