Capítulo 11

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La misión no ha salido como de costumbre, lo más que me he tardado en atrapar a mi objetivo ha sido uno o dos meses. Y desde el día uno las piezas empiezan a encajar, pero lo único que he conseguido hasta ahora, ha sido un camerino lleno de ropa y joyas, un apartamento que más que vivienda parece una cueva y un borracho gritándome puta.

Destiny me sirve un trago y enseguida lo tomo.

—¿Dónde está Dorian?

—Está ayudándome a llevar unas cajas a la bodega—Me dice con una sonrisa complacida. La chica es muy buena en lo que hace y solamente espero que no vaya a terminar enamorada de Dorian. Realmente no sabe en lo que se está metiendo.

Destiny sirve un par de tragos a mi derecha y yo me quedo sola nuevamente, pero cuando siento la mano de alguien en mi pierna me tenso de inmediato haciéndola a un lado.

—No sabía que eras tan arisca, delicia.

Encaro al hombre que está pidiendo a gritos que clave mis uñas en sus bolas y lo fulmino con la mirada.

—No vuelva a ponerme una mano encima, señor.

Otro borracho idiota que quiere acabar con la poca paciencia que tengo y lo peor es que no puedo defenderme como realmente quiero, noqueándolos.

—Todas las que han trabajado aquí tienen un precio, ¿Cuál es el tuyo?

La sangre me hierve de la cólera, tengo ganas de caerle a golpes, no me importa llevar vestido y tacones, aunque los tacones me ayudarían a clavarlos en sus bolas y ojos para que no vuelva a hablarle así a una mujer.

Me levanto del taburete, prefiero mejor irme antes de cometer una locura cuando siento que me toma fuerte del codo haciéndome retroceder.

—No he terminado contigo, perra.

Lo empujo con todas mis fuerzas y apenas logro moverlo un poco. El maldito es fuerte, mucho más fuerte que yo por lo que llevo las de perder, más si no estoy siquiera armada. Veo a Destiny y también ha desaparecido.

Perfecto. Cuando necesito un poco de ayuda, no cuento con nadie, ni siquiera veo al grandulón de Erwan.

—Suéltame, imbécil.

Al escucharme tan enfadada se ríe de mí—Vaya, la perra habla y escupe palabrotas.

Me zafo de su fuerte agarre y hago el intento por salir a toda prisa, me acorralada entre la barra y él, su aliento es etílico y a humo, e inmediatamente me provocan ganas de vomitar.

—Llámame perra una vez más—lo reto con toda la ira que me corroe el cuerpo.

Me sonríe sujetándome más del brazo haciéndome daño, entonces siento un aliento fresco contra mi cara, y una fuerte brisa se apodera de mí. De pronto abro los ojos el hombre yace en el suelo retorciéndose del dolor por el golpe que ha recibido en la cara y enseguida le sigue una patada fuerte directa a su estómago. Veo que el hombre que me lo quitó de encima y lo golpeó se da la vuelta y se acerca para inspeccionarme.

Me quedo sin habla.

Sí, definitivamente él es real. Y aquello no fue un sueño, donde me dijo con voz decepcionada que no quería ni que mis bragas se interpusieran en su camino.

—¿Te encuentras bien? —Me pregunta con su acento enronquecido.

—S...Sí, señor—digo nerviosa, no porque alguien haya querido hacerme daño, sino porque realmente está pasando.

Aleksei Ivanović está enfrente de mí, de nuevo, tan malditamente cerca que puedo sentir el olor a tabaco mezclado con agua fresca. Un seductor aroma varonil de hombre peligroso y lleno poder.

La Profesional (libro 1) (Ya en físico y audiolibro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora