Dejé mi computadora y me estiré en la silla, había sido un día largo y estaba agotada, me levanté acariciando mi cuello intentando calmar el dolor. Desde esa mañana, no había podido dejar de pensar en él, había despertado sintiendo su Nen y no podía dejar de pensarlo. Hacía ya un par de semanas que no lo veía, siempre hacía lo mismo: aparecía y desaparecía sin dejar rastros, sin decir mucho.
Me preparé para bañarme con esa sensación extraña en mi cuerpo, estaba segura de que era él, pero también lo había sentido en la librería, en el trabajo y en el café, era imposible que fuera él en todos lados, y dejando esa idea de lado me di una ducha. Al salir casi muero del susto, tan perfecto como siempre y distraído hurgando en mis cosas, Hisoka estaba de espaldas oliendo mi perfume.
-Por dios- dije tocando mi pecho –casi me matas del susto-. El pelirrojo se giró mirándome con esa maldita sonrisa, recorriendo con sus ojos todo mi cuerpo antes de volver a verme a los ojos.
-Deberías de saber que estoy aquí- se burló. Yo sólo suspiré con una sonrisa. Es que siempre creo que estas por aquí- pensé -Pero nunca te apareces.
-¿Quieres comer algo?- dije evitando su mirada lasciva, pero su bungee gum me atrajo hacia él en un segundo sin darme tiempo a decir algo, sin siquiera poder alejarlo y me apretó contra su cuerpo, entre sus brazos, besándome con furia como cada vez que entraba sin permiso a mi habitación.Quitó hábil la toalla que cubría mi cuerpo y fui incapaz de contenerlo. Caminó hacia la cama haciéndome dar pasos hacia atrás, resbalando sus manos fuertes por mi piel aún húmeda, subiendo la intensidad de sus besos, acariciando mis pechos y quitando su ropa. Lo envolví con mis brazos perdiendo una de mis manos en su cabello rojizo, sus ojos amarillos se clavaron en mí al dejarnos caer en la cama, había algo extraño hoy, un vago sentimiento que no podía descifrar.
La luz era tenue, el calor subía a cada segundo, sus labios mojaron mis pechos que eran recorridos también por su lengua, gemí al sentirlo y él apresó uno de mis pezones con sus dientes haciéndome curvar la espalda de placer. Suspiró al verme reaccionar a sus caricias, su rostro se llenaba de lujuria.
-Espera- intenté detenerlo, había tantas cosas que quería decirle, tantas preguntas sin respuestas -Esto no...- Pero hábil como siempre, su Bungee gum me ató a la cama al intentar resistirme. Selló su boca y la mía volviendo a besarme, se alejó sólo un poco para poder ver mi expresión al entrar en mi interior, solté un gemido dejándome llevar por el placer y el abrió su boca, jadeante al sentir la humedad de mi cuerpo. Sus movimientos comenzaron lentos, casi tortuosos mientras no dejaba de mirarme con esa maldita sonrisa suya
-¿Quieres que pare?- se burló descarado con sus ojos entrecerrados, mordiendo sus labios sin dejar el ritmo.-Hisoka...- susurré presa del deseo, quería más, necesitaba más de él. Se deslizó aún más profundo moviendo sus caderas y yo me abracé de su espalda cuando dejó caer su cabeza junto a mi cuello, mordiéndome, oliendo mi perfume, suspirando agitado y subiendo el ritmo del placer que no dejaba de darme. Volví a gemir su nombre... y podría jurar que lo escuché susurrar el mío mientras endurecía su cuerpo sobre el mío. El roce de toda su piel contra mí me excitaba y gimiendo de placer ante su locura, mis piernas comenzaron a temblar incapaz de contener el deseo, Volví a gemir su nombre notando que ya no estaba atada, rasguñando su espalda sin poder detenerme, cayendo por el borde del abismo al que sólo él sabía levarme. Mi orgasmo desencadenó el suyo, que insaciable y con locura, se dejó llevar bajo mis gritos apretándome contra la cama. Su cuerpo se tensó mientras mordía suavemente mi cuello, un gruñido se escapó de su garganta mientras se dejaba caer en mi interior. Respirando agitados, completamente satisfechos.
No importaba a que jugaba ese cazador conmigo, sólo sé que yo siempre perdía, el ganaba, y se sentía maravilloso.