Capítulo 25

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Camino hacia atrás y antes de caer al suelo por mis torpes pies, él me ve furioso y me toma de la cara con sus manos manchadas de pintura y me trae hacia él, estrellando sus labios salvajemente con los míos.

Escarba, lame, muerde y chupa mis labios, mi lengua. Sus manos van a dar directamente a mi trasero. Tengo mis manos caídas a cada lado de mí, pero cobran vida por sí solas y estoy empezando a tirar de su camisa manchada, rompiendo los botones por encima de mí y dejando expuesto ese perfecto y duro pecho de acero.

No pienses, no pienses.

Caemos al suelo y me quita por encima de mi cabeza el apretado top, dejando liberados mis grandes pechos para él. Tenía razón, están duros y duelen, más cuando él mismo se ha encargado de dejarlos así, pasando su lengua sin apartar los ojos de mí y haciéndome gemir debajo de su cuerpo por ese perfecto y calculado roce.

— ¿Qué... estamos haciendo?—Jadeo sin intenciones de quitarlo.

—Lo que queremos.

—Yo... no... sé lo que quiero.

—Yo sí—continúa mordiendo suavemente mi pezón derecho y cambia por el otro, mientras que su mano reposa masajeándolos como aquella noche. —Te quiero desnuda de alma y de cuerpo.

—Eso es fácil.

—También te quiero valiente de mente y de espíritu—regresa a mi rostro y dice—Te quiero mía.

Y es todo lo que mi mente y cuerpo necesitan. Me quita mi pequeño pantalón y se da cuenta que no llevo ropa interior debajo. Sus ojos claros ahora grises se quedan viendo fijamente mi monte de venus y lo ataca sin frenesí. No me da tiempo de detenerlo cuando ya su lengua empieza a explorar dentro de mí y sus manos siguen en mis pechos.

—¡Mierda! —Grito de la excitación. Estoy segura que estoy haciéndole daño tirando de su cabello. Es mejor que la escena que vimos la otra noche, definitivamente lo es.

—Por favor—Ruego a punto de llorar y explotar—Necesito correrme.

—Eso lo decido yo—dice desde abajo y sigue succionando mis fluidos que salen a chorros por él. Mete un dedo, grito y luego mete dos, está follándome de nuevo como ya lo hizo una vez, pero esta vez lo puedo ver, puedo ver esos ojos color gris, esos dedos perfectamente tatuados y delicados empujando hacia el interior de mi sexo.

— ¡Aleksei! —Grito retorciéndome. He llegado al orgasmo y ni siquiera sé si podía hacerlo, no me ordenó que lo hiciera.

—Estás en problemas—Dice regresando a mi rostro. —Haz tu trabajo.

No me importa si lo estoy, así que ataco su boca ahora y mis manos llegan hasta su pantalón y tiro de él, él los empuja hacia afuera con sus pies.

—No te imaginas todas las formas en que quiero que me satisfagas, Elaine, quiero que lo hagas todo... a aceptarlo todo, y el sexo será peligroso, esencial, sin restricciones. Sé que lo sabes, tú también quieres lo mismo.

Cuando siento su miembro húmedo en mi pierna, mi mente me manda un mensaje muy importante.

— ¿Tienes protección? —Pregunto tocando su cara.

—No y espero que tomes la píldora.

—La píldora te protege de un embarazo no de una ETS.

Me ve serio y parece que lo he ofendido con mi sermón.

—Estás limpia, lo sé, y yo también.

Ni siquiera voy a preguntarle cómo lo sabe. Pero confío en que él sí lo está. Se acomoda en medio de mis piernas y me besa los labios antes de preguntar:

La Profesional (libro 1) (Ya en físico y audiolibro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora