Capítulo 7

495 44 6
                                    

Phillip:

Se pudo escuchar su risa a kilómetros luego de eso. Igual la mía. Siempre me contagiaba su ánimo, su risa era una de las cosas que me hacía sonreír por inercia al oírla.

— No, no, tranqui, me comenzaré a cuidar —no quería que se notara mi vergüenza. Su comentario me había tomado por sorpresa y me había hecho sentir un par de cosas inapropiadas—. Aunque si quieres castigarme...

— ¡No mames wey! —no sabía si también se había puesto nervioso o estaba molestando—. No digas esas cosas Pili, que después por eso nos dibujan haciendo marranadas.

— Tu comenza'i weón, hazte cargo —su silencio me hizo reír—. Viste, viste. 

Seguimos conversando mientras yo terminaba mi café. Prendimos la cámara porque el Missa quería mostrarme un poco de como iba el proyecto del video, yo le daba recomendaciones sobre que sonidos o canciones usar. Nos compartíamos packs de sonido o efectos visuales para ayudarnos a editar. Me gustaba mucho oír los sonidos que yo le había pasado en sus videos, se notaba que tomaba en cuenta las cosas que le decía. 

— ¿Estás preparando ya las cosas para el viaje? —preguntó seriamente cuando se puso a editar el vídeo. Yo comencé a subir las escaleras para continuar mi aventura frente a la pantalla—. Queda una semana y media.

Grité de emoción, quizá salió más como un chillido que otra cosa porque él me imitó de forma graciosa.

— Tengo casi todo listo, menos la maleta obviamente, aunque la ansiedad me hará armarla luego —sabía que terminaría como todo un ansioso armándola en unos días, tratando de que no se me quede nada. Ojalá la Amber me quiera ayudar.

— Igual no es tanta cosa wey, porque acá se puede compra de todo. Y si te falta algo yo te lo paso.

— Aaaay, que buen amigo Misoki, por eso te quiero.

La conversación fluía hablándonos de miles de cosas. Riéndonos muchísimo. No importaba lo que él dijera, siempre era un buen motivo para reírme y responderle de forma más graciosa para que él riera. En serio me gustaba mucho oír su risa. Luego de cansarnos de editar, nos pusimos a grabar algunas partidas de fornite, que a pesar de estar siendo grabadas hacían que la pasara increíble.

Jugamos una multitud de partidas, cada cual más mala que la otra (básicamente porque éramos muy malos). 

— ¡Nadie le hace daño al padre de mis hijos! —hice el chiste mientras que alguien golpeaba al personaje de Missa. Me carcajee al instante en que lo dije. 

— Oh no, Phillip... —él también se rio ligeramente avergonzado. 

La partida era cada vez más caótica. Nos subimos a una de las nuevas naves que el fornite había implementado en la última temporada y nos pusimos a cantar la canción de Ben 10. Yo le mencionaba como tuve una profesora que le decían ben 10 solo por tener un reloj muy grande y le encantó el chiste, tanto que lo estuvo repitiendo mucho rato durante la llamada.

— Mira... —estaba muy emocionado por la nueva temporada, habían tantas cosas para hacer ahora en el juego—... como que lo puedo atraer hacia mi. 

— Claro que lo puedes atrae- ¡¿has visto tus ojos, hermoso bebé?! —me respondió rápidamente. Yo me sonrojé al instante, riendo un poco incómodo. Ahora, cada vez que me llamaba de esas formas, no podía evitar emocionarme y sentirme nervioso. 

— ¿Quieres ir al parque placentero? —preguntó el Missa cuando yo había visto que algunos nombres de ciertos lugares estaban en morado. 

— ¿Quieres ir a sentir placer nuevamente Missa? 

Comencé a hacer sonidos bastante perturbadores cuando nos dijimos aquello, Missa me siguió enseguida. A veces en serio sentía que estábamos conectados para crear las bromas. Me largué a reír al instante. Me la pasé riendo durante todo lo que duró aquella partida y varias más. 

— Soy un hot dog mexicano, de esos mojados que comes tú hermano —me recordaban a los completos de Talca. Que completos tan malos, todos húmedos y con tomate rallado. Missa me respondió molestando por los completos que se comen en Chile, aunque él no sabe que una zona de mi país come completos igual que allá— Mojados... Mojados me gustan tus besos bebé. 

Ya me era inevitable decirle así, quería ponerle mil apodos tiernos y decirle muchísimas cosas inapropiadas en un amigo, y más en un amigo hombre. Incluso llegué a imaginarme dándole un beso al Missa y me obligué a quitarme esa imagen de la cabeza al instante. Ya suficiente tenía con lo de la ducha. Decidí dejar de grabar y que jugáramos una partida sin necesidad de estar al 100 para el vídeo, pero en realidad éramos igual que dentro de cámara. 

— ¡El botiquín Missa! ¡Tómatelo! —le gritaba para que se curara en medio de una pelea. Él intentaba hacer lo mejor posible. Yo ya me había muerto, estábamos jugando fatal pero se pasaba bien. 

— Melo- bebo —se curaba justo antes de resucitarme—. ¿Por qué siempre te mueres Phillip?, yo tengo que hacer todo en este equipo. 

— Es porque tu eres buenísimo weón, dejo la partida en tus manos —siempre se me salía lo fan con Missa. Aunque mientras le decía aquello lo mataron en el juego y terminamos perdiendo la partida—. ¡Pero hermano! JAJAJA 

Mi corazón se llenaba cada vez que estaba conversando con él, las horas pasaban volando. Siquiera supe en que momento habían pasado de ser las una de la tarde hasta ser las malditas seis. Y yo no había almorzado, solamente desayunado. Era un irresponsable, la Amber me iba a retar.

— ¿Por qué tendré tanta hambre? —me pregunté en voz alta— ¡Por la chucha! No almorcé weón. 

— ¿Es neta? —me respondió Missa, con ese tono que había acostumbrado a tomar cada vez que me retaba—. No mames Phillip, tienes que comer bien. 

— Ya sé weón, ya sé —dije restregándome los ojos, tenía la vista cansada de tanto estar frente al computador—. Me voy a almorzar entonces, chau Missa. TQM para tí. 

— Adiós Pili, cuídate y come bien. Ahí hablamos por mensaje.

Corté la llamada y suspiré con fuerza, sin dejar de sonreír. Últimamente no podía dejar de sonreír en su presencia (al menos en su presencia visual). 

— Que enamorado te ves... —escuché una voz provenir desde la puerta de mi habitación, era obvio que no sería otra persona que Ámber. La única que ingresaba a mi casa sin problema. La miré poniendo los ojos en blanco—. No te estoy molestando Felipe, es en serio. 

Me levanté de la silla y salí de la habitación con ella detrás. Me dirigía a la cocina a hacerme lo más rápido que pudiera para almorzar. 

— Eres muy feliz cuando conversas con él. 

— Obvio po, si es mi amigo. Mi bro —evitaba mirar a Ámber y concentrarme en los fideos que me estaba haciendo.

— Sigue diciéndote eso Felipe... en algún momento te darás cuenta. 

Quédate un momento más y ya | Mr. PhissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora