El día perfecto

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Bueno aquí les traigo otro fic.

Ocurre en un universo alterno.

Quien adivine la referencia casi en el final, ganará un fanart sencillo.


Loid Forger no solía ser un hombre expresivo, pero hoy podría saltar de la emoción, sin lugar a dudas aquel día podría ser de los mejores en su vida.

Viajaba en el tren subterráneo de regreso a su hogar con una mueca de sonrisa en el rostro mientras miraba por la ventana sujetando con su mano izquierda una bolsa con una de sus comidas preferidas. Sujetó un instante su bolsillo trasero de la parte derecha recordando que lucía mayor pues ese día le habían anunciando que su sueldo había aumentado.

Loid inhaló profundo y miró el sol que se escondía en los edificios, luego de mucho tiempo sentía que por fin reconocían su esfuerzo, pensó que esto era algo que le abriría varias puertas a partir de entonces. Seguido de esto todo habían sido pequeñas casualidades, detalles que después de todo son lo que le dan sabor a la vida, aquella tarde vería en streaming una película que le gustaba bastante y la acaban de subir, había encontrado en su trabajo un nuevo restaurante y había pedido algo que le gustaba bastante, todo parecía excelente.

Hace unos años había entrado como practicante de medicina, la carrera era demandante pero estaba seguro que podía con ella, sus padres siempre lo habían apoyado y ahora no podía esperar a casa y llamarles para contarles que lo habían promovido.

El asiento frente a él se liberó justo en el momento en el que pensó que le gustaría sentarse, puso su comida en sus piernas y alzó la vista.

Ella estaba de nuevo allí, era una chica con uniforme de oficina, tenía el pelo negro y largo sujetó con una diadema dorada, sus ojos eran escarlata haciendo juego con el color de sus labios, su rostro se iluminaba de manera especial cuando sonreía contestando los mensajes que llegaban a su móvil, Loid la había notado desde hace unas semanas que comenzó a abordar la línea, quebrándose la cabeza con que podría decir para romper el hielo y hablarle.

Forger solía ser popular entre las chicas, les parecía atractivo, pero fuera de eso en muchas ocasiones no sabía cómo actuar, no es que se sintiera inseguro solo pensaba demasiado todo buscando  hacerlo perfecto, sobre todo si la chica le atraía, justo como ella lo hacía.

La chica había alzado su mirada encontrándose con la de él, Loid entonces se giró bruscamente golpeándose en la frente en el tubo para sujetarse. Segundos después el tren frenó Forger miró hacía afuera percatándose que había llegado a su estación, sobresaltandose se levantó corriendo y salió sin mirar atrás cuando comenzó a sonar la alarma que señalaba que iba a cerrar.

Loid comenzó a caminar fuera de la plataforma hacia la entrada,el piso enlozado de mosaico de las escaleras, le permitió escuchar con sus sentidos desarrollados el repiqueo de sus tacones aproximándose a él, siguió andando pues pensó que podía estar caminando solo hacia el mismo camino. La curiosidad pudo más, cuando al llegar hacia los reguiletes de la salida y se giró para ver.

— Disculpe...—indicó la voz de la chica a lo lejos.

Forger se percató que era la joven del metro que le llamaba. Su rostro enrojeció recordando que lo había sorprendido mirándola y luego seguramente lo había visto golpearse con el tubo, seguramente aún tenía la marca.

No quería conocerla en estás circunstancias, era una persona que solía cuidar mucho su apariencia en muchos sentidos. Por esa razón cruzó rápido fingiendo no haberla escuchado.

Aceleró el paso por al menos una calle y media, esperó que con eso ya hubiera marcado suficiente distancia entre ellos, cuando pudiera hablar con ella, le pediría disculpas.

Se dispuso a cruzar la calle pues el departamento que rentaba quedaba del otro lado, cuando la observó de nuevo, llevaba las manos juntas y el rostro enrojecido, se le notaba nerviosa. Loid se detuvo abruptamente y siguió derecho, pensó que tal vez podría haberse percatado que la escudriñaba cada día en el metro y ahora le reclamaría. Tal vez debió haber disimularlo mejor, siempre había sido una persona discreta.

Forger se encontraba a una calle de su casa, en ese instante vino a su mente el recuerdo de la chica y como la había visto minutos antes, su rostro sonrojado y su gesto nervioso, no eran en definitiva signos de alguien molesto, además ella escondía algo entre las manos. Loid sintió que algo en su pecho saltaba cuando concluyó sus intenciones. Recordó su época de secundaria, en ese entonces las chicas solían escribir cartas con sus sentimientos cuando iban a confesarse y entonces las entregaban a quienes iban a declararse. Ella quería declararsele.

Ese día no hacía más que mejorar. Nadie había atraído tanto su atención como ella y ahora era altamente probable que a ella también le gustara él. Pensó en volver con sus pasos y corresponderle, pero descidió que lo mejor era esperar al día siguiente y llevarle flores o algún detalle y entonces hacerlo él.

El destino tenía otros planes, pues cuando llegó al umbral de sus departamento ella lo estaba esperando. Lo miraba de nuevo con esos ojos intensos ojos de rubí, se mordía su labio inferior levemente, escondía algo en la espalda sujetándolo con ambas manos, respiró profundo y se aproximó a él.

— Me llamó Yor Briar—indicó la chica con la mirada baja— nos hemos visto en el transporte un par de ocasiones, ¿Sabes yo?...

Permaneció en silencio unos segundos, sus labios se escondieron volviéndose una línea recta y luego los humedecido un poco con su lengua, este gesto fue más de lo que Loid pudo soportar, se aproximó a ella y la tomó de la mejilla, ella susurró algo pero su voz fue dulcemente acallada por un beso, Loid jamás había sido tan impulsivo, pero no podía contenerse, se sentía ansioso de probar sus labios y se sorprendió que su sabor era aún más exquisito de lo que había soñado.

Yor alzó ambas manos en ese momento, en la mano izquierda sujetaba su cartera dispuesta a devolversela, en la derecha un aerosol de autodefensa.

Se percató de la ausencia de la misma en su bolsillo y entendió que esa era la razón por la que lo había seguido.
Loid comprendió como su soberbia había malinterpretado todo y ahora pagaría las consecuencias.

Forger esperó sentir el ardor en sus ojos por el gas pimienta, luego tal vez ella gritaría y estaría en problemas, no obstante había otro factor en esa ecuación.

El beso se prolongó, sus manos de la chica fueron descendiendo y se relajó, sus ojos se cerraron poco dejándose hechizar por el encanto de esa caricia, le permitió o más bien le incitó sujetarla de la cintura y sonrió por fin complacida aceptándolo todo. En definitiva todo le había ido perfecto ese día, en su trabajo, en su día, ¡besaba a la persona que le gustaba en ese mismo instante!. Yor Briar tenía también el mejor día de su vida.

Sweet SurrenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora