XIX: Envidia

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Las horas pasaron y la familia consideró que, aprovechando el buen tiempo, podían cenar todos juntos... Esta vez Zeth no tenía mas excusas para no ir... aunque mucha gracia no le hacia tener que socializar con sus cuñadas.

No se cambió de ropa ni nada especial, y al salir de su cuarto en el pasillo se encontró con la hermosa Samira, pues también salía rumbo al comedor. Llevaba un vestido azul oscuro que combinaba perfectamente con sus ojos, su cabello negro era algo que nunca pensó Zeth que le gustaría tanto en una mujer. Le costó un poco mantener su cordura en ese momento. Por mas que su prometida le gustara el no quería ser motivo de su desdicha. Por lo que se propuso, con todas sus fuerzas aquella noche mostrarse lo mas indiferente posible. Aun que en ese mismo instante no podría negarse a acompañarla.

- ¿Vas al comedor? - preguntó él

-Así es...- contestó tímidamente ella, con sus ojos inquietos buscando rescate a su alrededor.

Zeth hizo el gesto con su mano de que ella pase primero, por lo que ella comenzó a caminar, el la seguía apenas a dos pasos atrás, con sus manos en la espalda evitando que sus brazos si quiera rocen con los de ella... durante el trayecto no dijeron nada. Solo al llegar a la puerta del comedor, el paso su brazo por encima de la cabeza de ella para abrirle la puerta, e hizo un profundo suspiro...

Ella sonrió, pues pensó que el también se sentía nervioso y su cercanía hizo que el corazón de ella se acelerara.

- ¡Oh! ¡Aquí están! ¡Se ven tan bonitos juntos! - exclamó Maissa enternecida por verlos llegar juntos.

Samira enseguida se sonrojó, pero Zeth parecía tener mas control sobre sus reacciones y se mostró inexpresivo.

Rania los miró con recelo. Su cuñada se veía muy hermosa y a la par de Zeth ambos formaban una pareja muy bonita, lo cual hacia que la rabia de Rania hirviera por dentro.

Otra vez Anisa les había guardado los lugares en la mesa para que se sienten uno a la par del otro. Pero Rania inventó una excusa tonta sobre el frío que según ella entraba por una de las ventanas para hacer que Zeth tenga que cambiar lugar con ella lo que lo dejó, enfrente de Samira.

Zeth ya había puesto los ojos en blanco dos veces al escuchar a Rania hablar, y dar pequeños sorbos de vino, para contenerse en contestarle. A Samira aquello le parecía divertido, pues eso le mostraba una faceta que no se imaginaba que su prometido pueda tener.

Por su parte Zeth, estaba realmente incómodo aquella noche, le estaba resultando muy difícil evitar la mirada de Samira, y escuchar las frivolidades que hablaban sus cuñadas lo ponía de muy mal humor.

-... Las sedas del oeste son más suaves y bonitas que las del sur...- decía Rania

-Debo decirte que esta vez Zeth trajo telas desde la ciudad del sur muy superiores a las que vimos en mucho tiempo. Debo admitir que ir antes de las tormentas fue una muy buena jugada hermano...- dijo Zahid...

-De nada- contestó Zeth sin levantar la mirada de su plato.

-Deberían ver, quedaran maravilladas nuestras mujeres con los textiles...- dijo Zahid.

- ¡Oh! ¿Podríamos verlas antes de que las pongan en la tienda? Tal vez podríamos elegir algunas para la boda, ¿Te parece Zahid? - dijo Dalila.

-Es justamente lo que quiero. No sé cómo las conseguiste hermanito, pero son de una calidad y texturas extraordinarias...-

-Algo pude ver ayer, y estoy segura que hay unas que te encantaran Anisa. - Dijo Amira

-Gracias Hijos...- dijo Anisa sonriendo con satisfacción.

-Por cierto, para ustedes también es la invitación Tía y Samira...- dijo Zahid -Mañana las llevaré a las bodegas si los vientos son mas amables que hoy...-

- ¡Muchas gracias! - dijo Latifa.

- ¡Ah! En el inventario de la compra, había dos tipos de telas más, que no están en las bodegas Zeth... fueron pérdida del viaje ó...-

-No, esas las tengo yo... No estarán a la venta...- dijo Zeth sin levantar la vista.

-Mnmn aún no están casados y ya hay ciertos privilegios para la prometida...- dijo Rania mirando a Zeth y a Samira. - ¿Por qué no podemos ver esas telas también? Se supone que todoslos productos de la caravana que son traídos por los camellos de los Kelubariz, son para cualquier Kelubariz...-  

- ¡¿No aprendes a callar esa bocota eh?!- le dijo Dalila...

-Las compré y las elegí para mi futura esposa, Rania, viajaron entre mis pertenencias, por lo que solo si a ella no le gustan y decide descartarlas, tal vez pueda dejártelas para ti, de otro modo, te quedarás con las que te deje elegir tu marido...- contestó Zeth fríamente.

-Zeth...- llamó Anisa a su hijo con tono de advertencia.

-Esta bien madre, Zeth tiene razón, Rania no debería hacer ese tipo de comentarios. Sabes que en esta familia no hay privilegios para nadie, Rania. Mi hermano como guía y miembro de la caravana tiene el derecho de cargar entre su equipaje lo que necesite y desee para él. Es parte de su equipaje y su ganancia por su trabajo.- dijo Zahid

Samira casi no respiraba, a su lado Rania hervía de rabia, y Zeth aparentaba estar tranquilo, pero se podía sentir la tensión que había en el ambiente.

Los niños miraban la escena callados, sabiendo que aquello no era lo usual. Mohamed y Latifa se dirigieron un par de miradas también, como no sabiendo como aligerar el ambiente.

-Lo siento Zahid, solo que siento que desde que llegó Samira en nuestras vidas no hay otro tema de conversación. Antes era Zeth, todos siempre preocupados por ti, cuñado, y ahora por tu futura esposa. ¿Es que los demás no existimos?... - dijo Rania mirando fijamente a Zeth y luego a Samira con descaro.

Zeth levantó la vista y la hizo callar solo con su mirada. Samira se asustó, fue la mirada mas fría y asesina que había visto en un ser humano. Los ojos grises e implacables de Zeth se clavaron en Rania que si hubieran sido cuchillos la hubieran atravesado de ida y vuelta.

-Rania... ¡Basta! - dijo Zahid...

- ¡Cierra el pico niña envidiosa! A veces eres bastante odiosa. Mira como con tus venenosas palabras arruinas el momento que tenemos para estar juntos en familia. - le recriminó Dalila.

-Yo solo digo lo que todos callan...- dijo Rannia con aire de superioridad.

-Dije que basta. - interrumpió Zahid haciéndose respetar.

-Deberías de ser mas agradecida querida nuera. Zeth arriesga su vida en cada viaje, y hasta trajo las mejores telas para todas nosotras...- Anisa siguió hablando sobre el trabajo de cada uno de sus hijos, y del buen equipo que hacen juntos para abastecer al Oasis.

Samira la miraba y escuchaba con atención a su futura suegra y luego, al mirar a Zeth que estaba en frente de ella, descubrió que el también la miraba, había dejado de comer, y en su mirada ya mas calmada pudo notar cierta tristeza. Solo fue un segundo en el que sus ojos se encontraron, pero para Samira fue suficiente para sentir unas ganas abrumadoras de abrazarlo, de reconfortar aquella tristeza.

Los hijos del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora