Capítulo Único

185 22 2
                                    

El pelinegro estaba en shock; sus rodillas temblaban y sentía todo su cuerpo sudar. Era de esperarse, su nemesis había –posiblemente– acabado con la vida de su querido compañero frente a sus ojos. Tan sólo hace unos minutos tuvo que ingeniárselas para evitar que él mismo atravesara su pecho con una bala, y ahora su mente le decía que su vida se había escapado de entre sus manos de manera definitiva. Tardó unos segundos en darse cuenta de lo que había pasado, temiendo mirar hacia la dirección del castaño, que yacía tendido sobre la cubierta de aquel crucero.

- ¡Toto! –Gritó mientras se dirigía a su lado. Viendo la herida, su rostro se descompuso aún más. – No te muevas.

- Parece ser que he dado en el blanco. –Dijo aquel peliblanco, ojos azules brillando en total emoción.– Ese compañero tuyo sin duda es alguien especial, ¿cierto?

- ¡Desgraciado! –Gritó preso de la ira, mientras atendía lo mejor posible la herida de su amigo.

De pronto, el sonido de algo cayendo a su lado captó su atención; era un cuchillo de cacería.

- ¿Quién diría que te alterarías tanto por un  compañero tan inútil como Isshiki? –Dijo sin perder su sonrisa, mientras sacaba algo de dentro de su chaqueta.– Con tal de verte acabar con su vida, ya me da igual cómo. ¿Quieres saber qué le hicieron a tu cuerpo durante el incidente de "el entrenamiento sanguinario"? Aquí tienes el registro. –Agitó aquel viejo caset, mientras soltaba una ligera risilla.– Si terminas de matar a Isshiki, te lo daré.

- ¡Ni hablar! –Ron no le prestó demasiada atención a la propuesta de Milo, enfocándose sino en su compañero.

- Ron, haz lo que dice. Esa información es la clave para curarte, debes recuperarla. –Como pudo, Toto tocó su rostro con su mano mientras lo miraba con ojos suplicantes. Después, añadió en un tono más bajo– Hazlo, confía en mí, estaré bien.

Y le regaló una única sonrisa.

Ron, quien estaba al borde de las lágrimas, tomó el cuchillo entre sus manos y lo apuntó al pecho del detective. Cuando estuvo listo y casi sin mirar, presionó con fuerza el objeto contra el cuerpo del castaño, provocando en ese instante que sangre desbordara aún más de su cuerpo. El azabache tuvo que tragar duro para evitar que su llanto nublara su visión y sus pensamientos por completo. Con rabia, subió la vista hacia Milo, que parecía tan impresionado como él mismo por lo que Ron había hecho. Sin embargo, pronto encontró las palabras que parecía haber perdido.

- Me impresionas, Kamonohashi. Parece que al final no eres tan diferente de la persona que le hicimos creer al mundo que eras. Pero debo admitir que me impresionas, así que cumpliré con mi palabra. Aquí tienes las memorias del caso del "entrenamiento sanguinario". –Dijo el albino, deslizándole igualmente el casette.

Ron levantó el objeto, guardandolo en su abrigo como si fuera algo sin importancia. Tenía el fuerte impulso de acercarse a Toto y tomarlo en brazos, y huir de aquel bote del terror. Sabía que el castaño no estaba muerto; si lo analizaba con claridad, resultaba obvio que más bien Isshiki era un gran actor. Aún así, su condición era grave y lo mejor sería atender su herida lo antes posible. Ron sólo observaba el cuerpo inmóvil de Toto, esperando que su nemesis se marchara o hiciera algún otro movimiento. Para su sorpresa, el albino volvió a hablar.

- No es que tuviera algo en contra de tu amigo, pero me fascinaba la idea de verte conmocionado y sinceramente, poder tenerte en la familia me resulta interesante. Por un momento dudé en si serías capaz de hacerlo, pero me alegra ver que tienes el ego de un detective de gran calibre. Alguien así no necesita de ningún compañero, ¿no es verdad? –Milo comenzó a caminar hasta bajar de la popa, dirigiéndose hacia Ron, rodeando lo que podría haber sido el cadáver de Toto.– Me despido por ahora, Ron. Volveremos a vernos más pronto de lo que crees.

Cercanía [El Misterio Prohibido De Ron Kamonohashi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora