Capitulo III.

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Se sumergió en mí, inundé sus oídos y su mente, estaba triste; como lo estaba mi hija que con sus lágrimas de duelo recorrían mi pedregosa y áspera figura, pero él, abatido, sin saber si siquiera podría reclamar "algo", esperaba que yo lo confortara abrazándolo con mis olas, meciéndolo, como en su momento Ronal lo hizo cuando bebé.

Aonung recordó cuando pasó su prueba iknimaya, junto con otros jóvenes adultos Metkayina y sus nuevos integrantes Omatikaya, que, en ese momento, pasaron a ser hermanos del clan. Cada joven debía de tener el honor de recibir su primer tatuaje, contando parte de su juventud, las hazañas que lograron al pasar las pruebas y sobre todo realizarlo con sus propias manos. Si bien Neteyam había sobresalido en gran parte de las pruebas, definitivamente el arte de la tinta no iba ser una de aquellas; dentro de la cueva él y Aonung eran los únicos que quedaban, todos los jóvenes (incluyendo a Lo'ak, Tsireya y Kiri) ya se habían ido para festejar sus logros.

Le parecía tan gracioso ver como Neteyam sólo lograba hacer un batidillo con la tinta, todos los huesos, dientes y conchas tirados escurriendo de tinta en el piso siendo prueba de que fueron insuficientes para las torpes manos de Neteyam además de sus dedos ya resbalosos por tanta tinta. Sólo faltaba eso, un tatuaje para dar por concluido el ritual.

- ¿No pueden darme un collar de moluscos o algo así? – aventó frustrado la concha que en ese momento estaba usando – es increíble que sea el único que falte, porque sólo estás aquí viéndome, burlándote – se volvió a reír Aonung

- Probablemente sí te haga falta ese dedo extra que tienen tus hermanos – azotó la mano en aire gruñendo mientras él seguía riéndose – No es difícil, sólo rellenas el patrón que has dibujado.

- Precisamente eso es lo que se me complica, se me resbalan estas cosas y no logro ni siquiera tintar un punto – volteó los ojos, Aonung lo mirada de arriba abajo riéndose de la desgracia de su compañero – será mejor que le diga a Kiri que venga a ayudarme – él lo detuvo tomando su muñeca.

- Yo te ayudo – su cola se movió de izquierda a derecha, ya estaba parado, dispuesto a ir a buscar a su hermana – en lo que vas y vienes ya se habrá hecho más tarde, además Kiri ya está allá... técnicamente sabrían que hiciste trampa – detrás de su espalda guardaba un recipiente circular con agua, cuando Neteyam se volvió a sentar, lo puso frente ellos, cubriendo con su gran mano la de él, la enjuagó para quitarle el exceso de tinta de los dedos – claro, sólo sí quieres – sin dudarlo con esa sonrisa tan característica de él, sínica, miró directamente los ojos de Neteyam – a menos que me digas que retroceda – al fin le respondió con una risa ahogada, moviendo su cabeza de un lado a otro mientras le ofrecía la otra mano para que continuara limpiando, Aonung la recibió con suavidad, la ungió en el agua, a pesar de que la tinta se pudo lavar con facilidad, continuaba acariciando la mano de Neteyam dentro del cuenco donde cabían perfectamente las tres manos.

- Te dije que tomarás la decisión más inteligente – las comisuras de Aonung se pronunciaron cuando extendió su sonrisa al estar limpiando la otra mano – dejaré que me ayudes para que veas que yo también aprendí a tomar las mejores decisiones – soltó su mano cuando cayó en cuenta que no tenía más tinta y sólo la mantenía bajo el agua para acariciarla, Neteyam acomodó su postura para hincarse frente a él, mientras Aonung se esforzaba por respirar profundo para calmar sus latidos y se dio media vuelta para acomodar el cuenco, dándole la espalda. Cuando regresó para verlo de frente mintiéndose de pie; dispuesto a recorrer con tinta y manos su cuerpo, en sus mejillas se esbozó un muy ligero sonrojo, tomó una concha rosa, que asemejaba una pluma ancha y el cuenco en donde tenían la tinta, tomó su barbilla con los dedos, su pulgar casi rozaba los labios de Neteyam; con un rápido movimiento levantó su cabeza para dejar al descubierto su cuello, desequilibrando su postura, levemente hacia atrás.

Las Ilusiones ahogadas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora