Lo Que Tenga Que Pasar, Pasará

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***
—Ding, dong...

El ruido del timbre de la puerta alertó a Misaki, quien se disponía a responder una llamada en su celular.

—Tendrá que esperar, —se dijo mientras se dirigía a la puerta— ¿quién es?

—Traigo un encargo del señor Kurusu. —respondió una voz grave y fría al otro lado.

—¿Será el resto de sus cosas? Que extraño, nunca suele mandarlas tan tarde.

Al abrir, se encontró con un hombre de aspecto sombrío, muy serio y con un traje oscuro, que traía una caja en sus manos. Era Ryo Ogino, un asesino de la familia Suwa.

—¿Qué está-

Antes de darse cuenta, un disparo salió de un arma que tenía oculta el hombre en la caja.

—¡Aggg!

—¿Es desconcertante, no? —dijo el hombre, entrando a la casa calmadamente y tomando a Misaki del cabello— te preguntas ¿por qué a mí? ¿por qué ahora? Es natural cuestionarse eso en estos momentos y más aún cuando sabes que no hiciste nada malo.

Misaki se apartó e intentó acercarse a la puerta de la habitación donde su hija dormía, tratando de proteger la entrada mientras el desconocido la perseguía.

—Debes saber que mi cliente no siente odio hacia ti o a tu hija, pero no le conviene en absoluto que las dos sigan vivas.

—M... Miri. —susurró la mujer que sostenía su vientre sangrante.

—Bien, ya respondí tus preguntas, así que hagamos esto rápido. —sacó una pequeña libreta—Dime tus últimas palabras.

—A... Auxilio. —alcanzó a susurrar la mujer.

—¿Qué dices? No te escuché, repit-

De pronto, la puerta del departamento se abrió y entró un joven rubio con una chaqueta deportiva y un arma en sus manos. Ambos hombres comenzaron a forcejear. Ogino le dio una fuerte patada a Kazuki que lo mandó contra una pared.

En un momento, Kazuki vio hacia el interior y notó a la madre de Miri en el suelo, agarrándose un costado de su vientre.

—¿Qué?

Cuando reaccionó, solo pudo ver a Ogino acercándose rápidamente a él, agarrándolo del cuello.

—Kurusu Kazuki, tú también eres mi objetivo. —dijo antes de meterle un disparo cerca del hombro izquierdo.

—GAAAAAHHHH...

Por alguna extraña razón, Miri no se despertaba en la otra habitación a pesar del fuerte ruido.

—Pero no te preocupes, ya tendremos tiempo de escucharte, primero debo escuchar las últimas palabras de esta mujer, y luego con las de la niña.

—No creo que tengas tiempo para eso.

—¿Qué dices?

—¿No has escuchado hablar de la policía? —dijo Kazuki sonriendo a pesar del dolor— Se dice que son los aliados de la justicia que defienden la paz y no tardarán en llegar. —le mostró su teléfono con una llamada al 110.

Ogino lo miró con desprecio.

—No cabe duda que eres tan patético y estúpido como decía el informe. Bueno, me da igual, lo haré rápido. —dijo dándole la espalda.

—Te equivocas, en realidad, este es tu fin.

Al darse la vuelta, el asesino vio al rubio aún en el suelo, pero con una actitud desafiante, apuntándole con los dedos, simulando un arma.

—¿Y qué piensas hacer, exactamente?

—Ttssj, que ingenuo eres, ¿no sabes que yo soy el cerebro de esta operación? —rio burlonamente— ¡Ahora, Rei!

Ogino se dio la vuelta rápidamente, apuntando a la puerta, esperando al heredero de los Suwa, pero en lugar de eso, Kazuki se abalanzó a su arma e dispararle sin éxito. El enviado por Shigeki Suwa lo volvió a someter y metió su dedo en la herida de bala que le acababa de hacer.

—Eso fue muy astuto de tu parte, pero no te servirá de nada.

—Ja, ¿eso crees?

Antes de darle el tiro final, sorpresivamente, una sirena de policía sonó con fuerza en las afueras del edificio.

—¡Policía! ¡Salga con las manos en alto!

—Creo que se te acabó el tiempo.

—Maldito seas, —refunfuñó Ogino mientras pisaba la cara de Kazuki— no queda de otra, te cedo las palabras de esta mujer. Mira bien su final, —dijo antes de salir huyendo por una ventana– con gusto escucharé las tuyas después. Hasta entonces, sigue temblando como un ridículo gusano.

Todo volvió al silencio luego de la huida de Ogino. Kazuki intentaba levantarse pese al disparo en su hombro.

—Kazuki, debemos darnos prisa antes de que llegue la verdadera policía. —dijo Kyutaro entrando al departamento, encontrándose con la escena de Kazuki sosteniendo a la madre de Miri.

—Oye, aguanta.

—Miri... —susurró nuevamente Misaki.

—Que ni se te ocurra irte, harás llorar a Miri.

—Miri... está... en el cuarto del fondo. —señaló Misaki— Cuídala, por... favor...

—Eso debes hacerlo tú, no puedes abandonarla de nuevo, te necesita, debes ir a su fiesta de Navidad de la escuela ¡Tienes que estar ahí!

—Protege a Mi... r...

*

—Déjame verla. —dijo Kyutaro, interrumpiendo la conversación.

Inspeccionó con cuidado su herida, pues se le hacía raro que estuviera consciente luego de tanto tiempo de haber recibido el disparo, ya que era sabido que los asesinos de la familia Suwa daban tiros certeros qué desangraban a sus objetivos en cuestión de segundos.

—¿Qué haces, Kyu-chan?

Después de unos segundos, respondió.

—Creo que Ogino cometió un error.

—¿A qué te refieres?

—La herida de la bala está demasiado al costado de los órganos vitales, ¿ves? Además, tiene orificio de salida, por lo que no se alojó en ella.

—Entiendo, pero ¿qué significa eso?

—Si la llevamos al médico de inmediato, puede que sobreviva.

¡Hasta pronto, Miri! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora