Amo tu voz

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Fue un hermoso concierto. Nunca había presenciado una unión tan impecable entre un pianista y una cantante. O tal vez, entre un piano y una voz, porque no tengo recuerdos de haber escuchado nunca a ese viejo y destartalado piano color negro deslustrado tan armonioso, tan afinado. El pianista, durante los últimos cinco años, ha sido el mismo; un anciano señor de terno, muy talentoso, cuya edad solo es superada por la velocidad de sus dedos al tocar cada una de las melodías. Lo único que ha cambiado ha sido la voz; he escuchado de todo, voces graves y agudas, voces como infartos y como grillos... pero... esta vez... se sintió tan... tan diferente... tan musical... tan... exquisito al oído, tanto que literalmente redefinió lo que era escuchar música. Casi puedo ver a su voz, como cortina de color, danzando sobre mí, rodeando pequeños destellos de luz que salen del interior del negro piano, de cada tecla, de cada toque, todo mientras mantengo mis ojos cerrados. Quisiera saber que fue diferente esta vez con otras; si el piano es el mismo, ¿sería su voz la que volvió armónico el óxido en el sonido de ese piano?

― Despierta ― Me dice Ricardo, con una desesperación en los ojos que delataban sus ansias por no estar allí. Si le dijera que realmente no estaba dormido, no me creería nada ― Ya es el final, no puedo creer que te hayas dormido. Esta fue tu idea, tú eres el fanático de este tipo de cosas.

Se me escapa una pequeña risa, sin intenciones de burlarse. No estaba dormido, estaba apreciando el extraño y colorido baile de las luces que surgió en mi cabeza mientras la música estaba todavía en el aire. No me agrada que me interrumpan cuando estoy tan concentrado, pero, por una parte, me alegro que Ricardo me haya regresado a la realidad para los aplausos. Realmente se los merecen, y por mi parte, ya que no suelo demostrar mi aprecio a las funciones, creo que esta vez sí es sumamente necesario hacerlo. Aplaudo con todas mis fuerzas, y en ese momento me percato por primera vez durante toda la noche de la belleza de aquella cantante, de su atuendo, de sus labios y peinado. Y sus ojos, tan bien delineados, parecían cuadros enmarcados. Era sumamente hermosa. Su pequeña boca realmente no justificaba la fuerza de su voz. Si no hubiera sido parte del público no lo hubiera creído.

― Ricardo ― respondo ― gracias por acompañarme esta noche, sé que no te agrada este tipo de música. Significa mucho para mí.

― Así veo ― me reclama mientras una sonrisa sarcástica y una risa ligera revelan que sigue pensando que me he dormido ― Pero bueno, lo prometido es deuda, así que vamos adentro, a que conozcas a la maravillosa voz de hoy ― El padre de Ricardo es el dueño de todo este centro musical, pero es obvio que para ellos esto es tan solo una fuente más de ingresos ―.

― Pues por lo que veo a ti también te ha gustado― digo mientras lo veo a los ojos, tratando de hacer que admitiese que no fue tan malo acompañarme esta noche.

― ¿Y a quién no? Todo el salón se ha quedado sorprendido por su voz y su belleza.

― Yo diría especialmente por su voz.

― Yo diría especialmente por su belleza.

― Yo diría que hasta el piano se ha enamorado de ella ― digo a manera de broma, esperando la reacción de Ricardo.

― ¿Qué? ¿Ese viejo de Narváez? Dudo que a su edad se esté fijando en chicas tan recién llegadas, ¿no crees?

Solo asiento con la cabeza y una sonrisa diminuta. Se nota que no ha percibido lo mismo que yo. A pesar de que él trabaja aquí, noto que no se inclina mucho hacia este tipo de música; ni se ha percatado del cambio repentino en el sonido de ese piano. Lo bueno es que podré sacar provecho de su compañía. Podré conocer cara a cara a la voz que ha despertado el ánimo del evento.

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⏰ Última actualización: May 31, 2016 ⏰

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