Instinto Erótico {Nicudy}

Cap. 14 Esfuerzos Combinados

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❛14 • Punto de vista de Judy Hopps •

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En medio de la apacible oscuridad y en la comodidad de un lujoso colchón king size forrado por finas sábanas de seda, podía disfrutar de una absoluta quietud a pesar de las excéntricas decoraciones que me rodeaban; estar resguardada por las cuatro paredes del que sería a partir de ahora, nuestra habitación, me permitía tener la autonomía de mi accionar, al emitir desde mi portátil las evidencias debidamente plasmadas en una cédula digital.

Ante la ausencia de peligro sujeté firme el móvil y hablé con seguridad—. Arriesgamos para obtener información verídica.

En función a mi capacidad logré comunicarme con el íntegro búfalo cafre para brindarle los pormenores de tremenda iniciativa que generó resultados indispensables y que nos permitirá proseguir con la investigación.

—El Alcalde deberá tener pleno conocimiento de los actores ilegales.

—Informe confidencial —enfaticé la calidad de los datos, los cuales derivé hace pocos minutos a su correo virtual—. Discreción hasta culminar la misión.

—Evaluaré la pesquisa y lo catalogaré según el contexto con total reserva.

—Bien —asimilé su respuesta con positivismo—. El plan está bajo control.

—Hopps, no voy a retener el objetivo, el tiempo está corriendo —comentó, dejándome absorta—. Deberá elevarse a la instancia superior de justicia para sancionar a los implicados.

—Señor, aún necesitamos ubicar los puntos de conexión.

—¿Qué requieren?

—Aplazar las fechas.

El silencio se hizo presente hasta que un sonido meditabundo resonó desde el auricular.

—Lo voy a considerar —se mostró asequible—. Buen trabajo.

—Gracias.

—Y para la próxima espera que amanezca.

Sin entender ubiqué la hora desde la pantalla inferior de mi portátil e inconscientemente colgué la llamada, un tanto azorada al reconocer su posible incomodidad, a causa de mi imprudencia. Había pasado por alto tal detalle, perdida en el goce de la buena compañía.

Apagué los dispositivos digitales y centré mi atención en aquella figura masculina que descansaba con definitiva frescura como si no hubiese ninguna carga que le impida relajar el subconsciente.

Espero que tu mente se esté revolcando con la mía...—pensé esporádicamente sin darme cuenta del valor de mis palabras hasta que un sonrojo carmesí se posicionó en mis mejillas—. ¡Qué clase de coneja soy! —me espanté, sin negar mi calentura; cada vez más disfruto las nuevas sensaciones que invaden mi cuerpo y me llenan de vitalidad.

Él se encontraba tendido de pecho con los brazos bajo su almohada, exponiendo su fibrosa espalda mientras el delgado cobertor le cubría la parte baja de su vértebra lumbar.

Mordí mi labio inferior y sentí la tentación por tocar su luminosa piel, por ello, sin detener mis impulsos, llevé una mano lentamente hasta la altura de su omóplato y posé dos dedos para deslizarlos por su columna, provocándole de inmediato un escalofrió; al llegar a la base de su frondosa cola, acaricié los pelos de toda su extensión, palpándolos por primera vez con empeño, recreándome con su magnífica suavidad y preguntándome porqué nunca me permitió tocar esa parte tan característica.