Capítulo VII - Clases de manejo

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Clases de manejo


No puedo, te juro que no puedo.

Sebastian se lleva ambas manos a la cabeza, intentando buscar la calma suficiente para que ninguno de los dos salga lastimado de la situación y suspira antes de volver a hablar— No es tan difícil, Julieta. Sólo debes pisar el embrage, mover la palanca hasta el primer cambio y acelerar lentamente.

—¿Cuál era el embrage? —me quejo, presionando mi frente contra el volante del auto.

—Ese pedal —me indica apuntando con la mano.

Las clases de manejo han sido peor de lo que pensaba y las llevamos a cabo durante las mañanas en que las niñas no están en casa. Han sido clases bastante agotadoras, tanto para él como para mí. Es un instructor muy paciente, aunque noto que en cualquier momento podría comenzar a tirarme de los pelos debido a mi poca habilidad al volante.

Durante al menos media hora más seguimos en la misma situación, yo al borde del llanto y Sebastian al borde del colapso, hasta que finalmente algo hace clic en mi cabeza y el auto comienza a moverse.

—¡Mírame! ¡Lo hice! ¡Lo hice! —exclamo quitando las manos del volante para abrazarlo. Su nuevo perfume inunda mis fosas nasales y me gusta tanto que podría comprar el mismo para olerlo día y noche. Por su puesto, por mi acción, el coche se comienza a inclinar hacia el costado de la ruta.

—¡Manos en el volante! —me ordena, asustado.

Me aparto de inmediato y poso mi vista al frente.

—Nisiquiera en mis monoplazas sentía miedo como contigo en un automóvil —bromea, riendo. Lo fulmino con la mirada y avanzo hasta nuestro destino: la escuela de Matilda y Emily.

En el trayecto sigue dándome instrucciones acerca de lo que debo hacer, además de consejos que pueden ser útiles para una principiante, sin embargo, yo no puedo dejar de pensar que al fin estoy conduciendo un coche y que mi instructor es nada más y nada menos que Sebastian Vettel. Podría gritar de emoción ahora mismo, pero probablemente me haga bajar para abandonarme en la carretera si lo hago.

El paisaje a nuestro alrededor es maravilloso, la primavera ya llegó con todo su esplendor repartiendo color por todas partes y el calor ya nos rodea. Le hecho un vistazo a mi jefe que tiene la mirada puesta en algún punto allá afuera. Quisiera molestarlo con el asunto que causa murmullos por cada rincón de la casa, pero sé que no le hará gracia, el término de lo que sea que tenía con Liv lo dejó de muy mal humor.

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