5. Necio es quien no sabe discernir entre los peligros

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El ritmo de nunca jamás es como el de una noria. Cada vuelta que da lo hace en secreto, sin que casi lo percibamos. Bailamos y jugamos, contamos cuentos y simulamos peleas, cantamos y chillamos por igual. A veces nieva aunque no haga frío y las guerras de nieve se vuelven épicas.

He perdido la noción del tiempo, no sé si llevamos aquí dos meses o un año. De vez en cuando Lucas tiene un arrebato de responsabilidad dice cosas como no deberíamos estar aquí o ¿Recuerdas lo que habíamos venido a hacer? Debe ser horrible no poder dejar de ver las puertas. Es como estar en una cascada y que en medio del lago cristalino y brillante se encuentre un rascacielos de cristal amarillento. No sé cómo puede soportarlo.

Aquí no hace falta dormir por las noches, es como un sueño cumplido, uno más. ¿Quién quiere soñar si puede vivir las mil aventuras? ¿Quién quiere dormir cuando puede volar? Solo hay dos normas. Las puso el jefe del lugar. No acercarnos al lago y pasar de las puertas, seguro que a Lucas le debe parecer muy difícil.

Liedna ya es de la familia. La llamamos campanilla porque dicen que no habla y que si fuese mucho más pequeña y de aspecto diferente sería "idéntica". A ella no le gusta pero como no sabe quién es, no puede molestarle demasiado.

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Me acabo de despertar. Es muy raro, nunca dormíamos, hasta ahora. Los demás están todos en una pila de gente inmensa, como una jauría de perros amontonados en la hora de dormir. Estamos en un claro pequeño rodeado de árboles y bosque. En uno de los árboles hay uno con cabañas y lianas por todas partes, me resulta familiar pero no lo reconozco. Me escondo entre los árboles. Muy cerca se escuchan risas y bailes. Las voces son femeninas y hay algo que no las hace humanas. —Gonzo deberías traer a otro, ya va siendo la hora del lago. Para este año danos algo interesante— Al cabo de un rato veo a Gonzo caminar hasta el montón de gente dormida y tomar a una chica rubia y delgada. La arrastra de malas maneras y ella no se despierta. Cuando un rayo de luna le alumbra la cara reconozco al chico que bailaba cuando llegamos, era quien tenía la puerta de las telarañas.

Me fijo en el montón y veo a los 4 que me acompañaban tumbados casi en la superficie. No entiendo muy bien lo que está pasando pero sé una cosa, no los puedo dejar allí. Uno a uno y haciendo el mínimo ruido posible los llevo a una zona del bosque cercana. Al separarlos del montón empiezan a despertarse, la primera es Sarah aunque por poco la llamo soñadora. De hecho me ha costado recordar sus nombres, llevo mucho tiempo llamándolos campanilla, largo, pensante y soñadora.

Poco a poco van abriendo los ojos, todos menos Liedna. Les cuento lo que he visto, el montón en el que estábamos y la existencia de Gonzo y las voces femeninas. Entonces Sarah pregunta:

—¿En qué momento empezamos a estar hipnotizados? Y otra cosa, yo he estado en el mundo de Peter Pan y a ella le llamábamos campanilla.— señala a Liedna.

Los demás confirman que han vivido lo mismo y suponen que el momento de la hipnosis debió ser el ver a las ninfas. Ahora el problema es el siguiente. ¿Podemos derrotar a unas ninfas que nos hechizarán en cuanto las veamos? ¿Deberíamos escapar? Y lo más importante, ¿por qué Liedna no se ha despertado?

—Si nos hemos despertado al salir del montón quizás a todos les pase igual, ¿no?— dice Javi.

—Puede ser, no creo que nos lleve mucho tiempo.— le contesta Sarah.

Así lo hacemos, usamos todos los poderes que podemos, telarañas, hechizos, movimientos yedi. Todo. Lo más importante es ser silenciosos para que Gonzo o las voces no se percaten. Poco a poco hemos reunido a todos los cuerpos en una pequeña explanada. Lo más difícil ha sido que no hiciesen ruido al despertar. Sarah ha necesitado usar su varita unas cuantas veces porque la cúpula de silencio no daba a basto.

La Puerta DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora