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Trascendía la mañana del viernes de manera tranquila en la cocina de los dormitorios

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Trascendía la mañana del viernes de manera tranquila en la cocina de los dormitorios. Algunos comentaban emocionados que ese fin de semana irían a visitar a su familia, otros que se quedarían a adelantar algunas tareas y el resto apenas estaban despiertos y preferían desayunar en silencio.

Katsuki, era parte del último grupo. Extrañamente no había gritos de su parte, ni siquiera cuando por accidente Tokoyami derramó jugo a su lado casi manchándole el uniforme. La clase no pasó por alto la inacción del cenizo, más decidieron no decir nada, excepto por tres de ellos.

Kaminari, Sero y Kirishima notaron casi al instante el animo decaído de Bakugo. Era inusual que apareciera totalmente mudo y cabizbajo, usualmente hacía su aparición regañando a alguien. Se acercaron de manera cautelosa y se sentaron frente a él para poder ver bien su rostro.

Algo andaba mal, ese brillo tan peculiar que siempre habitaba en sus ojos había desaparecido. Se veían apagados y a la vez perdidos en algún punto de la mesa sin siquiera percatarse de lo que sucedía a su alrededor. Los chicos estaban en la misma mesa, pero sentían que estaban a kilómetros de distancia.

Se miraron entre ellos sin saber que decir, la noche anterior el cenizo se había dado cuenta de sus sentimientos, por lo cual creyeron que iba a aparecer en la mañana dispuesto a declararse como el macho que es. Pero fue todo lo contrario a lo que imaginaron, podían jurar que incluso parecía querer llorar ahí mismo. Nada se les ocurría como respuesta y tampoco tenían mucha experiencia en el amor como para creerse expertos, eran igual de vírgenes que su explosivo amigo.

—¿Puedo preguntar que sucedió anoche? —se atrevió a preguntar Kirishima.

Katsuki lo miró, no quería responder, ni siquiera quería habla. Su humor estaba como la mismísima mierda, no tenía ganas de nada, quería volver a su cama y dormir hasta que ese estúpido sentimiento desapareciera. No estaba enojado, sino triste y confundido, podría decirse que hasta incómodo con su estado actual, sabía que no era él.

—Nada.

—Sabes que puedes confiar en nosotros, Bakugo —le aseguró en voz baja para que nadie oyera y se acercara a preguntar.

Bakugo no respondió, sabía que era así, después de todo ellos sabían el secreto que pensaba llevarse a la tumba. Se levantó de la mesa con su desayuno a medio terminar y se fue de ahí, no quería más preguntas.

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Crisis Existencial • |DekuBaku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora