D𝚒𝚟𝚎𝚛𝚐𝚎𝚗𝚝𝚎 [𝙻𝚘𝚟𝚎 𝚕𝚘𝚜𝚝]

10: Discovered truth.

Sintió una fuerte punzada en la cabeza. Abrió los ojos con dificultad y sintió su boca seca. Se levanto por un vaso de agua y noto el desastre en su habitación. Cerro los ojos intentando recordar; Eric llegando a su habitación, después ella fumando marihuana, besándose con con el rubio ─¿había pasado algo más?─  se preguntaba.

─ Mierda─ maldijo mientras sobaba su cuello.

Como un flashazo, una imagen apareció en su cabeza; Eric la había inyectado.

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Se vistió y se marcho de su habitación en busca del rubio. Apenas salió del pasillo visualizo al resto de los osados en un estado "ido". Caminando cómo soldados a los que les habían sacado el cerebro y habían entregado su mente y cuerpo a otros.

Las orbes azules de Eric conectaron con las oscuras de la joven.

─ ¿Qué sucede?─ sonó uno voz tras de ellos; Max.

─ Nada─ respondió el rubio sin dejar de mirarla.

Ness imito el comportamiento de sus compañeros hasta llegar a una fila, en la que comenzaron a tomar armas de fuego. En ese momento un joven osado que Ness recordaba llego confundido preguntando qué era lo que ocurría.

─ Divergente─ vio a Max decirle a Eric. Levanto su arma, apunto al chico y sin una pizca de piedad disparo a su cabeza. La castaña sintió cómo se le erizaba la piel, sus ojos se llenaron de miedo.

Regreso su mirada al frente para encontrarse nuevamente con los ojos de Eric clavados en ella. Eric lo supo desde el momento en que se encontraron por el pasillo y Ness también se sabía descubierta.

Siguió el camino como todos y subio al tren. Quedo atras del vagón, con la vista perfecta para observar a sus compañeros que le daban la espalda. Una figura familiar se hizo presente y con cautela se abrió paso hasta llegar a su lado.

Cuatro actuaba como el resto, Ness lo miraba con disimulo, deseando obtener una respuesta sin embargo esta no llegaba. La joven regresó su mirada al frente resignada y fue ahí que Cuatro entrelazo sus dedos con los de la castaña causando que esta soltara el aire que estaba reteniendo, aliviada mientras que Cuatro la sujetaba con fuerza aferrándose a su calidez.

Durante todo el trayecto permanecieron tomados de la mano. El tren se abrió y comenzaron a descender, percatándose de que habían llegado a abnegación. Los osados comenzaron a sacar a la gente de sus casas. Y a todo aquel que ponía resistencia le disparaban.

─Continua caminando─ susurro el de piel trigueña.

Al pasar junto a una casa que habían dejado abierta ingreso, jalando a la joven con el y cerrando la puerta una vez estaban ambos adentro.

─¿Estas bien? ─ pregunto tomándola por lo hombros.

─Si.

─Se que tienes muchas preguntas pero...