LARIMAR: Un misterio bajo tierra ©

SIMULACIÓN 6

Antonio y Marie estaban preparando sus camas para ir a dormir. La habitación en la que se encontraban era espaciosa y cómoda, ubicada en un hotel con una calificación de dos estrellas. Había cuatro literas en total, una para cada persona alojada en la habitación. La decoración era sencilla pero acogedora, con suaves tonos de color en las paredes y cortinas que proporcionaban privacidad en cada litera. Además, había espacio suficiente para guardar su equipaje y moverse con comodidad. Mientras tanto, Isabella y David organizaban la ropa que vestirían al día siguiente para su primer día de investigación.

-Buenas noches, chicos -dijo Antonio con una sonrisa, mientras se acomodaba en su pequeña cama.

-Buenas noches, Antonio -respondió Marie, mientras se deslizaba en la litera de abajo.

-Chicos, ¿qué piensan sobre el plan para mañana? -preguntó David, doblando su camiseta.

-Yo creo que deberíamos ir directamente a la mina de larimar y hablar con los mineros. A lo mejor ellos pueden darnos más información sobre la piedra -dijo Isabella, colocando su pantalón sobre la pequeña cama.

-Sí, estoy de acuerdo. Pero también deberíamos hablar con algunos expertos en piedras preciosas. Tal vez nos puedan dar alguna pista sobre la rareza del larimar -agregó Marie, suavizando su almohada.

-Eso suena genial, pero primero necesitamos dormir bien para estar frescos y listos para mañana -dijo Antonio, cerrando los ojos.

Los demás chicos se pusieron de acuerdo y también se acostaron. Después de un momento de silencio, Isabella rompió el silencio con una broma:

-¿Saben cuál es el animal más divertido? -preguntó.

-¿Cuál? -preguntó Antonio.

-El pato, porque siempre está haciendo "cuac, cuac" -respondió, provocando risas en los chicos.

-¿Alguien más lo notó? -preguntó David, tratando de contener su risa.

-El tatuaje -respondió Isabella, asintiendo con la cabeza.

Marie se sentó en la cama, interesada.

-Pensé que había sido la única que se había dado cuenta.

-Yo también lo vi -agregó Antonio.

Los cuatro estudiantes intercambiaron miradas, tratando de averiguar qué significado podía tener el tatuaje. Pero después de unos segundos de silencio incómodo, Isabella decidió poner fin a la conversación.

-Bueno, ya es muy tarde para crear teorías locas. Mejor mañana le preguntamos a Joseph qué significa.

-Tienes razón -dijo Antonio, estirándose en su litera-. Es hora de dormir.

-Sí -secundó Marie, metiendo sus piernas dentro de la manta-, buenas noches.

El sol comenzaba a filtrarse por las ventanas e iluminar la habitación cuando Joseph apareció en el umbral de la puerta. Se presentó con su característica energía y entusiasmo, interrumpiendo el sueño de los jóvenes exploradores.

-¡Bueeee-nóos, días! -exclamó.

-Buenos días -Antonio bostezó y estiró los brazos, respondiendo a la salutación.

Mientras caminaba de un lado a otro, Joseph les contó sobre el mercado larimar al que irían. Les explicó que en este lugar encontrarán vendedores y fabricantes de joyas con la hermosa piedra larimar, así como un museo cercano lleno de información interesante al que tendrían acceso.

Los jóvenes rápidamente empezaron a prepararse para su segundo día en Barahills. Isabella y David se dirigieron hacia las duchas, deseosos de refrescarse antes de la aventura del día. Mientras tanto, Marie y Antonio se prepararon con prisa, enfocándose en organizar sus mochilas con todo lo necesario para el día, incluyendo botellas de agua y refrigerios. Una vez listos, los estudiantes se encontraron con Joseph en la entrada de su alojamiento. Él los recibió con una sonrisa y los guió hacia su camioneta. Mientras conducían por la costa, los jóvenes admiraron las aguas cristalinas de la playa y los árboles verdes que se extendían hacia el cielo. En el camino, también vieron a turistas y vendedores de joyas larimar que estaban listos para mostrar sus productos. Finalmente, llegaron a su destino y Joseph estacionó la camioneta en un lugar seguro. Los estudiantes salieron de ella y se dirigieron directamente hacia las tiendas, emocionados por lo que encontrarían allí.