Capítulo 18 - Pandora (parte 1)

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🎧 Love Story (Taylor's Version) - Taylor Swift

"It's a love story, baby, just say yes."

"Es una historia de amor, cariño, solo di que sí."

Abril

Pellizco mi brazo con fuerza; en parte para asegurarme de que todo esto no forma parte de un sueño, en parte para recuperar la estabilidad que ha abandonado mi cuerpo al leer las palabras trazadas en la arena. Las letras bailan en mis pupilas mientras la sensación de vértigo gana fuerza en mi interior. ¿Acaso este niño pretende que me dé un infarto a los 21 años?, pienso.

- No tienes por qué contestarme ahora. - Pedri parece sobrepasado por los nervios mientras se acerca a mí con pasos rápidos. Pasea su mirada frenética por mi rostro, buscando indicios de una respuesta que parece no llegar. - De hecho, no lo hagas. Déjame hablar contigo primero.

Sus pies descalzos borran con facilidad las letras de la arena; desaparecen como lo hacen las estrellas fugaces, dejando una estela detrás. Como las crestas de las olas del mar haciendo contacto con la orilla.

- Dime algo, niña. - los pies de Pedri rozan las punteras de mis zapatos. - ¿Te has quedado muda y nadie me ha avisado o qué?

Las palabras se han quedado atascadas en mi tráquea; trago saliva con fuerza, notando la boca seca, falta de hidratación. Observo a Pedri con detenimiento, aprovechando la cercanía que llevaba echando de menos en cada hueso de mi cuerpo durante las últimas tres semanas. Durante cada hora de cada día que hemos estado separados.

Ha dejado crecer su barba, que salpica sus mejillas y su mentón, haciéndole parecer mayor. Su pelo está más largo de lo que suele tenerlo, los mechones del flequillo recaen sobre su frente, despeinados. Tengo que retener las ganas de acariciar su frente hasta entretejer mis dedos con los mechones que caen desperdigados por la zona. Al fin y al cabo, el Pedri con barba y con el pelo largo es mi favorito.

Hay algo más que llama mi atención mientras prosigo con mi escrutinio: sus ojos. No son sus párpados inflamados ni la forma en la que las pequeñas venas resaltan, tan rojas, en el blanco de sus ojos lo que hacen que mi corazón se encoja en la cara torácica. Sus ojos, siempre tan vivos, parecen haber perdido gran parte de su brillo mientras nuestras pupilas mantienen una conversación ajena a las palabras, ajena a nosotros.

- Abril, por favor. - no me pasan desapercibidos los surcos de sus ojeras ni la voz rota, cansada, que acompaña su súplica. - Llevo tres semanas viviendo en un infierno. Voy a volverme loco si no me dices algo, lo que sea.

- Manda huevos que te dejes el pelo largo justo ahora. - frunzo el ceño y alzo mis cejas, desafiándolo con mi mirada. - ¿Cuántas veces te pedí que lo hicieras mientras estábamos juntos? Siempre acababas yendo al peluquero solo para molestarme.

La carcajada que brota de los labios de Pedri me pilla desprevenida; él también parece sorprenderse ante el espontáneo sonido. Tapa su boca con ambas manos cómo si estuviera obligada a encubrirla. Como si tuviese que rehuir de la felicidad, de la alegría.

Antes de que pueda darme cuenta, mis manos actúan por vía propia, libremente. Poso una de mis manos en las suyas, retirándolas con suavidad de su boca. Dejando que la sonrisa que intenta ocultar salga de su prisión e inunde su cara de nuevo.

- Ni se te ocurra esconderla. - recorro su labios con mi dedo índice, siguiendo la sombra de su sonrisa con la yema de mis dedos. - Ya hemos llorado y sufrido bastante, ¿no crees?

- Sobretodo tú. - susurra mientras cierra los ojos, deleitándose en el camino que siguen marcando mis caricias. - No te merecías ni una de las lágrimas que has derramado, Abril. Yo sí lo hacía.

Derribando tus barreras || Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora