📖CIENTO CINCUENTA Y UNO📖

22 2 0
                                    

Entre risas y bromas, Asher y yo recorrimos aquel almacén un buen rato, solo eligiendo comida sin sentido. Así un buen rato hasta que salimos con las manos llenas y regresamos a casa de Levi, donde Carla, Kikyō y Niggel nos recibieron confundidos.

-¿De dónde salió todo esto? - pregunto Kikyō refiriéndose al montón de cosas que pusimos en la mesa.

-Del archivo. - respondí aun eufórico.

-¿Entraron ahí? ¿Cómo? - pregunto la rubia sin creerlo.

-Gracias a Asher, evidentemente. - y entonces ambos nos pusimos a contarles lo ocurrido.

Carla parecía molesta por no ser ella quien descubriera como entrar, pero yo estaba tan feliz por tener algo resuelto qué ignore si actitud. Por su parte Kikyō no tuvo otra mejor idea que contarle a Asher nuestra curiosidad por el lugar.

-¡Haberlo dicho antes! - comento Asher al final de la explicación. - Yo puedo ayudarlos a entrar y salir las veces que quieran.

-¿Es posible eso? - pregunto Niggel.

-Si, siempre y cuando sepamos en que momento entrar, ya saben que hay seguridad, pero en ocasiones existen excepciones como hoy. Si conocemos más excepciones, podemos entrar y salir sin problemas cuantas veces quieran. - nos aseguro Asher.

-¿Y no habrá problema con la RG? - pregunto Kikyō.

-Lo dudo, en mi bitácora pongo los días en que ellos van al almacén, sabiendo eso podemos evitarlos.

Bueno, en definitiva con eso se facilitaban muchas cosas, entre ellas el principal problema de mi plan. Ya no tenía que preocuparme, más que por detalles.

-¿De verdad nos ayudarías con eso? - pregunte emocionado.

-¡Pues claro! Ese era nuestro trato, ¿no? - me recordó.

Al fin las cosas me estaban saliendo bien. A este paso podría lograr salir victorioso de la Ciudad Subterránea.

-Pero, luego hablamos de eso, por ahora celebremos ese trato y les daré la bienvenida como se merecen. - añadió Asher.

Se encaminó a los estantes de la cocina para obtener vasos para cada uno. Como un gran acto memorizado abrió una de las botellas y nos sirvió a cada uno; cuando ya todos tuvimos la bebida en nuestras manos:

-¡Brindemos! - alzó Asher su vaso. Lo imitamos. - Por la Ciudad Subterránea.

-Por los nuevos amigos. - le corregí.

Todos nos volteamos a ver y por primera vez en un largo tiempo, nos sonreímos olvidando todo.

-Por los nuevos amigos. - dijimos todos al unisono.

El vino definitivamente estaba exquisito, su delicado sabor a uva era lo suficientemente dulce como para acompañarlo con una gran variedad de comida.

-¡Esto sabe delicioso! - comento Niggel sirviéndose un poco más.

-¿Qué es? - pregunto Kikyō curiosa.

-Es Kurand, un vino traído de Marley hace años. - explico Asher saboreando su bebida.

-Kurand... Se me hace conocido el nombre... - comento la rubia.

-Seguro es por el menú de Nicolo - aseguro Carla haciendo memoria. -, creo que tiene un vino así en su menú.

-Si, debe ser eso... - coincidió Kikyō.

Conocía el menu de Nicolo de pies a cabeza y nunca había leído un nombre así en sus platillos o bebidas, pero tampoco me detendría a hacer memoria exacta del menú. En su lugar, me serví más y seguí bebiendo.

Bebimos y comimos un buen rato, por no decir que hasta el amanecer. Ciertamente, después de un buen  rato de muchas risas, locuras, chistes, pláticas sin sentido y demás tonterías, nos quedamos dormidos.

Ahora entendía porque los adultos bebían, la sensación de tranquilidad era tan abrumadora con alcohol encima, qué dormir y olvidar los problemas era muy fácil. Al menos eso creí hasta que un fuerte dolor de cabeza me hizo despertar de golpe.

-¡Tsk! - me queje.

Mi alrededor era un caos: la casa era un desastre, Niggel y Carla estaban tumbados en los sillones, Kikyō, Asher y yo estamos dormidos en las sillas del comedor, y había comida tirada por todos lados. No recordaba nada de lo ocurrido después de comenzar a beber, pero por alguna extraña razón, sentía que algo no anda bien.

-¡Maldición!... - me queje por mi dolor de cabeza.

-Oye, cállate, deja dormir, Ackerman... - me callo Asher sin moverse. Estaba con la cabeza escondida sobre sus brazos, los cuales reposaban en la mesa.

-Tsk, no grites... - lo hice callar también.

Algo andaba terriblemente mal. Podía sentirlo, mi cabeza comenzaba a dar vueltas y tenía la necesidad de gritar.

-¿Qué tenía ese vino? - me pregunte en voz alta.

-Solo es resaca, duérmete. - insistió Asher.

¿Así se sentía la resaca? De ser así, ahora entendía por que Ami y Levi estaban tan de malas el día que tomaron hasta el amanecer con Hange.

-¡Cállense los dos! - nos grito Carla.

-Tsk, cállate tú, Jeager, ¡qué ruidosa! - me defendí.

-Ackerman, dejame dormir. - me ordenó Kikyō entre un bostezo.

No volví a decir nada. Odiaba este vínculo de amo y sirviente al qué me sometía el poder Ackerman; sin embargo, hacerle caso a Kikyō no era mala idea, me sentía tan mal que no tenía ánimos de pelear con Carla y, además, si guardaba silencio quizá podría volver a conciliar el sueño.

No fue hasta que comenzó el horario nocturno cuando despertamos todos definitivamente. Es decir, habíamos desperdiciado todo el miércoles intentando recuperamos de la noche anterior, pero no me arrepentía de nada, ya no tenía que preocuparme por entrevistar Grinberryall ni nada por el estilo, pues Asher nos había dado la solución. Ya con eso tenía mi estancia en la Ciudad Subterránea resuelta.

-Ah, como quisiera más vino... - comento Asher.

Kikyō y yo nos habíamos levantado e intentamos preparar algo de comida para todos. Carla y Niggel seguian tumbados en los sillones intentando ganar fuerzas para unirse a nosotros en el comedor.

-Podríamos ir por más cuando nos ayudes a entrar. - comente sin olvidar nuestra platica del día anterior.

-¡Oh! Por supuesto, si les parece el viernes les puedo decir que día es ideal para entrar. - acepto el chico sin dudar.

-¿Por qué hasta el viernes? - pregunto Kikyō comenzando a poner los platos de nuestra comida improvisada en la mesa.

-Porque mañana la RG va al almacén a surtirse, pero también es mi día de descanso, no fui a casa en dos días, tengo que ver a mi madre. - explico Asher como si su respuesta fuera la más normal del mundo.

-Entonces, ¿no nos conviene entrar el mismo viernes? - pregunte.

-No, porque seguramente los guardias de seguridad volverás a sus puestos ese día, por lo que la seguridad estará más intensa. - respondió con precisión. Me sorprendía como podía seguir pensando con normalidad después de lo del día anterior. - Mejor tomemoslo con calma, planeemos bien como y cuando entrarán, antes de cometer un error que podría hacer qué los atrapen...


Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora