Capítulo 2: ¿Amor o dependencia emocional?

6 1 0
                                    

Aslan Villin, un hombre de veinticinco años.

Inteligente, justiciero, amable, noble, audaz...

Son términos que le hacen el favor a Villin. Criado por unos padres presentes y amorosos.

El hombre de 1,90 cm es la clase de personas que siempre trata de ver el bien por las demás personas, aunque no le paguen de la misma moneda.

Lowell Bécquer definitivamente todo lo contrario a Aslan.

Ególatra, manipulador, deshonesto, asesino. Claramente todo lo contrario a Aslan.

Mundos totalmente opuestos, mientras uno hace el bien el otro simplemente hace atrocidades ilegales.

Bécquer creció en un pueblo en la frontera de Londres, su familia era de clase media. Hijo mayor de tres hermanos, siempre tuvo que dar el ejemplo precisamente del hermano mayor.

La escuela no era algo que le gustara tanto. Lo que siempre quiso fue ser exitoso, tener dinero, darse lujos como todas esas personas que veía en televisión, quería ser como ellos.

Nunca lo dudó.

Hasta que un día de regreso a casa, en un terreno baldío, un grupo de estudiantes se adentró y su curiosidad hizo que los siguiera. Un joven barbón, les dio una bolsa algo pesada con algún polvo grande adentro. Los adolescentes sacaron un gran fajo de billetes e hicieron en intercambio.

Esa compraventa captó la atención de Lowell.

Al día siguiente, regresó al terreno baldío a encontrar al joven barbón para decirle que él queria trabajar con él.

Lo que Lowell no sabía es que ese era su pase al infierno de atrocidades tan turbias que vería en el futuro. Un futuro lleno de dinero fácil con una salida interminable.

¿Por qué? ¿Qué fue lo que orilló a sentirse unido a Aslan?

Polos totalmente opuestos.

El departamento de la señorita Spinster se encontraba del otro lado de la ciudad, en dirección opuesta a la del señor Aslan.

Siete de la noche pasaban, el atardecer ya se había escondido, y la brisa del clima era tan frívolo.

Dos pequeños golpes bastaron para que Dafnne abriera la puerta. Y ahí estaba el hombre que la había enamorado con unas cuantas palabras: "¿por qué tienes que ser tan odiosa?"

—Hola, Dafnne.

—Aslan, hola —suspiró.

Nunca se cansaría de admirara al hombre que tiene enfrente. Para ella Aslan Villin era el hombre más valioso que la tierra pudiera tener, y ella se sentía tan afortunada de que él fuera su amado.

Estaba muy profundamente enamorada de él.

Del color de su cabello.

De las pequeñas pecas que tiene en la nariz.

De las cosas que él tanto odiaba, pero que ella podía amar por él.

Lo amaba más que a su vida.

Lo amaba de pies a cabeza.

—No digas nada, Aslan. Quiero ser breve: porque solo quiero decirte que te amo tanto. Ni siquiera las palabras me alcanzan para decirte lo enamorado que estoy de ti. Anhelo pasar todos los días de mi vida contigo. Quiero despertar y probar siempre tus panqueques más horribles y quemados. Quiero siempre ir de la mano contigo, no me importa parecer llavero al lado tuyo —suspira —. Aslan, te amo, y me quiero casar contigo hoy y mil veces más. Quiero ser tu esposa.

El señor Villin se encontraba demasiado sorprendido. No imaginaba una respuesta tan pronto.

Sonrió de una manera inimaginable. No podía ocultarlo.

Verdaderamente estaba muy enamorado, y la idea de saber que se iba a casar con la mujer que había revolucionado toda su vida, lo tenía sin palabras.

Dafnne por un instante se dio cuenta de algo. Una idea que jamás imaginó. Casarse a los veinte años.

Una completa locura.

Pero estaba completamente segura de casarse.

¿Y si fracasa el matrimonio?

¡Que importaba!

Existen los divorcios. SI ambos se amaban, no había poder sobrenatural de que el matrimonio fracase.

Se aman y punto. Un amor maduro y bueno, era lo que este par había anhelado siempre.

Y deseaban con tanto esfuerzo estar juntos para toda la vida.

Lowell siempre se ha caracterizado por ser demasiado impredecible en cualquier aspecto. Por supuesto, el tema del amor no se quedaba atrás.

Hace unos años atrás había conocido a una chica en la cafetería de un pequeño pueblo al norte de Londres.

La vio al salir a lo lejos, una rubia atractiva había captado su atención, había despertado su interes. Por varios días estuvo merodeándola, la seguía a cualquier lado e inclusive la investigó por todas partes.

Lily Rose. Una joven menor —exactamente dos años menor—, nunca había experimentado nada de nada.

Hasta que cruzó con Lowell.

Él le enseñó tantas cosas, desde el primer beso, la primera caricia.

Le aprendió tantas cosas.

Y verdaderamente ella se había enamorado de él.

Era la primera vez que Lily sentía afecto masculino. Era la primera vez que un hombre le daba atención y cariño.

Por supuesto al principio la "relación" era todo de color de rosa, pero a través del tiempo se volvió muy monótona.

Y hoy no era la excepción:

—Te compré algunas cosas, espero y te gusten —Coloca las diferentes bolsas de papel en la mesa, mientras que Lily lo ve sentada en el colchón —. también dejé dinero en tu cuenta de banco.

—Gracias.

Fue lo único que dijo.

—Estás enojada —ella movió la cabeza —. Sí, sí lo estás. ¿Qué te pasa, Lily?

—¿Qué me pasa? ¿En verdad quieres saber? Pero, si nunca te ha importado que es lo que me pasa, Lowell.

—¿Qué dices? —se recarga en la esquina de la mesa con los brazos cruzados.

—Estoy cansada, Lowell. Tan cansada de todo esto. Siempre verte en un hotel dos veces al mes. ¿En qué momento pasamos de citas románticas a estar encerrado en cuatro paredes? Esto se ha vuelto tan monótono, y ya no quiero que siga así —Lily se estaba forzando para no llorar.

Está situación le dolía.

—¿Qué es lo que quieres entonces, Lily? Tú dímelo.

—Quiero que te quedes conmigo, eso quiero.

—No puedo —desvió la mirada.

—¿No puedes o no quieres?

Él no respondió. Simplemente tomó su chaqueta y salió de la habitación.

La respuesta había quedado más que claro para Lily.

Las lágrimas comenzaban a brotar en sus mejillas, porque despues de todo siempre supo cuál era su respuesta. Solo que no quería confirmarlo.

Ella lo quería, se había enamorado de él.

Pero él...

Aunque después de todo, ella seguiría con él, porque lo amaba. Y soñaba con que algún día esto cambiaría. 

Vidas Cruzadas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora