𝑶𝒉 𝒈𝒐𝒅... 『𝑺𝒑𝒐𝒊𝒆𝒓』

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴜ́ɴɪᴄᴏ

Y allí estaba, observando atentamente a uno de sus amigos llorar desconsoladamente por su hija fallecida, lo veía tan mal, que tenía ganas de hablar con el diablo solo para comprobar si podría regresarle a la pequeña de su amigo.

Mariana quien era el que hablaba lo miro a los ojos, y ahí vio claramente el dolor intenso que sentía, quizás, vender algún alma solo para volverle la felicidad no sería malo, aunque fuera su alma la que daría.

Sus ojos observaron toda la iglesia por unos momentos, hasta centrarse en cierto híbrido de araña que se encontraba sentado junto a su pequeño mirando atentamente al castaño de mayor estatura.

Sería mentira si dijera que a veces no extrañaba lo que tenía con el arácnido antes de traicionarlo, a pesar de que aún hablaban, no lo sentía como antes, no sentía la alegría con el que el otro le hablada de su día o le contaba sobre su puesto de comida.

Rápidamente dirigió su mirada a otro lugar para sacarse de en mente al castaño de bonitos oyuelos cuando sonreía.

Miro a Quackity, otro de sus amigos el cual también perdió a su pequeño, escucho atentamente las palabras de este, aunque, no mostraba tanto dolor como Mariana, podía escuchar su voz quebrantarse cada que hablaba. El también tenía un pequeño el cual le dieron a cuidar hasta que sea el tiempo de que su madre lo busque, aunque el decidio no pasar tiempo con el, por el miedo de encariñarse y perderlo, por lo que había decidido ignorarlo completamente, solo lo veía para darle comida o algo, pero de ahí nunca paso tiempo con el.

Sintió una mirada sobre el, por cual busco rápidamente desde donde provenía esa sensación. Se encontró con los ojos de cierto arácnido el cual sonrió algo avergonzado al ver que lo habían atrapado, se sonrojo levemente y lo ignoro por completo mirando a cualquier lugar menos donde estaba aquel castaño.

Se encontraban en la parte delantera de la iglesia, donde se hallaba el cementerio de aquel lugar, estaban esperando a que llevarán los ataúdes de los fallecidos, algo en lo que se estaban tardado demasiado.

Mientras tanto, la mayoría empezó a hablar entre ellos, se escuchaban risas por el lugar, y el ambiente había cambiado a uno más animado, al menos un poco, aunque el clima no ayudaba mucho, estaba frío y también llovía, quien lo diría, capaz era encerio eso de que el cielo llora cada que alguien fallece.