•J A D E•
Muevo mi pie de un lado a otro tratando de no incomodar a las personas frente junto a mí que, igual que yo, esperan por sus familiares o amigos.
Le dije a mi hermana qué pensaría en algún plan para cuando ellas estén aquí para evitar que JJ y ellas se encuentran o por lo menos no interactuar más de la cuenta, pero lo cierto es que los últimos días mi mente ha estado tan distraída y al mismo tiempo colapsa que me resultó imposible no pensar en algo en específico ¿Jeanne me asesinara? Es lo más probable considerando que es una persona que no le gustan las sorpresas y los planes improvisados.
—¡Tía Jed! —levanto la cabeza de golpe al escuchar la voz de mi sobrina y veo un pequeño duende tratando de saltarse las bardas de seguridad que nos separan.
—Hija, rodelas—le sugiere su madre que arrastra un par de maletas enormes—Las bardas están ahí por algo.
—Pero...—Hina hace un último intento de pasar en medio de las bardas y cuando no lo logra bufa como un búfalo provocando que la mujer junto a mi ría—... Bien, las rodi...rada... ¿Como era?
—Rodear—le ayudo a encontrar la palabra.
—Eso—cruza sus bracitos sobre su pecho y con pasos enfurecidos rodea las bardas seguida de su madre.
La niña corre hacia mi balaceando su mochila de conejo de un lado a otro para abrazar mis piernas. Me inclino hacia el frente y la levanto del suelo besando su mejilla a pesar de que mi espalda duele.
—¿Me extrañaste pequeña Wood?
—Tanto que quiero quedarme a vivir contigo—la pelinegro se aferra a mi cuello—Si convences a mi mami te regalo un dulce.
—Te escuché, Hina—mi hermana se planta junto a nosotros soltando un suspiro m. A pesar del intento por ocultar sus ojeras con maquillaje son notables para mí y no es para menos, talvez se desveló previendo un sin fin de futuros alternos—Y ya lo discutimos, nuestra vida está en Londres.
—Pero papá está acá—esa es su respuesta—Podemos cambiar nuestra vida como la tía Jed.
Niña ingeniosa.
Miro a mi hermana que no sabe que responder. La mención del padre de su hija la bloquea rotundamente.
—Adopte un perrito—cambio de tema y la niña en mis brazos chilla con emoción removiéndose en mis brazos—Se llama Belly ¿Quieres ver una fotografía?
Le guiño un ojo a mi hermana a lo que ella asiente con la cabeza agradeciéndome. Esta situación no es fácil para ella y aunque se mantenga sonriente para no preocupar a su hija, su mirada refleja todo lo que su nuca calla: miedo, angustia, confusión, frustración...
Bajo a mi sobrina al suelo y ayudó a Jeanne con las maletas sin soltar la mano de Hina. Recibo una llamada cuando dejo las maletas en el auto de Ha-neul y contesto a pesar de estar tan atareada.