Por Badur Zhela
Estimados lectores, reciban un saludo desde mi persona, y a nombre de mi ciudad. Una ciudad trabada en una serie de barrancos y valles, perdida en la inmensa sierra de la tarde y sumidos en una hermosa selva seca de difícil acceso por tierra, por lo cual, hace unos meses vimos con sorpresa que llegaba un viajero solitario por el camino de tierra, un tipo singular, su acento no denotaba ningún lugar conocido por mí y con quien comúnmente debíamos sincronizar vocabularios porque usaba palabras muy anticuadas. El viajero partió hace menos de una luna y antes de irse, me ha llamado, y me ha dado el encargo de escribir esta carta y se ha marchado. Así sin más, sin explicaciones, ni detalles. Apenas he conocido a esta persona, pero su personalidad me impresionó y me sentí motivado a atender su petición.
Lo único que me ha explicado es que sea una carta abierta al universo; los lectores, ustedes, posiblemente no existan, tanto como yo no existo para ustedes. Me ha dicho que escriba como si le escribiera al mono desnudo que somos, sin lengua, ni cultura, simplemente que comente de persona a persona mi vida, mi realidad, y las emociones que me habitan.
Por esta razón no tiene caso que de detalles de mi tiempo ni mi ubicación, dado que ella es tan relativo, que para ustedes no significa nada la Cordillera rosa o los barrancos de tule; tampoco la fecha es un dato de valor, en todo caso les puedo asegurar que mi fecha es AHORA, igual que para ustedes.
Tengo setenta años de edad. Nuestro cuarto es un bello lugar donde vivimos alrededor de 67 personas, yo soy de los más viejos, aunque todavía me deben de quedar unos veinte años de actividad, esfuerzo y mucho amor de los míos.
Yo nací en otro cuarto, el cuarto de una ciudad lejana y muy diferente a esta, aunque con costumbres similares y mucho intercambio entre ellas. La comida se parece, mientras que el clima es muy distinto, el idioma es el mismos pero sus inflexiones son totalmente diferentes; las dos ciudades basan su música en el son, pero la música de esta ciudad me enamoró: la primera vez que estuve en un baile común aquí, me sentí una hoja en la selva bailando hasta la madrugada.
Estuve yendo y viniendo por algunos años, hasta que me mudé para establecerme en un cuarto con mis mejores amigos y desde entonces, nuestro cuarto ha prosperado, tenemos hijos y nietos.
No podría hablar por todos los cuartos, cada uno es una entidad en sí misma, tiene carácter, filias y fobias, resultado de todas y cada una de las particularidades de sus integrantes.
Cada cuarto es único y nunca es el mismo, se modifica continuamente y esto lo reflejanen sus símbolos que cambian continuamente, adaptan sus edificios y sus bioprocesos para que todo responda a las condiciones de ese momento; eso no quita que seamos muy celosos de nuestro legado y sintamos orgullo de las hazañas del cuarto, eso anima la competencia y el crecimiento. En compensación, los cuartos por definición tienen como "función génica" el servicio a todos los habitantes de la ciudad.
Los cuartos no tienen límites cercados sin embargo, hay miles de detalles para separar los cuartos de manera clara sin que afecte la selva, por eso, si no eres de aquí, no notarias nada fuera de lugar. El cambio de plantas, ciertas decoraciones, símbolos en los troncos, orquídeas en las piedras, cada cosa en su conjunto organiza el espacio y define las invisibles fronteras de la responsabilidad de un cuarto.
En el punto más accesible hay un gran espacio que llamamos "la casa vacía", un cuarto más grande que los demás donde se reúnen todos los cuartos, aquí celebramos, planeamos, decidimos, discutimos y crecemos como casa. Ese sería el corazón de la ciudad, que es al mismo tiempo un lugar donde pueden habitar los que no quieren pertenecer a un cuarto en ese momento o buscan vivir en soledad- La "casa vacía" tiene todo para vivir y en casos de emergencia, todos los cuartos podríamos refugiarnos ahí por varios días, pero comúnmente hay menos de 100 personas habitándola.
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6 "La energía es una selva"
Science FictionCuando pasemos del carbón y el fuego, podremos ver que vivimos en un océano de energía infinita, a nuestro alcance, mientras seamos nosotros los que fluimos en ella y no al revés, así las ciudades serán ríos de energía y sinergia, las personas, hoja...