Capítulo 6

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Pete agradeció ser el primero en levantarse, aprovechó su ventaja para dar en sus maletines con una camisa de tiro alto o alguna cafarena que le ayudara a cubrir las marcas de la noche anterior. Fracasó en su búsqueda, suspiró frustrado. Se regresó a su cama, se sentó en la orilla y giró su cabeza en círculos, agotado. La camisa blanca que usaba como uniforme no le serviría, Porsche y Arm notarían de inmediato cómo su cuello era adornado por varias manchas rojizas que se combinaban con lo violeta. No quería esas miradas acusadoras del peligro que se había envuelto, tampoco que sintieran que tenían razón. Porque no era cierto, lo que sucedió en el casino solo fue un desliz -uno que le quitó el sueño.

El guardaespaldas bajó la cabeza, cerró los ojos por unos segundos. No tenía opción, les mentiría a sus amigos. Culparía a Wang de esas manchas y de las marcas, seguro de que Khun Vegas no lo iba a desenmascarar. Pete cogió una bocanada de aire, creyéndose más confiado. Fue por su toalla para ducharse, decidido a darse tregua de los tontos pensamientos de su omega interior y a su vez, esperanzado de borrar el rastro del aroma del alfa dominante. Lo último era absurdo y lo sabía, el sándalo no desaparecería. Estaba fijado en cada centímetro de su piel, desatando una llama que lo hacía arder con los recuerdos de esa noche.

Las mejillas de Pete se sonrojaron, negó en desaprobación y se arrastró al baño. Antes de llegar, se percató de un bolso bastante colorido. Sonrió al leer la nota que traía: "Para que no pierdan nuestro estilo. ¡Es un favor, eh! Deben patear a Vegas como pago".

Khun No había enviado nuevas mudas de camisas, chalecos y un par de trajes; demostrándoles que su preocupación por ellos era genuina y que esas condiciones que imponía solo las usaba de pantalla. Porque Khun No sabía que nadie le obedecería, especialmente, Pete. Él había excedido los límites con el heredero de la segunda familia, jurándose así no cometer el mismo "error". Su inquietud fue reemplazada por ilusión al encontrarse con una cafarena negra, su jefe lo había salvado sin siquiera imaginarlo.

—Gracias, Khun No. Prometo no volver a negarme a usar ese disfraz de conejo. —Pete susurró para sí mismo, tomó la camisa, unos pantalones e interiores.

Porsche bostezó, sobó sus ojos con ambas manos y terminó por estirarse aún en la cama. Rascó sus cabellos adormilado, la figura de Pete se hizo presente. El recesivo rodó los ojos y seguido sonrió; no importaba el lugar, su amigo no perdería esos agotadores hábitos como despertarse tan temprano. 

— ¿Entrenaste?

—Quise, pero ayer llegué bastante agotado. —Pete mintió, su única misión fue cubrir su cuello.

Porsche asintió, dándole la razón y volviendo a bostezar. —No desesperes, Pete. Muy pronto escaparemos de los primos Theerapanyakul.

— ¿Así? —Pete acomodó sus cabellos detrás de ambas orejas, se aseguró de que su arma estuviera cargada y finalmente la puso detrás de su espalda para tomar un chaleco negro del bolso de Khun No. Metió su cajetilla de cigarros, encendedor y su celular asignado en los bolsillos del chaleco. —. ¿La promesa de irnos a mi isla y poner ese bar es definitiva?

—En lo absoluto. —Pete bajó la cabeza y sonrió, Porsche frunció el ceño. —. ¿Por qué lo dudas?

—Porque Khun Kinn no te dejará ir, ya te lo mostró. —El recesivo ladeó la cabeza, su amigo nuevamente tenía razón. El heredero de Khun Korn se arriesgó por verlo, por pedirle otra oportunidad desde aquel incidente.

—De ser así, entonces podemos llevarlo con nosotros. Siempre que financie nuestro bar, claro. —La risa de Pete no se hizo esperar, Porsche se contagió de ella.

El humor del omega dominante había mejorado, necesitaba la alegría de Porsche y sus ocurrencias para relajarse. Su mente le brindó unos segundos de paz, unos en los que Khun Vegas no aparecía.

Choose us, Pete! [VEGASPETE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora