03. EL DIOS DE LAS SOMBRAS

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𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐒
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Un pequeño niño de cabello azabache miraba la estructura del Hospital Arkham alzarse delante de él con intensidad, haciendo que frunciera el ceño en clara molestia, creando un mueca en sus labios.

Molesto, se removió entre los brazos del policía que lo tenía cautivo.

-¡Deja de moverte, pequeño ladrón! -exclamó el policía, apretando el brazo del niño con fuerza.

El pelinegro apretó los dientes, mirando con un poco de curiosidad a una mujer rubia vestida con una bata blanca acercase a ellos con una gran sonrisa llena de labial rojo.

-Bienvenidos, soy Harleen Quinzel y soy la dueña del Hospital Arkham... -se presentó la rubia una vez que estuvo delante de ellos.

El niño rodó los ojos, mirando hacia otro lugar mientras el policía que lo tenía cautivo y su compañero hablaban sobre su situación con la mujer.

Sintió sus muñecas arder a causa de las esposas que las aprisionaban, y suspiró, sinó hubiera sido tan despistado y hubiera notado a ambos policías cerca de la tienda en donde iba a robar algo para comer estaría tranquilo, en algun callejón solitaria, pero tranquilo y con la barriga llena al final del día.

Su barriga dió un pequeño rugido y se removió, se estaba muriendo de hambre.

De pronto, sintió el agarre del policía intensificarse en el brazo que le sostenia para que no escapara y gruñó, aferrándose en su lugar al saber que lo conducirian a la entrada del hospital de pacotilla en donde, otra vez, lo encerrarían en contra de su voluntad.

-¡No voy a entrar! ¡Me niego, policías ineptos! -gritó enfurecido.

Sus pies se deslizaron con brusquedad en la tierra del jardín al ser jalado por los policías, dejando algunas marcas en el suelo.

-Entradas si o si, niño del demonio.

El uniformado que lo tenía sostenido torció su brazo, haciéndolo soltar un fuerte grito de dolor y una que otra maldición entre dientes a pesar de su corta edad.

-A menos que quieras que te llevemos a la correccional para menores, de nuevo. -amenazó su compañero con una sonrisa maliciosa, a nadie le importaban los niños de la calle y menos a los policías corruptos como ellos.

Bufó rendido, soltando otra maldición entre dientes. No podía volver a esa correcional, si volvía estaba seguro que no saldria vivo de ahí.

Dejó de hacer fuerza, resignado y los policías sonrieron satisfechos, arrastrandolo todo el recorrido por las instalaciones, mientras él se distraía con las cosas que había dentro de aquel 'hospital de mala muerte' como le había empezado a llamar en su mente.

Minutos después, cuando acabó el recorrido lo detuvieron en la sala común y le quitaron las esposas, le dijeron otra palabras a la rubia, y se retiraron del lugar. Dejándolo solo con aquella mujer.

-Bien... Será mejor que sepas algunas cosas para que puedas vivir en el hospital, pequeño Jason. -comenzó Harleen, mirándolo de arriba a bajo con una sonrisa macabra.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2023 ⏰

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𝐄𝐍 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐕𝐈𝐃𝐀, JAYRAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora