VII

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Esa noche no había podido pegar ojo casi, a pesar de lo que me había dicho Adler antes de salir del sótano, seguía con miedo. Había convivido casi dos semanas con personas que creía conocer pero que en verdad eran más de lo que contaban, toda la información que me llegó el día anterior me pasó factura durante bastantes horas. Tenía ojeras de no haber podido dormir más de media hora, mi cuerpo se sentía cansado y mis pelos estaban alborotados por haberme movido mucho sobre la cama.

Esa noche ni siquiera pude pintar mandalas para calmarme, mi mente estaba en la frase que Adler decía mirándome a los ojos.

— Tú hermano mató a nuestros padres Shirley.

Ladeé la cabeza para no tener que afrontar eso tan pronto, bajé a la cocina y la última persona a la que me quería encontrar estaba ahí. Intenté ignorar que ella me miraba y me hice el desayuno, esta vez opté por huevos revueltos y un par de tostadas con aguacate, aceite y sal. Al terminar me senté en frente de Hanne, no quería tenerla cerca aunque sabía que ella no era capaz de hacerme daño, nunca había cometido un crimen y no iba a empezar conmigo.

Comencé a comer una tostada y suspire cansada de pensar tanto, mis pensamientos me estaban comiendo esa mañana, no podía alejarlos ni para mear. Vi una mano acercarse a mi plato y la miré, Hanne me estaba dando un vaso que contenía jugo dentro.

— No quiero.

Esta suspiró ante mi comentario y dejó el vaso ahí cerca de mi plato.

— No tiene nada malo, prometimos no hacerte nada, y aunque no te lo hubiéramos prometido no somos capaces de hacerte algo Shirley, te hemos cogido cariño en el tiempo que has estado aquí, de verdad siento que eres mi amiga, que hemos congeniado bien y ni yo ni los demás somos capaces de ponerte una mano encima para hacerte algo malo.

Sus palabras retumbaron en mi cabeza como cuando su hermano contó que todo lo que tenía en mi vida resultaba ser mentira, agache mi cabeza pensativa, tenía razón en una parte pero en la otra no estaba segura. Era cierto que en todo lo que yo estaba ahí no me habían hecho nada, si lo hubieran querido hacer en vez de acogerme en su casa me habrían dejado en la calle, o me habrían hecho algo malo cuando yo estuviera aquí dentro. Pero, ¿por qué ocultarme tanto tiempo la verdad?

Hanne me leyó la mente porque respondió a la pregunta que me hice.

— No queríamos que sufrieras más de lo que estabas sufriendo cuando tus padres te echaron a la calle, queríamos contarte esto más adelante cuando tú lado sensible se hubiera calmado, no queríamos que tuvieras tanto peso encima y por estar mal tomar una decisión incorrecta.

Suspiré entendiendo por que no me lo dijeron antes aunque aun así me costaba asimilar toda esta situación.

— Lo entiendo pero es difícil asimilar esto, tener que aceptar que el ángel en el que creías y querías salvar, en verdad es un demonio que se sabe salvar solito.

— Te entiendo, cuando yo empecé a tener consciencia y me enteré de todo lo que mis padres hicieron, me fue difícil, y cuando murieron más — tragó saliva con fuerza dándole vueltas con la cuchara al café que tenía en frente — nunca me perdonaré no haber estado ese día para salvarlos, podía haber hecho algo, pero ese mismo día me dieron una pastilla para dormir, cosa que no estaba bien porque yo era pequeña todavía, apenas tenía diez, solo que ese día estaba muy mal y no me podían calmar con otra cosa.

Que me estuviera confiando más información sobre el día de la muerte de sus padres me derritió el alma, ya no estaba tensa como antes, solo atenta.

— No tienes la culpa de no haberte enterado, ¿pero Adler donde estaba?

ShirleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora