Kageyama nunca había prestado atención a las bonitas piernas de Hinata.
Tampoco había notado lo esponjosa y suave de su cabellera colorida.
Tampoco había notado la cantidad de amigos que tenía fuera del equipo de volleyball.Kageyama sabía muy poco de Hinata.
Por alguna razón, eso lo molestaba.Hinata Shoyo lo molestaba.
Cuando vió esa cabellera naranja revolotear por el movimiento con el cual volteó a ver a Kageyama en ese partido de práctica luego de haber hecho su tan habitual ataque rápido, acompañado de esa enorme sonrisa que gritaba "felicítame, felicítame, felicítame", sintió sus mejillas calentarse y una sonrisa queriendo asomarse en sus facciones.
Volteó la cabeza e ignoró completamente el punto que Hinata acababa de marcar, haciendo así que Shoyo frunciera el ceño y empezara a exigir un elogio de parte del más alto.
Hinata Shoyo.
Era un nombre bonito para un Omega bonito.
Era lo que pensaban varios Alfas en el Karasuno, debido a la ausencia de Omegas en el instituto, no era poco común que se lanzaran cómo perros hambrientos al primer Omega que tuvieran de frente.Aunque algunos eran evidentemente cuidadosos al acercarse a Shoyo, pues siempre estaba acompañado de ese alto Alfa de aroma a moras y mirada penetrante.
Kageyama sentía que debía de estar al lado de Shoyo y evitar que cualquier Alfa pensase que tenía permitido cortejar a ese lindo Omega de ojos rasgados.Habitualmente caminaban juntos a casa. Habitualmente se quedaban hasta tarde practicando hasta que les dolían los huesos. Habitualmente tenían una carrera ridícula que habitualmente terminaba en Kageyama ganando y Hinata exigiendo una revancha.
Habitualmente Kageyama estaba siempre con Hinata. Tanto que la presencia del otro era natural para ambos.
-Kageyama, creo que te gusta Hinata.- Declaró Sugawara al ver cómo el pelinegro enfocaba su mirada en la sonrisa natural de Shoyo, que charlaba ruidosamente con Noya.
El Alfa saltó en su lugar al escuchar la declaración de su Senpai. Su mirada se oscureció al pensar en esa probabilidad.
¿A él? ¿Gustarle Shoyo?
¡Jamás!
-No.- dictaminó sin más.
¡A él no le gustaba Hinata Shoyo!Claro, era un precioso Omega con una personalidad radiante que te llenaba de alegría con su torpeza e inocencia infantil.
Era un Omega con un aroma encantador a naranjas frescas.
Y más importante que todo eso, era un chico decidido a lo que quería y como lo quería. En sus acciones no había una sola pista de indecisión.Todas esas características encantadoras.
¡Pero a él definitivamente no le gusta Hinata Shoyo!
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.Bueno, tal vez si le guste Hinata, pero solo un poquito, era un pequeño Crush que desaparecería en cuestión de días, se convenció a sí mismo.
Hasta que por casualidad escuchó que el susodicho tenía una conversación con Tanaka, el Beta hablaba exactamente de cómo le gustaría que fuera su novia en el futuro, y la curiosidad realmente le pegó cuando preguntó a Shoyo:
-¿Y cuál es tu tipo, Hinata?- Dijo directamente el rapado, Kageyama se escondió bien (según él) detrás de una pared cercana.
-Mhmmmmmm... Me gustan las mujeres Alfa.- Declaró con seriedad y una sonrisa directa. Ryunosuke empezó a reír a carcajadas.
-Ya, bueno, mujeres Alfa no hay muchas, tal vez tú pareja destinada sea un hombre. ¿Cómo te gustaría que fuera?- Dijo una vez pudo parar de reír. Shoyo repitió el mismo sonido.-A ver... Bueno, incluso si es un hombre o una mujer, creo que quiero que sean más altos que yo.-
Punto para Kageyama.
-También que sean amables con los niños y los animales, creo.-
Menos un punto para Kageyama.
-¡También que jueguen volleyball conmigo!-
¡Mil puntos para Kageyama!-¿Y físicamente? Ya dijiste que altos, ¿Y lo demás?- Preguntó Tanaka recargándose en un pilar.
Shoyo volvió a hacer ese sonido.
-Rubios, así nuestros hijos tendrían el pelo naranja como yo. Ojos claros y bonitos, tal vez que tengan piernas largas, así nuestros bebés serían altos y no pequeños como yo.- Dijo muy decidido.Menos mil puntos para Kageyama.
La descripción de Shoyo era muy específica, le recordaba a cierto Beta que conocían...
Alto, rubio, de ojos claros...
¡¿A Hinata le gustaba Tsukishima?!-¿Cómo Tsukishima?- Preguntó Tanaka.
"Gracias Tanaka-San." Pensó Kageyama al ver que el Beta había preguntado lo mismo que pensaba él.
Hinata palideció y no pudo evitar hacer sonidos de arcadas.
-¡No! ¡Ew, qué asco, Tanaka-San!-
-Pero él entra en tu descripción.- Dijo con una sonrisa.
-¡Pero Tsukishima es feo!-
Oh.
Oh.
¿Cuál era la descripción de Shoyo para alguien guapo, entonces?.
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.
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."Amable..." Kageyama se preguntaba.
¿Amable? ¿Cómo podía ser amable?¿Tal vez sonreír más?
Kageyama llegaba a la escuela temprano como siempre, listo para el entrenamiento matutino del equipo de Volleyball.
Shoyo llegó corriendo detrás de él.
-¡Buenos días, Kageyama!- lo saludó con esa sonrisa que lo hacía temblar por lo radiante que era.
"Alguien amable responde a los saludos..."
Tobio esbozó una forzada y nada simétrica sonrisa para Shoyo y le respondió.
-Buenos días.-Hinata se estremeció y se alejó dos pasos de Kageyama.
-Kageyama, tu sonrisa da miedo.- Dijo el mayor abrazando sus propios brazos.
¡Nooooo! ¡Su intento de amabilidad había salido mal!
¡Ahora jamás le iba a gustar a Hinata!El pelinegro frunció el ceño, oscureciendo así su expresión, Hinata juraba que si Kageyama hubiera querido, le hubiera perforado la cabeza con esa mirada tan penetrante y furiosa.
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.Bien, tal vez ser amable no iba a salir bien, ¿Qué tal jugar Volley con él? No es tan difícil, siempre lo hacen.
O eso quería creer Tobio.
Todo el tiempo se la pasó regañando a Shoyo.
-¡No le sabes pegar al balón!-
-¡Saltaste muy lento!-
-¡Eres un idiota!-
-¡Hinata idiota!-
En un momento, Shoyo le lanzó un balón directo a la frente con toda la fuerza de sus delgados brazos.Kageyama dejo de ver a Shoyo cómo un ángel de luz y amor por unos segundos para ver solo a un naranja enana y peleona.
Lo correteó por todo el gimnasio, hasta que Daichi los sacó a ambos.
¡Qué difícil es entrar en el estándar Shoyo!
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El Pequeño (Gran) Crush de Kageyama {Kagehina Omegaverse}
Фанфик{ABO/ Omegaverse AU} {Cambios en la personalidad -sutiles-} . . . Kageyama Tobio, un Alfa de 16 años, había decidido lo que quería en su vida: una gran carrera en el mundo del volleyball, y nada ni nadie iba a interponerse. Ni siquiera ese bonito O...