Dicen que los mejores escritos pueden encontrarse entre aquellos que no se atrevieron a ser publicados, mostrados al mundo. Enterrados bajo gigantezcas montañas de papel y cartón, y que entre sus hojas esconden hermosos versos, con dolorosas historias. Encarceladas tras aquellas rejas de tinta debajo del áspero papel blanquecino, indeleble al ligero roce, pero fugaces al oído.
Historias que se convierten en mucho más que solo palabras bonitas y frases cautivadoras, sino la esencia y la magia de una persona. Su vida.
Tenemos algo que nos diferencia de los demás y, de cierta forma, los atrae a nosotros. Un encanto que navega por nuestras venas, fluyendo a través de nuestra sangre como diminutas chispas, casi irreconocibles.
Siendo como polvo estelar flotando en la inmensidad del espacio como lo hacen los astros. Junto con las estrellas y los grandes cometas. Simplemente...indescriptible.
Me encontraba corriendo a una gran velocidad, o bueno, dando zancadas para ser exacto. Sentía como mis piernas ardían, gritaban y rogaban para que por favor les permitiera un merecido descanso. No daban para más. ¿Y a quién buscaba engañar? Yo tampoco. Si seguía corriendo como hasta ahora lo más seguro era tropezar como la útlima vez.
Es decir, ayer.
— ¿Otra vez tarde Gunnhildr? — soltó casi como un susurro el chico que, aparentemente, llevaba tiempo esperándome en la entrada del colegio. Un chico albino que destacaba por tener una suave mirada color carmesí y un mechón de pelo de un tono casi similar al de sus ojos. Una leve carcajada salió de sus labios cuando traté de responder, pero en su lugar salió un sonido similar a un quejido.
— Esta vez no fue mi culpa, tuve que pasar a casa de Klee esta mañana para recoger mi cámara antes de que salieran — dije mientras alzaba con ambas manos el delicado objeto — sigo sin creer que pude olvidarla luego de nuestra clase de ayer — me abofetee mentalmente. ¿Ahora que sigue? ¿Mi lira?
Cruzamos la entrada del lugar, rodeamos la aglomeración que se habia formado en el centro del pasillo para poder llegar a la biblioteca. La segunda clase habia sido cancelada debido a un accidente en la carretera, y como llegue tarde, no tenia caso que entraramos a la primera. Tomamos asiento en la parte más alejada, era como nuestro escondite.
Coloqué mi cámara con sumo cuidado sobre el escritorio antes de desplomarme sobre la silla seguido por mi acompañante.
— Lamento ser el culpable de tu atraso en esta clase, Kazuha. Estoy consciente de lo realmente importante que es para ti mantener tu promedio. — suspiré. — Veo que me conoces — apoyó su codo sobre el escritorio y recargó su barbilla en la palma de su mano — entonces también sabrás que me importas más que un par de inasistencias en todo ese papeleo — dejó una suave caricia sobre mi cabeza antes de continuar hablando — no será el fin del mundo, Venti — sonrió.
Kazuha, sin duda era mi mejor amigo, una de las pocas amistades que tenía. Podía incluso contarlos a todos con los dedos de una sola mano. Un hermoso chico con aspiraciones enormes, realmente inteligente y con un carisma único, no sé como logramos coincidir en esta vida, pero agradezco todos los días a los arcontes por haberlo puesto en mi camino cuando más lo necesitaba.
Su mayor sueño es llegar al conservatorio de música fundado por la academia de Sumeru y Fontaine recientemente. Y lo había logrado, había sido aceptado, pero necesitaba presentarse acabando sus estudios con sobresaliente en la mayoría de sus asignaturas para no tener problema alguno con los estudiantes del lugar.
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Mr. Loverman || [Xiaoven]
Teen FictionMe he destrozado ahora Me estoy derramando Sobre este suelo de linóleo Estoy dando vueltas en mi cerebro otra vez antes de poder volver a ti ¿Qué se supone que debo hacer sin ti? <Modern AU> <Los personajes no son de mi propiedad, perte...