El corte en mi brazo izquierdo ardía como si Ra solo me estuviera dentro de mi herida, mi lobo blanco me miraba y estaba alerta mientras caminábamos por un la orilla del Nilo. Ambos nos dirigimos a un oasis que convertimos ya en nuestro campamento en donde muchas personas me pedían hacer trabajos como mercenaria. La noche era oscura y fría, la luna se reflejaba en el pequeño lago de agua dulce.
Me senté en una roca apartando mi capa de cuero para no romperla. Me quité mi pechera de cuero y los brazaletes del mismo material, retire mi capucha también para poder ver bien. Al sentarme tome el material que había elegido, sintiendo su peso en mi mano mientras lo inspeccionaba cuidadosamente.
Comencé a esculpir la máscara, usando un cincel y un martillo para dar forma al material. Cada golpe del martillo resonaba en el desierto, creando un ritmo constante y reconfortante.
Con cada golpe, la máscara tomaba forma. Estaba tan concentrada en su trabajo que parecía que el mundo exterior no existía. Mi mente estaba completamente enfocada en la tarea que tenía delante de ella, y nada más importaba en ese momento.
Finalmente, después de varias horas, la máscara estaba completa. La sostuve en mis manos, examinando cada detalle con cuidado. La máscara tenía la forma de la cara Anubis, el dios egipcio de los muertos, y estaba decorada con intrincados detalles que le daban una apariencia misteriosa y poderosa.
Satisfecha con mi trabajo coloque la máscara sobre mi cara, cubriendo mi identidad. Ahora estaba lista para enfrentarme enemigos sin que supieran quién era realmente.
Noto una mirada desde lejos que se acercaba, un encargo seguramente, el se acercó y me miraba.
Ese hombre se se acercó a mi y me habló con una voz grave y seria, mientras la luna llena iluminaba mi rostro y mis ojos parecían brillar con una intensidad misteriosa.
—Saludos, guerrera.— Dijo el hombre con una sonrisa malvada.—He oído hablar de tus habilidades como mercenaria. Me han dicho que eres la mejor de todas. Necesito tus servicios para un trabajo muy importante.—Me crucé de brazos y lo miré con desconfianza con una de mis manos mano en la empuñadura de mi espada.
—Habla.— Respondí con frialdad.
—Necesito que asesines al faraón. Mi señor, el faraón, es un hombre cruel y despiadado que ha abusado de su poder durante demasiado tiempo. Ya es hora de que alguien lo detenga.— Dijo el hombre con determinación.—Te pagaré generosamente si llevas a cabo el trabajo.—Tendrás todo lo que desees.—Fruncí el ceño y lo mire con incredulidad.
—¿Por qué debería confiar en ti? ¿Cómo sé que no me traicionarás una vez que haya hecho el trabajo?—El hombre sacó una bolsa de piel de su túnica y la agitó ante ella.
—Aquí está tu pago por adelantado,— Dijo.—Y si tienes éxito, recibirás una gran cantidad de oro y tierras que nunca imaginaste.— Tomé la bolsa de piel y la examiné cuidadosamente antes de guardarla en mi bolsa.
—¿Dónde puedo encontrar al faraón?— pregunté.—Necesito información sobre el faraón. ¿Dónde lo encontraré? ¿Cómo es su guardia? ¿Qué tipo de seguridad tiene en su palacio?— El hombre sonrió con satisfacción al escuchar su respuesta.— El hombre llamado Amonhotep me entrego un pergamino con un mapa detallado del palacio real y las medidas de seguridad que tenía que tener en cuenta.
Por lo visto el palacio del faraón estaba fuertemente protegido por medidas de seguridad para evitar cualquier intento de asesinato o intrusión no autorizada. Había guardias en las entradas del palacio, y también había guardias patrullando constantemente las paredes exteriores. Además, las puertas estaban hechas de madera y hierro, y se requerían contraseñas para acceder a ciertas áreas.
ESTÁS LEYENDO
La misma nieve
Historical Fiction¿Qué sucede? Distintos acontecimientos históricos rondaran por este libro, dando pequeños relatos.