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Contemos una historia
Había una vez una princesa que vivía en un hermoso castillo. Aquella princesa era bastante joven, con solo once años ya tenía bastantes responsabilidades reales.
Iba de aquí y allá, atareada y con mucho estrés. Sin embargo, existía un lugar mágico que siempre la reconfortaba, el jardín. Amaba estar ahí, ver las flores, respirar aire fresco y presenciar el cielo. Cada que lo veía deseaba que de ella alas brotaran y pudiera huir hasta un lugar nuevo, lleno de paz.
Pero solo eran sueños. Los días se volvían monótonos, hasta que su padre decidió algo que cambió su vida. Ella no sabía a qué se debía, pero pensó que luego de verla bastante agotada, se preocupó de que enfermara.
Aquel día un joven caballero, de aproximadamente 15 años de edad, fue llamado por el rey, este le pidió un trabajo especial, lo que debía hacer este guerrero era cuidar de la princesa, brindarle seguridad y protección, ayudarla en difíciles tareas, etc. Pero, principalmente, no debía sobrepasarse con ella, si es que quería permanecer con vida.
En el pueblo este joven era muy famoso, desde más pequeño él ya estaba en busca de aventura. Era muy fuerte, pero al mismo tiempo amable, tanto chicos como chicas tenían sus ojos puestos sobre él. Pueda que por ello el rey supo a quién escoger.
Curiosamente, el día que se presentaron la princesa no tenía ni la más remota idea de quien era. Esto desconcertó hasta el mismo muchacho, aunque era lógico, ella solo tenía los ojos en sus cosas. Con solo verlo pensó que era uno más de los muchos soldados que defienden el reino, uno que se creía la gran cosa y que probablemente ya estaba alardeando de que estaría la mayor parte de su tiempo cuidando de una princesa.
Este pensamiento le disgustaba, pero decidió ser educada y acepto este trato, tal vez con el tiempo su padre se cansaría quitaría esta condición. Los días pasaron y la princesa no era muy comunicativa y el chico tampoco, los chismes que corrían pensando que la princesa tendría un amorío con este muchacho desaparecieron rápidamente luego de ver que ni se miraban a los ojos.
Un día la princesa le dirigió la palabra, lo cual le asombro. Le pidió que le acompañará al jardín, necesitaba descansar. Ella se quedó viendo los pétalos de una flor rosada, sonreía. Nuevamente, estaba sorprendido, era como ver otra persona, lo cual le intereso. Ella casi nunca sonreía, siempre tapaba su boca con su mano, como si no quisiera que supieran lo que pensaba.
Así que tomo el valor y le pregunto acerca del jardín, esto le extraño, pero aun así le explico la historia de ese jardín. Era su lugar seguro, era donde sentía que pertenecía, a pesar de ser un lugar solitario a ella le encantaba estar ahí.
Posteriormente, al joven se le ocurrió seguir conociéndola poco a poco en el jardín, esto alegraba los días de la chica, nunca había conectado también con alguien, que sentía que era irreal. Su perspectiva pronto cambió, él ante sus ojos ahora era un chico muy divertido e interesante, él le había comentado que decidió ser guardia para hacer un cambio, sentía que su pueblo no estaba recibiendo la seguridad adecuada y estaba harto de verlos sufrir. Eso la conmovió, realmente le importaba los demás, no era un egoísta como creyó.
Él también supo que ella no pensaba ser una tirana con su reino, es más, pensaba en cómo ayudar a los más pobres y cambiar el mundo, para que se sintiera como en su jardín. Eran dos corazones nobles.
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Cartas sin destino
Roman d'amour¿Alguna vez has escrito algo que sabes que jamás podrás decirle a esa persona? Son solo cartas que escribí para calmar mi alma creativa. Siéntete libre de leer estos pensamientos, tal vez y puedan inspirarte en futuros proyectos. ...