Cielo azul

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El viento que levemente soplaba balanceaba de un lado a otro los mechones sueltos de su cabello, la mirada de Hange estaba fija en la nubes que adornaban el inmenso cielo azul que presenciaba; desde aquel día no había vuelto a apreciar los pequeños detalles que la rodeaban y tanto le encantaban, todo le recordaba su compañía, incluso esa suave brisa.

Un sentimiento de nostalgia comenzó a invadir su interior, esa vista azulada era muy similar a la que había el día que perdió al amor de su vida. Lo recordaba bien, a pesar del humo de los incendios que cubrían todo de gris, estaba segura de que el cielo brillaba con esa hermosa tonalidad porque al dejar morir a Erwin ella fue en busca de algo que le dijera que Moblit aún seguía con vida, aunque sabía perfectamente que eso no era verdad, pero ahí estaba aferrándose a una mínima esperanza que surgió tras haber consolado a Mikasa.

Por las noches aún podía escuchar su voz regañándola por no descansar, a veces incluso podía sentir su aroma y otras veces podía sentir la calidez de sus brazos. En más de una ocasión creyó que estaba al borde de la locura, jamás había extrañado tanto a alguien como lo extrañaba a él, en lo más profundo de su ser sentía que le faltaba su presencia para ser feliz otra vez y fueron muchas las veces en las que pensó en morir para reunirse junto a su amado en dónde sea que él la estuviese esperando.

Cerró los ojos para respirar con profundidad, era la primera vez en mucho tiempo que podía sentir cómo el oxígeno entraba en sus pulmones, estaba comenzando a sentirse en paz.

—¿Y si nos quedamos aquí?

Hange no pudo evitar sonreír al escuchar esa voz con la que tanto soñó. Abrió los ojos lentamente para encontrar a su costado a la persona que su corazón ansiaba volver a ver.

—¿Acaso podemos ir a otra parte?

—A dónde tú quieras —respondió Moblit para tomar con delicadeza una de las manos de su amada—. Ya no hay nada por lo que debas preocuparte.

—Lo sé, pero quisiera ver a los demás cumplir con su misión antes de aventurarme a explorar este lugar contigo.

—Me parece bien, después de todo, tiempo es lo que tenemos.

Hange giró el cuerpo para abrazarlo, gesto que fue correspondido por Moblit con el mismo sentimiento de amor que le tenía desde que estaba con vida.

—Perdón por tardar tanto.

Moblit deshizo el abrazo para ver a la mujer a los ojos.

—Llegaste en el momento justo, Hange.

Dedicándose una sonrisa mutua, Moblit la tomó del mentón y acercó su rostro al suyo para darle un beso en los labios, mismo que no pudo darle antes de morir y que por cuatro años estuvo guardando hasta el día en que los dos pudieran volverse a encontrar.

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★ Fecha: 30 de marzo 2023.
★ Tiempo: 35 minutos (05:46–06:21).
★ Extensión: 480 palabras.

★ Extensión: 480 palabras

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